INSTITUCIONES DEL DERECHO ANTIGUO
Enviado por Sara • 1 de Noviembre de 2017 • 5.181 Palabras (21 Páginas) • 614 Visitas
...
en manos del padre”.
Con algunas variantes, así estuvieron organizados todos aquellos pueblos; a tal situación contribuyeron los siguientes factores:
*para entonces se había dejado atrás organizaciones diferentes, como la familia materna y la supuesta matriarquia;
*el matrimonio había superado definitivamente el rapto exogámico, cuya práctica fue entonces un simple recuerdo y parte secundaria de la ceremonia;
*la compra de la mujer, otro elemento sustancial de la unión inicio su marcha al perfeccionamiento, tendiendo a desaparecer. Su significación original de adquirir mercancía humana, se transformó después en obligación parcial y en algunos pueblos se estimaba como precio de la virginidad finalmente adquirió un carácter de regalo simbólico, que más que un precio fue muestra del placer experimentado al aceptar el vínculo.
Proceso integrador de la familia paterna
Este proceso obedece a causas diversas, pero quizás la más importante haya sido la exogamia practicada mediante el rapto de mujeres pertenecientes a grupos ajenos al raptor. Esto origino una marcada superioridad del hombre sobre la mujer raptada, a quien lógicamente consideraba como una propiedad; seria lícitamente suyo lo que conseguía poniendo en juego su arrojo. Los hijos de esa unión fueron también considerados por su padre como propiedades personales, lo que le ayudo a mantener la superioridad como un poderoso lazo, que habría de ir integrando gradualmente al grupo bajo su mando, tal como lo encontramos en la antigüedad.
El culto familiar
En cada familia se rendía culto a los numina al igual que a los antepasados: el genio familiar, los lares, protectores de los campos, los manes, protectores de la casa, y los penates, protectores de la despensa y los alimentos. El pater familias oficiaba como sacerdote, especialmente durante la cena, en donde se hacían libaciones, es decir, derramamiento de vino, leche o miel sobre el lararium, o santuario familiar, en el cual ardía siempre una llama, a la que llamaban hogar. Entre los romanos no había culto a los muertos. Los cadáveres eran incinerados, mientras se pronunciaban discursos de alabanzas al fallecido, y las cenizas eran guardadas en urnas funerarias.
Todos los mandatos y ordenanzas que Dios dio en el Antiguo Testamento al pueblo de Israel, fueron para ellos la guía que les marcaba el camino en ese tiempo. Muchos de esos mandatos y normas terminan al entrar en el Nuevo Pacto, pero otros por el contrario, se afirman y siguen siendo vigentes para los creyentes hoy así se cambie la forma.
En la antigüedad, la enseñanza religiosa sobre los mandamientos de Dios, estaba a cargo de los padres de familia como lo vemos en Deuteronomio 11; esta enseñanza se daba de generación en generación. “Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma,…Y las enseñareis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.” Deuteronomio
En este texto Dios es claro en demandar de los padres de familia el estudio y la estricta obediencia de sus Palabras, como asimismo, que las tengamos presente en nuestro corazón, en el acontecer diario de nuestra vida familiar. Que como cristianos enseñemos esa palabra permanentemente a nuestros hijos, que les hablemos de ella en todo momento y lugar, acompañada de nuestro testimonio y que la transmitamos con fidelidad de generación a generación.
“…Y las enseñareis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.”
Fácilmente podríamos mencionar muchas de las mil causas que rompen la armonía familiar y la destruyen; pero hablemos mejor de algo que la armoniza, la une y la fortalece, y de sus innumerables beneficios: El culto familiar.
Cuando una familia decide aceptar seguir el Camino, la Verdad y la Vida, seguir a Cristo, tal como Dios nos lo propone en su Palabra, está consolidando lo más importante de la vida: las relaciones humanas y cristianas en la familia; pues, los lazos de fraternidad, amor y lealtad que nacen en el seno del hogar son los más fuertes y difíciles de romper.
El hogar es y debe ser, el lugar más importante para la familia; es allí donde se reciben las primeras enseñanzas de vida, y desde la perspectiva bíblica se aprende a conocer y amar a Dios. Muchas cosas en la vida pueden olvidarse, pero difícilmente podremos olvidar lo vivido en la infancia en nuestra familia.
Cada día el padre de familia cristiano, como sacerdote, debe tomar el liderazgo en la lectura de la palabra, la enseñanza, la oración, la alabanza y la acción de gracias. El culto familiar es fundamental en la consolidación del hogar. Lo que los niños aprenden muy pequeños, nunca lo olvidarán, porque cuando los hijos se reúnen en torno al padre y a la madre para la oración y reciben de ellos la enseñanza de la palabra, unido al amor y buen testimonio, esto tiene mucha fuerza y valor; y así pasen los años y los hijos quizás se aparten, esas enseñanzas siempre estarán allí redarguyendo su conciencia; y si su corazón no se endurece, algún día volverán a los pies del Señor como hijos pródigos.
Hoy tenemos muchos hogares destruidos, así como hijos destrozados moralmente por el abandono de sus padres con tremendas consecuencias sociales debido a que los padres desecharon el consejo de Dios para sus vidas. Y lo más lamentable es que esto está tocando también a las familias de los creyentes. ¿Por qué? Porque se descuidó la enseñanza y la meditación de la Palabra en la familia así como la oración.
La ruptura con Dios y sus leyes, trajo egoísmo, divorcio, aborto, infidelidad matrimonial y un sin número de problemas que no son el propósito de Dios para la familia. Son tiempos de mucha tiniebla y perversión, en donde cada quien tiene su propia ética, y su libre pensamiento, y los creyentes no podemos permitir que sean los impíos los que eduquen a nuestros hijos imponiéndoles los anti-valores del mundo como valores.
La Palabra de Dios es la única arma con la que podemos defendernos de los embates del enemigo de nuestra alma. Los padres somos responsables de enseñarles la Palabra y darles esas armas a los hijos para defenderse y aprender a distinguir entre el bien y mal; entre lo que es correcto y lo incorrecto; entre lo falso y lo verdadero. Lo que ellos hagan después cuando sean mayores, ya es su propia responsabilidad, no de los padres.
Lamentablemente, tenemos que reconocer que muchos creyentes se apoyan más en la sicología moderna y los consejos
...