El sentimiento de soledad en el niño, desde lo intrapsíquico a la realidad cotidiana

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Diego repetitivamente pedía jugar en sesión a “la escondida”, re-vivenciando (para no recordar), como es la relación con su madre, una especie de juego del Fort-Dá tan bien descrito por Freud, como una forma de revivir y poder comprender cómo la figura amada puede estar y luego desaparecer o morir, como plantea Lacan (1966) “Así el símbolo se manifiesta en primer lugar como asesinato de la cosa, y esta muerte constituye en el sujeto la eternalización de su deseo” (p. 306), es para el niño no sólo un juego sino la simbolización de su ansiedad y su frustración de no poder tener a la madre ni tener control absoluto sobre la situación que lo envuelve, sólo le queda intentar a través del juego con otro significar como son sus relaciones.

Son diversas las figuras que han sido cuidadores principales, pero todas ellas, al igual que su madre, se van, lo dejan, y él queda solo con sus frustraciones y la rabia de ser abandonado nuevamente. Es por esto que quizás el niño realiza estas rabietas-síntoma en su colegio, queriendo evidenciar que le duele y le afecta no sentirse querido y amado, ni por tanto visto por la madre u otro significativo como el padre. Necesita que lo vean, y la forma que halló de hacer esto efectivo es a través del disturbio. Para el niño la sensación de sentirse abandonado complejiza integrar sus impulsos de vida y de muerte, como también sus objetos buenos y malos, por esto en su discurso continuamente encontramos un lenguaje contradictorio y confuso. Pues es en sesión que emerge la palabra del niño, su dificultad de entender e integrar todo aquello que sucede en su entorno. La falta de control sobre su vida y como todo por muy bien ordenado que parezca termina desmoronándose en torno a él o por causa de él. Así lo vimos en el juego de la “vaca-pequeña”, en donde Diego ordenaba los animales de la granja en fila en un lugar difícil de equilibrar y aunque fuesen muchos animales la “vaca-pequeña” los lanzaba todos lejos. Podemos evidenciar en el juego cierta omnipotencia presente en el niño, y quizás cierto grado de negación de la realidad, una forma de decir “los destruiré a todos”, mostrando sus impulsos agresivos y la incapacidad de jugar sin que la ansiedad persecutoria se presente.

La integración en Diego, como lo plantea Klein, puede ser un proceso doloroso, debido a la sensación de soledad no sólo enfrentada en su mundo interno, sino también en la realidad externa, probando la tesis de estar solo en el mundo, sin un objeto bueno que lo proteja, comprenda y aprecie, como quizás lo fue su madre al ser un bebé. Por esto, es muy importante generar en el niño la sensación de seguridad nuevamente, de continuidad respecto de sus cuidadores principales, que estos se muestren comprensivos y capaces de dar amor, no a partir de regalos, sino de afecto físico. La soledad será siempre parte de su vida, en los momentos de angustia esta se hará patente generando conflictos y desaprobación hacia el rechazo de la madre, pero en tanto, a través de las sesiones aprenda a ver a los objetos de manera total, podrá integrar el objeto bueno (madre que ama) con el objeto malo (madre que abandona), y comprender que cada persona cercana a él tendrá un lugar en sus vida, que no son buenas o malas, sino simplemente personas con problemas propios, no siempre relacionados con él. Y que finalmente, debe aprender a relacionarse consigo mismo, entender qué le sucede y por qué, generando mecanismos de autorregulación para enfrentar los momentos de angustia y desesperación, como también, tolerancia a la frustración de sus deseos, evitando los comportamientos disruptivos o representativos de la rabia, el temor y la ansiedad que lo domina en esos momentos.

Referencias

Klein, M. (1963). El Ortiba. Buenos Aires: Colectivo de la cultura popular. Recuperado de: http://www.elortiba.org/mklein/melanie.Klein.6.37.htm

Lacan, J. (1966). Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. En Siglo veintiuno Editores y Gabriela Ubaldini. Escritos 1. (pp. 231-309). Argentina: Siglo veintiuno Editores.