Contexto histórico Sur del Tolima

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Las balas y la violación continua de los Derechos Humanos por parte de todos los actores del conflicto se volvieron cotidianos para la población civil. Incluso, más allá de los desplazamientos forzados, también se hizo victima a quienes por alguna razón no abandonaron sus tierras y se quedaron a vivir allí en medio del temor.

Hubo iniciativas que buscaban empoderar a los ciudadanos y a la vez darle un empujón a la productividad de la región, iniciativas como la de Carlos Lleras, que en 1967 propuso la creación de asociaciones de usuarios para que “la gente pudiera actuar colectivamente y pudiera incrementar sus niveles de vida” (Henderson 1984), en esa época nació la asociación Nacional de usuarios campesinos y una de las organizaciones que apareció fue la Federación Nacional de Cafeteros.

A su vez y por parte del gobierno, la visión del sur del Tolima era limitada hasta el año 2012. Municipios como Ríoblanco y Planadas, que no contaban con vías de acceso aptas para el tránsito vehicular normal se encontraban no solo alejados, sino desconectados de la realidad nacional. Tramos de 60 kilómetros en promedio se recorrían en 6, y hasta 8 horas en vehículos de doble tracción lo que generaba sobrecostos a los productos que se producían en la región, lo que los hacía poco competitivos a nivel nacional, con consecuencias obvias sobre la economía local que facilitaron la vinculación de las poblaciones a los cultivos ilícitos como nueva forma de subsistencia, lo que además los involucró en la espiral del narcotráfico.

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