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TALLER 1 LOS GRIEGOS

Enviado por   •  30 de Septiembre de 2018  •  4.219 Palabras (17 Páginas)  •  307 Visitas

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La posesión de la isla de Salamina por Megara o por Atenas debía dar a una de ellas libre acceso al mar y, con ello, su prosperidad futura. Hacia largos años que Atenas y Megara luchaban por la posesión de Salamina, y, desesperando ya de vencer la resistencia doria, los eupátridas de Atenas habían dictado una ley por la que se condenaba a muerte al que se atreviera a mencionar si quiera el nombre de Salamina o proponer su reconquista.

Parece que el efecto de la lectura de solón fue tan grande, que quinientos exaltados se conjugaron para ir con él a conquistar la isla de unas cuantas barcas de pescadores. Con estos elementos es fama que solón reconquisto a Salamina y aun facilitó la paz definitiva con sus prudentes consejos.

Después de esto, por unanimidad, fue solón elegido arconte y tesmoteta, o legislador, el año 594 antes de Jesucristo. Acaso para atraerse partidarios que consolidaran su autoridad, hizo regresar a los atenienses emigrados; algunos estaban en el destierro por motivos políticos como toda la familia eupátrida de los alcmeónidas, y a estos fue muy difícil indultarlos, pero otros, los más eran proletariados que se habían escapado de la esclavitud por deudas, huyendo al extranjero. Solón para redimir estas deudas, según unos, reunió un capital por suscripción voluntaria entre los eupátridas; según otros, aviso a algunos de sus amigos de que el no intentaba confiscar las tierras, sino sólo condonar las deudas de los acreedores, y con esta seguridad sus amigos se hicieron prestar sumas importantes y compraron grandes haciendas.

Solón se alaba de su hazaña en unos versos conservados por Aristóteles, que dicen: “yo devolví a Atenas, ciudad divina – los hombres que habían sido vendidos - , unos según la ley, otros ilegalmente -, unos que la necesidad llevó al destierro, otros vagabundos, que olvidaron hasta su lengua… - esto hice yo, empleando la fuerza y la justicia.” Además, solón promulgo una ley en la que prohibía hipotecar las personas y vender los deudores como esclavos.

Fijo además los derechos y deberes de las cuatro clases de ciudadanos que debían constituir el organismo del estado, no según sus bienes. En primer lugar, los grandes propietarios, cuya renta anual de quinientas medidas de vino y aceite; después, los caballeros eupátridas, que no tenían más que trecientas medidas anuales, y los últimos los que no llegaban a esta renta anual. De las tres primeras clases se elegían todos los magistrados (arcontes debían pertenecer a la primera); la última clase de ciudadanos, llamados tetes, no tenía más derechos que el de asistir a los consejos.

Los arcontes fueron nueve, y su presidente no era ya el rey, o basileus, sino uno ellos. Los fallos de los arcontes podían apelarse ante una asamblea de cuatrocientos ciudadanos. El areópago quedó tal como estaba, pero en adelante debía actuar como un senado, para vigilar el cumplimiento de las leyes y hacer justicia en los casos de homicidio y ataques a la seguridad del estado.

Comentario de Solón: “Otorgue a la plebe el poder necesario – sin quitarle honor ni darle ni darle demasiado -, y los ricos e ilustres por su nobleza – procuré que no sufrieran en extremo…” “Así la plebe seguía a sus jefes -, sin tirar éstos de las riendas ni aflojarlas demasiado…”

Compró un barco de carga, y marchó primero a Egipto y después a Chipre y al Asia menor.

Los tiranos griegos

A su llegada de tan largo viaje se encontró Solón con la desagradable sorpresa de que pisístrato, compañero de su juventud, simple ciudadano de Atenas, de noble familia, aunque no de sangre real, se había apoderado del gobierno y regía el Atica como tirano.

“por esta época había una guerra civil en el Atica – dice Heródoto – entre el partido de la costa, cuyo jefe era Megacles, de la familia de los Alcmeónidas, y el partido del llano cuyo jefe era de la familia de los Aristolaidas. Aprovechándose de sus querellas, Pisístrato concibió el proyecto de erigirse en tirano de Atenas y con esta idea empezó a formar un tercer partido. Reuniendo en torno suyo una banda de partidarios y presentándose el mismo como protector de las gentes de la montaña, se ingenió para triunfar con la siguiente estratagema. Un día se hirió a sí mismo, e hirió sus mulas, y llegó así con su carro al mercado, pretendiendo haber escapado por milagro de un ataque de sus enemigos, que querían matarle en el camino, al regresar a la ciudad. Para proteger a su persona de otros ataques, pidió al pueblo una guardia privada… y los atenienses, aceptando la propuesta de Pisístrato, le permitieron que armara una banda de ciudadanos, con porras en lugar de lanzas, para que le acompañaran adonde quiere que el fuese. Con esta ayuda, pisístrato se rebeló, conquistando la acrópolis de Atenas primero, y adueñándose después del gobierno y mantuvo sin cambiar un ápice las leyes existentes, administrando al estado según las costumbres establecidas, de una manera sabia y paternal”

Trató Pisístrato de congraciarse con el pueblo repartiendo las tierras de los eupátridas que habían abandonado a Atenas al perder la esperanza de derribarle, además construyó acueductos y derribó los muros que impedían el ensanchamiento de la ciudad.

El pueblo empezó a fatigarse de la tiranía, y los jóvenes, llamados Harmodio y Aritogitón, decidieron matar a los tiranos el día de la procesión de las panateneas, cuando por el ritual religioso de esa fiesta podían llevar armas sin excitar sospechas.

La historia de la restauración de la normalidad en Atenas es también interesante; la poderosa familia de los alcmeónidas, enemigos mortales de Pisístrato, habían recuperado su fortuna en la emigración, tomando el contrato de la construcción del templo de Apolo en Delfos.

Habiéndose asegurado el auxilio formal y decidido de Esparta, los emigrados invadieron el Atica, y cuando su empresa parecía peligrar un ejército espartano vino a reunirse con la banda de los alcmeónidas y sitió a Hipias en la Acrópolis.

Así acabaron los tiranos en las ciudades griegas, depuestos por los aristócratas; pero éstos, al recobrar sus derechos tuvieron que hacer al pueblo importantes concesiones.

Clístenes y la constitución ateniense.

Las reformas electorales de clístenes, para prevenir el peligro de la tiranía, empezaron por aumentar el número de los miembros del consejo, que de cuatrocientos pasó a ser de quinientos, elegidos también por sorteo; y para los efectos electorales la población del Atica fue dividida en diez

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