COMERCIALIZACIÓN EN TECNOLOGÍAS DE INFORMACIÓN, AUTOMATIZACIÓN Y ELECTRÓNICA
Enviado por Christopher • 1 de Julio de 2018 • 1.360 Palabras (6 Páginas) • 258 Visitas
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Williamson (1990) enunció el ya famoso decálogo del Consenso enumerando los requisitos indispensables para el desarrollo que a finales de los años ochenta eran defendidos por la inmensa mayoría de los economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial y del Departamento del Tesoro de Estados Unidos: (1) disciplina presupuestaria; (2) reorientación del gasto público desde los subsidios indiscriminados a actividades ineficientes hacia la sanidad, la enseñanza primaria y las infraestructuras; (3) reforma fiscal encaminada a ampliar la base imponible y a mantener tipos marginales moderados; (4) liberalización financiera (sobre todo en lo relativo a los tipos de interés); (5) tipo de cambio competitivo; (6) apertura comercial; (7) liberalización de la inversión directa extranjera; (8) privatización de empresas públicas; (9) desregulación (esto es, eliminación de barreras a la entrada y salida en los mercados de trabajo y de productos); y (10) derechos de propiedad (privada, claro está) garantizados, especialmente en el sector informal.
Tales medidas se ajustaban perfectamente a las prescripciones de la contrarrevolución neoclásica en los estudios del desarrollo que se inició a finales de los años setenta (que elevó la crítica al Estado a la categoría de dogma) pero también al nuevo enfoque favorable al mercado, impulsado desde principios de los noventa por el Banco Mundial. Ese último enfoque supuso un cambio parcial de planteamiento, ya que admitía que la intervención del Estado podía ser positiva pero siempre que se limitara a sustentar o apoyar al mercado y que se circunscribiera a los siguientes campos: (1) garantizar la estabilidad macroeconómica; (2) efectuar inversiones públicas en capital humano y físico; (3) crear un entorno competitivo para el sector privado; (4) promover el desarrollo institucional; (5) salvaguardar el medio ambiente; y (6) proteger a los grupos sociales vulnerables (Banco Mundial, 1991 y 1997). Aunque con algunas novedades, la reconsideración de las funciones del Estado que hizo el Banco Mundial a partir de su Informe sobre el desarrollo mundial de 1991 no fue, a la postre, sino una prolongación del planteamiento de los años ochenta y estuvo sometida a críticas muy considerables. Los aspectos positivos del enfoque favorable al mercado eran que recuperaba ciertamente al Estado como factor de desarrollo y que le asignaba funciones aceptadas por doquier, con las importantes excepciones de la tercera (un entorno competitivo o liberalizado, lo que no nunca ha suscitado precisamente consenso) y, con matices, también de la primera (estabilidad sí, pero ¿cuál? y, sobre todo, ¿a qué precio?). En cuanto a sus aspectos negativos, cabe destacar su falta de ruptura completa con la contrarrevolución neoclásica radical de los ochenta, su más que discutible corroboración empírica (especialmente en el caso de Asia oriental), su pretensión de ser un enfoque general de igual aplicación para todos los países del Tercer Mundo y sus proposiciones más que controvertidas en cuanto a la necesidad de un entorno competitivo para el sector privado (desregulación y apertura) y de una estabilización macroeconómica susceptible de ser recesiva (véase Bustelo, P., 1998, cap. 14). Un autor tan destacado como Paul Krugman llegó incluso a decir que el enfoque favorable al mercado era más bien un enfoque favorable a los mercados (financieros), puesto que recomendaba reformas que conllevaban grandes entradas de capital extranjero privado, lo que a su vez potenciaba las reformas, hasta que ese aparente círculo “virtuoso” acababa con el estallido de la burbuja (Krugman, 1995).
Puede entenderse, por tanto, que el Consenso de Washington abarca la intersección o los puntos comunes entre el planteamiento neoclásico radical (o abiertamente neoliberal) de los años ochenta y el enfoque neoclásico moderado (o liberal a secas) de los años noventa. Como es sabido, Williamson ha renegado de quienes han identificado Consenso con neoliberalismo, insistiendo en que él en ningún caso defendió la, por otra parte posible, versión neoliberal del Consenso, basada en el fundamentalismo del mercado. Así, en los últimos años, Williamson ha señalado en varias ocasiones que lo que él propugnaba era la disciplina macroeconómica, las privatizaciones, la economía de mercado y el libre comercio, pero en ningún caso el monetarismo y la Economía de la oferta, los impuestos muy bajos, un Estado minimalista y la libre circulación de capitales (véanse Williamson, 1999 y 2002 y sus contribuciones a la compilación de Kuczynski y Williamson, eds., 2003).
A finales de los años noventa, el Consenso empezó a ser abiertamente cuestionado desde el seno mismo del Banco Mundial. Este trabajo pasa revista a las causas de su crisis, a las propuestas principales de un nuevo enfoque de Post-Consenso y a los límites de tales propuestas.
Pablo Bustelo (2003). Desarrollo económico: del Consenso al Post-Consenso de Washington y más allá. 28 de febrero de 2017. http://pendientedemigracion.ucm.es/info/eid/pb/BusteloPCW03.htm
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