HISTORIA SOCIAL Y POLÍTICA ARGENTINA.
Enviado por tomas • 2 de Marzo de 2018 • 3.612 Palabras (15 Páginas) • 535 Visitas
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Mientras los inmigrantes se afianzaban a las actividades económicas, exhibieron una profunda indiferencia por la vida electoral., adoptar la ciudadanía argentina, una opción rechazada por casi todos.
El rápido crecimiento socioeconómico de la Argentina no fue geográficamente equilibrado.
La década del noventa presenció el surgimiento de partidos políticos nuevos, la Unión Cívica Nacional (UCN), la UCR y el Partido Socialista. Fueron creadas como organizaciones permanentes, autónomas y autofinanciadas, que dependían del apoyo de sus miembros y seguidores para su subsistencia.
En resumen, aunque la década de 1880 fue crucial para la consolidación de los cambios socioeconómicos para la Argentina, estos cambios tuvieron un impacto relativo en la naturaleza de la política, sus protagonistas y sus prácticas de finales del siglo XIX.
La política criolla.
El PAN consistió en u tejido de alianzas nacionales que le permitió a sus integrantes dominar la política del país hasta 1916. Un sistema de alianzas que luego se consolidaría en la llamada Liga de gobernadores. Su primer objetivo fue competir en las elecciones presidenciales de 1874 contra los grandes poderes de Alsina y Mitre. Para dichas elecciones la liga de gobernadores llamada Partido Nacional selló un pacto con el Partid Autonomista según el cual este apoyaría al candidato del Partido Nacional, Nicolás Avellaneda, en las elecciones presidenciales de q874 y, a cambio, el Partido Nacional respaldaría a Adolfo Alsina en las siguientes elecciones presidenciales para el periodo 1880-1886. Mientras aguardaba su turno en el sillón presidencial, Alsina ocupó el lugar de ministro de Guerra.
Sin embargo llegado el momento de la campaña de 1880, el escenario político había cambiado radicalmente. Alsina falleció en 1877 y su muerte causo el reorganizamiento de todas las fuerzas políticas dejando vacante el puesto de Ministro de Guerra que fue ocupado por Roca.
Roca ganó las elecciones presidenciales en abril de 1880 tras una campaña política orquestada desde la provincia de Córdoba y apoyada por los gobernadores de Santa Fe, Entre Ríos, Tucumán, Salta, La Rioja, Santiago del Estero y Jujuy. Las principales figuras de oposición de la ciudad-puerto que quedaron fuera del PAN se dispersaron en pequeños círculos políticos, los cuales, sin estructura partidaria, redujeron su rol de oposición a virulentos editoriales en los diarios t aisladas críticas en el Congreso. Por lo tanto, Roca y su sucesor, Miguel Juárez Celman (1886-1890) gobernaron prácticamente sin oposición, gozando de amplio margen que aprovecharon para sentar las bases de un sistema político que perduró, con algunas mutaciones importantes, hasta 1916.
Dicho sistema político es conocido como él de “gobiernos electores”, es decir, gobiernos que fabrican elecciones que garantizan la victoria de sus propios candidatos. Las dirigencias del PAN dieron pruebas de una gran eficacia para mantener las riendas del poder. Desde el poder, sus dirigentes usaron una serie de resortes para controlar la política nacional, siendo los principales: el fraude electoral, la intervención federal y el patronazgo estatal.
El proceso electoral el partido oficial gozaba de importantes ventajas sobre la oposición: el gobierno controlaba el nombramiento de jueces, la distribución del ejército y de la policía, los puestos de la administración pública, contaba con el telégrafo y se encargaba del recuento de votos. Además, el sistema electoral de la lista completa (utilizando con escasas excepción durante todo periodo) discriminaba a los partidos minoritarios, dificultando aún más el acceso de la oposición a los cargos electivos. El sistema, por lo tanto, desalentaba la competencia electoral y otorgaba a los partidos opositores un fuerte incentivo para buscar el acceso a los cargos púbicos por otras vías, más comúnmente por la revuelta armada.
En los meses de verano, como el Congreso estaba en receso, el presidente podía decretar una intervención federal; de otro modo, la intervención debía ser aprobada por el Congreso.
El término “sedición” y la frase “garantir la forma republicana de gobierno” le otorgaban al gobierno nacional un amplio margen de discrecionalidad para decidir sobre los conflictos provinciales y para poder aplicar. Como para decidir sobre el curso de acción a tomar si ésta era aprobada. El eligiera generalmente un hombre de la entera confianza del presidente quien se aseguraba de llevar a cabo la política oficial en la provincia en conflicto.
El patronazgo estatal fue el tercer medio principal con el que el gobierno nacional influía sobre las provincias, ya que éste tenía a su cargo la distribución del ingreso nacional, la venta de las tierras públicas, y el control de créditos mediante el Banco Nacional primero y el Banco de la Nación después.
No obstante, los gobiernos de la década del ochenta gozaron de algunas ventajas sobre sus antecedentes, como ser, un gobierno nacional más rico y con mayores áreas de jurisdicción, el monopolio de la violencia ejercido a través de un mejor dotado ejército nacional, una red más cohesiva de relaciones de poder englobada dentro de PAN, un extenso período de paz sin precedentes; y la ausencia de una oposición política de significancia. Incluso la transformación económica. Los treinta y seis años del PAN en el poder no fueron los de dominio uniforme, sistemático y sin desafíos. Las mencionadas herramientas de control no extinguieron la vida política. Ella estuvo protegida y estimulada por una serie de factores, entre los que se destacan el sistema federal, un agitado calendario electoral, la prohibición de la reelección del presidente por términos consecutivos, la libertad de la prensa, y la naturaleza misma del PAN. Dicho factores, entre otros, garantizaron la existencia de una actividad política que se mantuvo vigente, con variada intensidad a lo largo del período.
El sistema federal protegía a las provincias de la clase del control centralizado que existía, por ejemplo, en el México de Porfirio Díaz, donde los gobernantes de los estados eran nombrados por Díaz de entre su círculo de amigos. El hecho de que en la Argentina las autoridades provinciales fueran elegidas por y de entre sus residentes imponía severas restricciones al alcance del gobierno central; ya que le negaba la facultad institucional para imponer gobernadores. Por lo tanto, influenciar e intentar controlar los asuntos políticos de las provincias le demandaba al gobierno nacional entrar en negociaciones con alguna facción política local. El sistema
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