Moral tributaria

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al contribuyente, sobre lo

que ya pagó impuestos, suponiendo que ya pagó un Impuesto Sobre la Renta (Utilidades y aumento

en el patrimonio); se le incentivaría a mantenerse en la informalidad o se declararía poco.

Algo que si debe tomar en cuenta el legislador es que en la sucesión o donación, debe haber un

parentesco en caso de herencia, ni que sea remunerativo, ya que en estos casos si habría un

aumento en el patrimonio del contribuyente y sería injusto no imponerle contribuciones. En esta

situación el legislador deberá imponer limitantes.

El autor, justifica el pago de los impuestos con el fundamento de que el Estado es el único capaz de

garantizar y proteger la libertad de los ciudadanos; ya que este desaparecería sin el ordenamiento

jurídico, sin tribunales y policías, por lo que genera un costo para el Estado, debiendo recaudar

impuestos para poder desarrollar su función.

Los impuestos deben medirse y utilizarse de manera que se incremente y no se reduzca el bienestar

general. La ciencia de la tributación no puede definir un límite, por lo que el legislador queda en

libertad para determinar los tipos de gravámenes e impones los límites, siguiendo los principios

fiscales fundamentales.

Si el Estado impone tasas y cuotas altas a las grandes empresas e industrias, esto genera costos

más altos, por lo que estas se verán en la necesidad de buscar otros mercados en los cuales

establecerse, con tasas tributarias más bajas, surgiendo una competencia fiscal negativa, la cual no

puede evitar el Estado, solo con el cierre de sus fronteras para evitar la fuga de capitales. Eso lo

debe analizar y controlar el legislador, ya que esto promueve la evasión fiscal y la fuga de capitales.

Muchas veces hacen propaganda proponiendo la disminución de las tasas.

La equidad internacional fiscal se lesiona cuando los Estados quieren atraer a los contribuyentes

con la promesa de tener que pagar menos impuestos. El capital puede eludir la tributación con más

facilidad que el trabajo; el trabajo solo puede reaccionar de forma local, el capital de modo global. Si

los capitales se trasladan al extranjero atraídos por la promesa de pagar menos impuestos, esto

conduce a un gravamen cada vez mayor por parte del ciudadano que obtiene sus ingresos por

salarios; por lo que es necesario establecer tratados internacionales justos que permitan una

competencia justa. La competencia entre los agentes económicos debe basarse en la calidad de las

prestaciones y no en ventajas fiscales.

Impuestos de ordenamiento se denominan como impuestos con fines sociales. El pensamiento fiscal

de muchos políticos, además de orientarse a las elecciones, se encuentra generalmente muy

impregnado de consideraciones económicas. Hay demasiados políticos que ven el Derecho

Tributario un vehículo de política económica y se olviden de las consideraciones jurídicas, teniendo

por objetivos incentivar la inversión, crear más puestos de trabajos, cómo gravar de manera óptima

el capital, los factores de trabajo, entre otros, y utilizan este tipo de impuestos de ordenamiento para

llevarlos a cabo. El destino del impuesto debe estar ligado a la igualdad y justicia, ya que al haber

privilegiados se considera que se les da un trato especial y los no privilegiados un