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La organización del Estado Nacional Populista. Tendencias ideológicas hacia mediados del siglo XX.

Enviado por   •  22 de Abril de 2018  •  2.397 Palabras (10 Páginas)  •  487 Visitas

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Teniendo en cuenta que el populismo tiene una modalidad de acumulación de capital y que este objetivo implica la concentración de una alianza de clases entre la burguesía industrial y la clase obrera respectiva, se produce un proceso político-ideológico que posee una autonomía relativa y una especificidad propia (VILAS; 1994: 128).

La posibilidad objetiva de una estrategia de acumulación, es producto de condiciones propias que son definidas dentro del ámbito económico, pero su concreción se determina en el campo de la lucha política y de su articulación con el Estado, ámbito en el cual, la estrategia de dominación proviene de una política económica (VILAS; 1994: 128).

El impulso de la estrategia populista de acumulación exigía una reorientación del funcionamiento de la estructura productiva, por lo tanto, la introducción de cambios en la estructura de las fuerzas dominantes. La industria se había desarrollado en el espacio que le permitió el sector exportador bajo su resguardo y para superar tales limitaciones era de suma importancia eliminar la dependencia que poseía (VILAS; 1994: 129).

Teniendo en cuenta la característica que asumía el crecimiento industrial y el modo en que se articulaba el resto de la economía, el aumento del consumo popular, no era para la burguesía industrial la solución para sus tribulaciones y tal aumento era resultado del crecimiento del empleo. De esta manera, “el obrero aparecía en la perspectiva del empresario industrial, menos como un consumidor potencial actualizable a través del aumento del salario, que como uno de los componentes principales de la estructura de costos y como uno de los factores más estratégicos en la determinación de su tasa de ganancias. Un aumento de salario implicaba un aumento de los costos de producción que se repercutiría en la tasa de ganancia” (VILAS; 1994: 129)

La debilidad económica, el aislamiento social, la dependencia económica político-institucional e ideológica respecto al sistema exportador tuvo que ver con la falta de conciencia de la fracción industrial de la burguesía y su falta de conciencia industrial, fue meramente falta de conciencia populista (VILAS; 1994: 130.

La posibilidad de reorientar la estructura y el funcionamiento del sistema productivo en un sentido más favorable a los intereses industriales, dependía de la posibilidad de convertir esos intereses en políticas y, por consiguiente, de la medida y manera en que tales intereses pudieran alcanzar la articulación con los aparatos estatales, por lo tanto, dependía de la capacidad de reorientar el funcionamiento del Estado. (VILAS; 1994: 129)

Para terminar con su dominación, al sistema exportador, la burguesía industrial debía encontrar la expresión política en el Estado, pero era difícil que la encontrara mientras estuviera dominada al sistema exportador, de esta manera el paso de la situación populista a la estrategia populista fue dado desde afuera de la burguesía industrial (VILAS; 1994: 130).

El avance de la industrialización, la división internacional del trabajo y el ascenso político de industriales se apoyaron a través del Estado, en la movilización de masas urbanas, de esta manera, la estrategia de acumulación populista convertida en política económica e impulsada desde el Estado fue una forma de alimentar la movilización de las masas y de consolidar políticamente al capital industrial (VILAS; 1994: 131).

En este sentido, no es posible hablar de un sistema de alianza, si no, parece haber existido un conjunto de coincidencias y acuerdos oportunos para el proletariado, las clases y fracciones del sistema exportador, incluso con fracciones del capital extranjero a través de los cuales, la burguesía industrial era sustituida por el Estado tratando de impulsar, la expansión de su capital. (VILAS; 1994: 132)

Las características objetivas y subjetivas de la clase y fracciones involucradas determinaron una serie de relaciones entre la burguesía industrial y el movimiento obrero de masas que estaba mediada por el Estado, donde éste sustituye la carencia en los industriales de un proyecto propio de hegemonía, de esta manera el Estado es el encargado de garantizar la vigencia de estas relaciones y asegurar su reproducción, creando así, la imagen de un Estado separado del bloque de fuerzas de poder y de las contradicciones que nutren la dinámica de la sociedad, cuando en realidad es su más legítimo provecho. (VILAS; 1994: 132).

De esta manera, el Estado se convierte en la conciencia de la burguesía populista, su intervención económica en la fijación de precios, en la reglamentación de condiciones de empleo, en la distribución del excedente mediante el gasto publico tuvo como objetivo generar bases sólidas para la acumulación de capital industrial en el nivel de que las empresas pudiera producirse.

En cuanto a los modos de ejercer el poder, el Estado es una institución fundamental. La estatización de las lealtades hacia él, identificado o no con un hombre, gracias a la satisfacción de las demandas limitadas y el reconocimiento social sirven como marco a un estilo de gobierno paternalista y autoritario en el cual el clientelismo de masa burocratizado es uno de los mecanismos esenciales de la organización. Por otra parte, el estado puede afirmar estar del lado de los obreros a quienes mantiene en libertad vigilada y en quienes se apoya (ROUQUIÉ; 1990: 284).

2- Según Rouquié, los regímenes populistas aparecen como sistemas de transición que se esfuerzan por integrar las clases populares al orden político y social existente mediante una acción voluntaria del estado, es decir, en el aspecto de colaboración de clases de las formulas políticas que hasta entonces se venían modificando, en la subordinación o por lo menos la ausencia de autonomía de las organizaciones obreras, de esta manera el Estado contribuye por su predicación popular y por la organización de los trabajadores, la cual dirige, a la constitución de clases y al surgimiento de una conciencia de pertenencia entre los obreros urbanos. (ROUQUIÉ; 1990: 283).

En el aspecto de colaboración de clases de esas fórmulas políticas, en la subordinación, o por lo menos la ausencia de autonomía de las organizaciones obreras, se puede señalar el papel de la “vacuna” contra la revolución que desempeñan las políticas sociales, la argumentación popular, y el reconocimiento bajo la egida del Estado de los sindicatos y las organizaciones campesinas (ROUQUIÉ; 1990: 284)

No obstante, a esa transición se llevan a cabo papeles contradictorios, tales como la recurrencia a movilizaciones de clases peligrosas y al mismo tiempo, el intento de garantizar

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