Capítulo V. La Industrialización Liberal

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Las autoridades monetarias colombianas afrontaron la crisis de 1930, incrementando los impuestos a ciertos productos, al impuesto de renta, así como a la exportación de banano. En 1932 los ingresos públicos se habían recuperado.

Las devaluaciones del peso, elevaron el precio del café, esto multiplicó la cantidad exportada de café; las heladas en Brasil multiplicaron la producción de café en Colombia país que encontró precios favorables para su incremento.

En los años 30, inmigrantes libaneses, judíos, alemanes, italianos y españoles se instalaron como mercaderes ambulantes, después como pequeños comerciantes y luego como dueños de negocios artesanales (panaderías, confecciones, etc.) algunos de los cuales dieron un salto hacia la industria y las fábricas; el 41% de las empresas colombianas eran de inmigrantes de la primera o segunda generación.

En los años treinta el partido liberal afirmó que las formas de propiedad debían ajustarse a las necesidades sociales y que el trabajo del colono era prioritario y debía ser defendido poniendo límites a la titulación.

Las fincas mayores aportan el 9% de la producción, los propietarios medios el 31.1% y los pequeños propietarios el 60%.

Entre 1900 y 1925 los exportadores cafeteros se convirtieron en el grupo más fuerte económicamente y financieramente en el país.

De 1930 en adelante, la depresión en general arrojó al mercado laboral una gran masa de personas que no encontró demanda de parte de los hacendados y arrendatarios capitalistas.

Gracias al café se la agricultura condicionó el desarrollo de las industrias urbanas; el café en Colombia permitió el que se realizara una reforma agraria para la ampliación de ese mercado lo cual conllevó a un mejoramiento en la industria. La Ley 200 de 1936 dispuso distribuir las tierras que no estuvieran explotadas por sus dueños, así como otorgar a los propietarios un plazo de diez años para que explotaran sus predios con base en el trabajo asalariado.

La reforma tributaria de López Pumarejo fortaleció al Estado, gravando a los ricos sin recurrir al impuesto de ventas (que recae sobre los trabajadores y las capas medias); favoreció a los trabajadores en la negociación de pliegos sindicales y su afiliación. La organización sindical se vio altamente favorecida durante este período (año 1935). El gobierno de López Pumarejo buscó darle importancia a un proyecto industrial democrático, de ahí en adelante burgués-cafetero.