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TEORÍAS CONTRACTUALISTAS. HOBBES, LOCKE Y ROUSSEAU

Enviado por   •  22 de Marzo de 2018  •  12.712 Palabras (51 Páginas)  •  461 Visitas

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La inclinación general de la humanidad entera es entonces un perpetuo e incesante afán de poder que cesa solamente con la muerte, la pugna de riquezas, placeres, honores u otras formas de poder, inclina a la lucha, la enemistad y a la guerra; por ello en la naturaleza del hombre se encuentran tres causas principales de discordia: la competencia, la desconfianza y la gloria. Dicho esto, la competencia impulsa a los hombres a atacarse para lograr un beneficio, la desconfianza para lograr la seguridad y la gloria para ganar reputación. Con todo esto, mientras el hombre viva sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se llama guerra. Una guerra que es la del todos contra todos. Sin embargo, Hobbes advierte que nunca existió un tiempo en que los hombres particulares se hallaran en una situación de guerra del uno contra el otro, sino que en diferentes épocas el ser humano se halla en estado de continua enemistad, en la situación y postura de los gladiadores, con las armas asestadas y los ojos fijos uno en otro; por ende en esta guerra nada puede ser injusto. Las nociones de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar, donde no hay poder común, la ley no existe, donde no hay ley, no hay justicia; en esta condición, en la cual el hombre se encuentra por obra de la simple naturaleza, en una guerra de todos contra todos, el puede tener la posibilidad de superar ese estado, en parte por sus pasiones y también por su razón.

Las pasiones que inclinan a los hombres a la paz son el temor a la muerte, el deseo de las cosas que son necesarias para una vida confortable, y la esperanza de obtenerlas por medio del trabajo, en otras palabras, la pasión inclina a los hombres a desear y conseguir los bienes y privilegios del prójimo; esto sería entonces la necesidad del hombre, pues su naturaleza es estar en guerra los unos con los otros. Mientras tanto y por otro lado la razón los hace pensar que sin seguridad y duración, los bienes y privilegios deseados no tienen sentido porque no se pueden disfrutar. La razón entonces sugiere normas adecuadas de paz, a las cuales pueden llegar los hombres por mutuo consenso. Estas normas son las que Hobbes llama Leyes de la naturaleza, las cuales servirán para que el hombre salga de ese estado de guerra. Hobbes define 19 leyes de naturaleza sin embargo existen dos fundamentales de las cuales se derivan las restantes, la primera de ellas se refiere a que cada hombre debe esforzarse por la paz, mientras que tiene la esperanza de lograrla, y cuando no puede obtenerla, debe buscar y utilizar todas las ayudas y ventajas de la guerra, es decir, buscar la paz y seguirla defendiéndose por todos los medios posibles; la segunda ley dice que el hombre debe acceder ( si los demás consienten también y mientras se considere necesario para la paz y defensa de sí mismo ) a renunciar este derecho de todas las cosas y a satisfacerse con la misma libertad, frente a los demás con respecto a él mismo. Es como aquella ley del evangelio: " no hagáis a los demás, lo que no queráis que os hagan a vosotros".

De la segunda ley de naturaleza según la cual los hombres están obligados a transferir a otros los derechos que perturban la paz, se deduce una tercera ley que se refiere a que los hombres cumplan los pactos que han celebrado, entonces mientras las pasiones enfrentan a los hombres, la razón los hace pactar; ahora bien, cuando los pactos se respetan y se llevan a cabo hay justicia, que quiere decir que existe una voluntad constante de dar a cada uno lo suyo. Todos los hombres tienen derecho a todas las cosas y por ende son iguales ante la ley, esta inclinación de pactar lleva a los individuos a convenir un contrato, que implica la renuncia de todos sus derechos que poseían en el estado de naturaleza para otorgárselo a un soberano que a cambio les garantizará el orden y la seguridad, con el contrato se renuncia a la libertad y a cualquier derecho que pudiera poner en peligro la paz. El ser humano requiere de algo mas que pactar, que haga su convenio constante y obligatorio, y ese algo es un poder común que los mantenga a raya y dirija sus acciones hacia el beneficio colectivo; los pactos no descansan en la espada, no son más que simples palabras, sin fuerza que exista para proteger al hombre de algún modo; por consiguiente, a pesar de la leyes de la naturaleza, si no se ha instituido un poder , cada uno fiará en su propia fuerza para protegerse contra los demás hombres.

El único camino para erigir semejante poder común, capaz de defenderlos contra la invasión de los extranjeros y contra las injurias ajenas, asegurándoles que por su propia actividad y por los frutos de la tierra puedan nutrirse a sí mismos y vivir satisfechos , es conferir todo su y fortaleza a un hombre o una asamblea de hombres, esto es algo más que consentimiento o concordia, es una unidad real de todo ello en una persona, instituida por pacto de cada hombre con los demás ,en forma tal como si cada un dijera a todos: * autorizo y transfiere a este hombre o asamblea de hombres mi derecho de gobernarme a mi mismo, con la condición de que vosotros transferiréis a este vuestro derecho, y autorizaréis todos sus actos de la misma manera; hecho esto, la multitud unida en una persona se denomina Estado y el titular de esta persona se denomina soberano. Esta es la generación de el Leviatán, o más bien de aquel dios mortal, el cual debemos, bajo el dios inmortal, nuestra paz y nuestra defensa; y que fundando el estado solo es posible la sociedad civil, es decir, la organización de todos los súbditos sometidos al poder del estado, se convierte en el polo opuesto de la guerra.

La idea de ese estado todopoderoso en la tierra, ese dios mortal que atemorizara a todos los ciudadanos, es el Leviatán, el monstruo bíblico que se convierte en la gran solución que el hombre creo para su conservación, bajo la soberanía de estado se garantiza paz, porque sin estado no hay sociedad entre los hombres, sino un mero estado natural de desconfianza y terror mutuo; de esta forma el signo de esta soberanía absoluta es el poder dar y quebrantar la ley, el soberano es el verdadero fijador de la justicia y de la moral, ya que lo justo y lo bueno, pasan a definirse como lo coincidente con la voluntad del soberano. El soberano es el único poder legislativo y el estado la única fuente del derecho, incluso en los asuntos de índole espiritual o religiosa es el soberano quien tiene la máxima autoridad.

La diferencia de gobiernos consiste en la diferencia del soberano o de la persona representativa de todos y cada uno de la multitud, el representante deber ser por necesidad o una persona o varias, cuando el representante es un hombre, entonces el gobierno es una monarquía; cuando lo es una asamblea

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