La postura de Cucuzza y lo que sostienen los demás autores: Carr y Cardoso y Pérez Brignoli.
Enviado por Albert • 7 de Marzo de 2018 • 7.808 Palabras (32 Páginas) • 378 Visitas
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El problema que se plantea es ¿con qué criterios definir las clases sociales o estratos en que clasificamos una población? Las alternativas son dos. Una de adoptar una teoría determinada respecto de las clases y someterlas a una suerte de verificación histórica. Otra, empírica, prefiere buscar la definición en la propia sociedad estudiada, considerando como anacronismo toda tentativa de encontrar clases, por ejemplo, una sociedad medieval –considerada como una sociedad de “ordenes, o estamentos”--.
Otro problema que se plantean es el de relaciones de fuerza entre los distintos grupos sociales. En la base de la mayor parte de los conflictos sociales se encuentran razones de tipo económico; sin embargo estas no explican la totalidad del conflicto ni su desarrollo. Enriquecimientos o empobrecimientos, ascensos y descensos en la pirámide social, serán temas de gran importancia.
Ernest Labrousse, lanzó las bases de lo que sería una historia social cuantificada, aunque limitándose a uno de sus aspectos fundamentales que es la historia de la burguesía occidental entre 1700 y 1850. Planteando el principio de que una definición de la burguesía debería ser el resultado y no el punto de partida de la investigación. Para alcanzar tal resultado preliminar, Labrousse indicaba tres grandes categorías de fuentes: fuentes electorales, fuentes fiscales y fuentes demográficas.
Siguiendo los pasos de Labrousse; F. Fauret y Adeline Daumard, se dedicaron al estudio de la sociedad parisiense en los siglos XVIII y XIX, perfeccionando los métodos de tratamiento cuantitativo. Las fuentes que les permitieron obtener los resultados más interesantes fueron las de los archivos notariales (contratos de matrimonios, testamentos, etc.), los inventarios de los bienes de personas muertas, los registros de las declaraciones de sucesión. Sus esfuerzos se orientaron sobre todo a estratificación social según las profesiones y las fortunas, a percibir el juego de las alianzas y de la movilidad geográfica (migraciones). Robert Mandrou, impugnó hasta cierto punto la elección de F. Fauret y Adeline Daumard; considerando que hubieran debido tomar más bien los inventarios post mortem, que permiten obtener una muestra más completa de la población; debido a que en la parte más pobre de la población se casaban sin contrato notarial, ya que este tenía como finalidad el arreglo de las cuestiones relativas a los bienes de los cónyuges.
Adeline Daumard, sostiene que en la historia social como en la historia general, el método cuantitativo tiene sus límites; es necesario insistir más sobre la importancia de la “documentación cualitativa”; el conocimiento de los testimonios de toda especie es indispensable pues solamente ellos pueden aclarar las estadísticas y datos cuantitativos que han sido reunidos. Además, en muchos dominios son los únicos que pueden proveer una respuesta a la pregunta del historiador.
En los siglos XVIII y XIX, el pensamiento racionalista es el que sistematizará el conocimiento y la explicación de dicha jerarquización social con el concepto de clase social. El propio Marx, al convertir el concepto en pieza fundamental de su sistema teórico reconoció haberlo tomado de dos vertientes diferentes: 1) la obra de historiadores como Thierry y Guizot; 2) la economía política clásica, especialmente de Ricardo.
La concepción marxista de las clases sociales parte esencialmente de la situación de grandes grupos de personas con respecto a la propiedad o no de los medios de producción. Pero estas relaciones sociales aparecen vinculadas a una cierto tipo de división social del trabajo y a un cierto estado de evolución de las fuerzas productivas. Es decir, el concepto de clase social solo se entiende en el contexto de un modo de producción. Por otra parte al distinguir las clases sociales de una sociedad determinada, con los criterios ya mencionados, solo se sitúan los grupos fundamentales o más relevantes para explicar el funcionamiento y desarrollo de dicha sociedad. Se interesa por distinguir grupos reales, es decir agrupaciones que por su posición en la estructura productiva tendrán una conducta social de algún modo común y en cierta forma predecible. Como las clases solo se entienden en el contexto de un modo de producción, es más apropiado hablar de estructuras de clases. Las relaciones entre las clases serán entonces relaciones de dependencia o de subordinación.
Otro problema importante es el de la conciencia de clases, es decir la percepción de los intereses de una clase en el seno de una estructura social determinada. Marx, distinguió el caso de una clase sin conciencia de sus intereses y de una clase de conciencia, afirmando que solo al encontrar una clase con conciencia de sus intereses podía hablarse de una clase plenamente constituida; dicha conciencia, además puede desarrollarse exclusivamente en función de la lucha de clases. En sociedades pre-capitalista solo la clase dominante aparece como una clase para sí, lo que explica que las revoluciones eran entonces “revoluciones de minorías”.
Otra manera de enfocar el problema de las jerarquías sociales es el análisis en términos de estratificación social; “estratificación”, se usa habitualmente en dos sentidos: uno, para aludir a cualquier sistema de jerarquías sociales (estratificación de castas, de estamentos, de clases, etc.); otro, es la distinción analítica que hace Weber, de tres dimensiones de la jerarquización social: el poder económico (estratificación de clases); el poder político (estratificación en partidos); y el honor social o prestigio (estratificación en estamentos). En una sociedad dada puede que la estratificación sea resultado de las tres dimensiones señaladas o que predomine alguna de ellas. Weber, consideraba que el aspecto económico se volvía cada vez más relevante y que en consecuencia; la estratificación en “clases” tendía a desplazar a la estratificación en “estamentos”.
La sociología funcionalista norteamericana considera a las estratificaciones sociales como el resultado de la necesidad de una distribución de funciones en las sociedades. Aparece así una identificación entre lo necesario y lo existente, considerando, según un criterio tautológico de validación, que todo lo que existe es necesario. Vistas como una necesidad las estratificaciones se definirán como la distribución desigual de derechos y obligaciones en una sociedad dada, y el prestigio diferencial de las distintas posiciones constituirá la base de la jerarquización. Así pues, en la corriente funcionalista que domina en la sociología norteamericana el prestigio social atribuido a las distintas posiciones y roles de la estructura social en el criterio básico de
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