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EL ARTE PALEOCRISTIANO.

Enviado por   •  3 de Mayo de 2018  •  1.902 Palabras (8 Páginas)  •  267 Visitas

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El conjunto de la basílica se completaba con un baptisterio, o edificio destinado a los bautismos, que suelen tener planta central, circular o poligonal. En el centro se encontraba la cisterna que solía ser de gran tamaño porque el bautismo era todavía por inmersión y sólo se bautizaba adultos algunos días determinados del año. Desde el siglo VIII se generalizaba el bautismo a los niños por lo que la cisterna empieza reducirse.

Como los baptisterios, también los mausoleos, destinados al enterramiento, tenían planta central, iguala que los martiria o iglesias sepulcro erigidas en honor de un mártir cuyo cuerpo se enterraba en una cripta encima de la cual se disponía el altar cubriendo todo el edificio con una cúpula.

Por su parte, después de la Paz de la Iglesia, las artes figurativas van sufriendo un progresivo distanciamiento de la realidad que terminará situando las imágenes religiosas en un escenario desmaterializado, irreal, como si no fuera de este mundo. En realidad, las figuras quedan prácticamente al contorno y el color se desentiende del modelado haciéndose poco a poco abstracto. En lo que se refiere a la escultura, se cultiva sobre todo el relieve y será en los sarcófagos donde encontraremos los ejemplos más interesantes. Los sarcófagos, que eran de una sola pieza, se solían labrar por tres lados dejando libre el que se ponía junto a la pared y la decoración escultórica se podía disponer de varias maneras: podía ser una serie narrativa seguida o, como en el caso del sarcófago del Museo de Letrán, diferentes escenas separadas por columnas y arcos. En algunos sarcófagos más lujosos la ornamentación se podía dividir en dos franjas, como en el de Junius Bassus. Los temas, al principio siguen imitando algunos prototipos romano como el del Buen Pastor, un joven imberbe con morral y túnica corta que lleva un cordero sobre los hombros, pero poco a poco se van haciendo manifiestamente cristianos y empieza a aparecer escenas del Antiguo Testamento y, sobre todo, escenas de los Evangelios en las que Cristo ocupa siempre un lugar destacado.

Como ya hemos dicho, las paredes y el ábside de las basílicas solían decorarse con ricos mosaicos que siguen una cierta normativa. En las naves se ponían habitualmente episodios de los dos Testamentos, mientras que el ábside, como podemos ver en el de San Apolinar in Classe, aparecía ya la Iglesia Triunfante con una imagen del Señor en majestad en la parte superior dominando todo el conjunto. Las teselas de estos mosaicos suelen ser de mármol y vidrio, y los fondos casi siempre son dorados como símbolo del cielo y el resplandor divino. Por su parte, ninguna figura busca ser realista. Simplemente son prototipos de lo que deben ser: Hieráticas y majestuosas reflejan un mundo que está más allá del mundo visible. Mosaicos como los de San Apolinar in Classe o San Apolinar Nuovo, en Rávena, tanto técnica como cronológicamente se han considerado protobizantinos en iglesias paleocristianas.

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Sarcófago de Junius Bassus, Museo Vaticano, Roma

Sarcófago paleocristiano del siglo IV, posterior al Edicto de Milán. En su cara frontal presenta una sucesión de escenas evangélicas (en realidad una mezcla de escenas del Antiguo y Nuevo Testamento) separadas por columnas y arcos que forman pequeños tabernáculos, y en las que la figura de Cristo ocupa un lugar destacado. El sarcófago muestra una de las primeras representaciones de Cristo, pero, en lugar de la figura barbada a la que estamos acostumbrados por las ilustraciones posteriores, vemos un Cristo juvenil sentado en un trono en la parte central. Hay otro detalle que nos revela lo estrechamente que se halla relacionada todavía esta representación con los métodos paganos para indicar que Cristo tiene su trono sobre el cielo, el escultor ha hecho que su pie descanse sobre el dosel del firmamento sostenido por el antiguo dios del cielo. De hecho, el sarcófago parece francamente clásico, pero hay un carácter extrañamente sereno y pasivo en unas escenas que reclamarían mayor atención dramática. Los acontecimientos y los personajes no tratan de contarnos su propia historia, sino de dirigir nuestra atención a un significado simbólico más elevado.

San Apolinar il Nuovo, Rávena

Basílica paleocristiana del siglo VI. Presenta la estructura típica de estos edificios. Los fieles se situaban en las tres naves, central y laterales, cuya diferencia de altura servía para colocar las ventanas de iluminación. La cubierta es de madera adintelada y las tres naves se separan con columnas muy decoradas. En todas estas basílicas el tratamiento ascético y antimonumental del exterior contrasta enormemente con la riqueza desarrollada en el interior. San Apolinar il Nuovo se halla decorada con espectaculares mosaicos bizantinos. Se conservan los de la nave mayor. En uno de los lados, el que vemos aquí, se desarrolla una procesión de santos, que van a ofrecer la corona de martirio al Señor, sentado en un trono y escoltado por cuatro ángeles. Los santos, que han partido de la ciudad representada por el palacio imperial y las murallas, desfilan por una pradera florida. Todos guardan idéntica altitud aunque en el vestido y en los rostros intenten algunas notas de diversidad. Los fondos dorados ayudan a situarlos en un mundo sobrenatural. En el lado opuesto, las santas vírgenes ofrecen sus coronas a la Virgen.

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