El caso Ayotzinapa

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Director de la Escuela normal Isidro Burgos, habían alentado o apoyado a los estudiantes a la manifestación en contra del alcalde de Iguala; y en la confusión de esa noche, de si eran estudiantes o del grupo rival Los Rojos o una mezcla de ambos, el cartel de Guerreros Unidos tomó la decisión de ejecutarlos como normalmente lo hacía con grupos antagónicos y apoyado por las autoridades de Iguala, ante el agravio constante por los normalistas y sus frecuentes protestas”.

Luego del anuncio del fiscal de que “se los daba por muertos”, los padres de las víctimas afirmaron que “para ellos siguen vivos mientras no haya evidencia”, comenzando desde entonces y hasta el presente innumerables marchas en busca de justicia y pidiendo conocer el paradero de los 43.

El Presidente de México Enrique Peña Nieto abaló la participación del Equipo argentino de Antropología forense como peritos independientes en el caso, y el 6 de diciembre de 2014 el análisis de ADN realizado sobre restos encontrados en el basurero de Cocula, determinó que se trataba del cadáver de Alexander Mora Venancio (uno de los 43 desaparecidos), que por lo tanto dejó de ser un desaparecido e ingresó en la lista de "formalmente" asesinados.

En febrero de 2016 y tras más de un año de investigación, el Equipo argentino de Antropología Forense (EAAF) dio a conocer el informe pericial integral sobre los restos encontrados en el basurero de Cocula en el marco de la investigación de los 43 desaparecidos.

“El EAAF ha concluido que desde el punto de vista de evidencia física recolectada y analizada proveniente del basurero, NO es posible que los presuntos perpetradores hayan incinerado en ese lugar a los 43 jóvenes, pues NO hay consistencia entre la evidencia física y la evidencia testimonial”.

Pero el gobierno desestimó el informe y mantuvo la versión oficial; la sociedad mostró su disconformidad marchando hacia el Centro histórico de la Ciudad dónde tiene sede el Palacio Nacional (sede del poder ejecutivo federal).

Plaza del Zócalo de la Ciudad de México.

Thomas Hobbes afirmaba que “para alcanzar seguridad y paz, algo más debe ser hecho por los hombres y esto es asociarse a través de un pacto de unión mucho más fuerte que los meros convenios de ayuda mutua: un pacto en el cual los hombres sometan sus voluntades y confieran todo su poder y toda su fuerza individual a un solo poder común, soberano, el cual en adelante se llamará Estado y que tendrá para sí todos los medios y todas las fuerzas particulares de los hombres asociados, para lograr la paz y seguridad de todos”.

La sociedad mexicana comenzó a sentir que su contrato social se agrietaba, el “monarca elegido” perdía legitimidad; sintieron que el estado no les garantizaba orden ni seguridad, por el contrario, sus funcionarios y las fuerzas de seguridad eran “socios” del crimen organizado y responsables de violaciones a los derechos humanos. La indignación era más fuerte que el miedo.

“El miedo, en cascadas, en cataratas sociales que se condensan en cordilleras. El miedo se filtra, húmedo y ondulatorio, se disemina, corpuscular y polvoriento, se corporiza en espectros, trasciende a la velocidad de la luz, se cree en él, el miedo une, crece y se hace creencia y sacramento, ya religión que hace a la polaridad grupal. Es lo inverso de un ágape insumiso”.

Grafiti en la fachada de la Procuraduría General de la República, Ciudad de México.

Mural urbano, Colonia Roma.

La cultura se expresa ante la indignación por Ayotzinapa.

La Ciudad de México cuenta con el mayor número de museos en el continente y es segunda a nivel mundial después de Londres. Las expresiones artísticas brotaron en las calles y espacios públicos para quedarse, y nació así el llamado “Arte urbano chilango.”

Se considera arte urbano a las diferentes expresiones artísticas realizadas en lugares públicos y concurridos, como forma de protesta o representando algún aspecto o tradición de la cultura popular.

“La Vista llega antes que las palabras… Lo que sabemos o lo que creemos afecta al modo en que vemos las cosas”.

“El arte urbano pretende sorprender a los espectadores tanto esporádicos como fieles. Suele tener un llamativo mensaje subversivo que critica a la sociedad con ironía e invita a la lucha social, la crítica política o, simplemente, a la reflexión”.

“¿Acaso el arte sea capaz de ayudar ante las experiencias límites, inasimilables, experiencias como la desaparición de las experiencias, como la desaparición?”

En varios puntos de la Ciudad de México se vislumbran expresiones artísticas representativas de la lucha en búsqueda de justicia para todas las víctimas del caso de Ayotzinapa; se materializa así el pedido a las autoridades gubernamentales para que tomen medidas respecto a las violaciones sistemáticas de los derechos humanos en el país.

Paseo de la Reforma.

“Y así encontramos que la figura del desaparecido es algo aún más tremendo que la figura del aniquilado, ya que le fue quitada también la representabilidad de la muerte. Es una figura real, pero esa realidad, para ser comprendida hasta el fondo de su negatividad, necesita de la nada”.

“Las imágenes se hicieron al principio para evocar la apariencia de algo ausente. Gradualmente se fue comprendiendo que una imagen podía sobrevivir al objeto representad”.

Bosque de Chapultepec. Universidad Iberoamericana.

“Es la expresividad que recapitula evanescencias, es la experiencia de lo incorpóreo, es el trazado gastado y trivializado, perdido y todavía ligado al mundo”.

“Aserciones homicidas, verdades sangrientas, vivencias que, liberadas de toda fijación, son ensayos, experimentos del que conoce. Pero quizás la pasión del conocimiento haga que la humanidad sucumba. Voluntad de verdad, podría ser una encubierta voluntad de muerte… Tenemos el arte para no perecer por causa de la verdad”.

La comunidad artística mexicana utilizó al arte como estrategia de denuncia. Periodistas, fotógrafos, pintores ilustradores, caricaturistas, cantantes, cineastas, hicieron del ejercicio de su profesión una forma de protesta.