FÁBRICA DE TRASTORNOS

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Y no se me ha de olvidar algo que llamó mi atención: El uso del término “normal” para referirse a algo tal vez dentro de la denominación de “común” o “con alta incidencia”; una vez más ¡Qué suerte que este texto no etiqueta a las personas! O les quita de la normalidad. Espero poder atribuirlo a un error (horror) producto de la traducción.

Figura como una guía; sin embargo, en ella algunos términos no se encuentran de manera “objetiva, precisa y exacta”, como les gusta profesar.

Anuncian que usan un total de 130 pacientes como grupo usando para la elaboración de los protocolos y prototipos. En el mundo hay millones de personas y a una porción enorme de ellas se lan atribuido alguna enfermedad mental, ¿cómo podría generalizarse un número tan pequeño para una población tan grande? Habría que volverles a dar una clase de estadística y ayudarles a determinar un correcto muestreo.

Otro punto que se me hizo interesante es el “diagnóstico definitivo”, la sentencia a muerte o el cambio de naturaleza de la persona. Ya dejando de ser -tal vez- Juan Pérez para convertirse de por vida en “el esquizofrénico; adiós a María la del Barrio y bienvenida “la bipolar”; adentrándose aún más en ese funesto mundo en el que se han topado, y atándolos (a ellos, familia, amigos y conocidos) a cargar con esa cruz.

No dudo de las buenas intenciones con las que se ha podido crear esta guía, o por lo menos es lo que prefiero creer. Pero hay que tener extremo cuidado con el cómo se utiliza esta herramienta.

En conclusión, no basta con leerlo y seguirlo “al pie de la letra”, no solo convertirse en clientes fidelizados que de manera automática adquiere este producto; o en este contexto, un profesional que a diestra y siniestra reparte diagnósticos definitivos a todo aquel lo visite en su consultorio, también es necesario despertar un poco el amor la vocación, hacia los demás y un sentido humano, para hacerse responsable y considerar otros enfoques, y cuestionar qué tan aplicable puede resultar este escrito en el contexto en que se encuentra cada profesional de la salud mental.

Y no hay que olvidar el gran anuncio de esta versión: “El hecho de que el manual omita un trastorno no implica que este no exista”. Tal vez, en la siguiente versión encontraremos un sin número nuevas patologías que aplicar, encontrar y sobre todo explotar. No hemos de perdernos la nueva línea de producción de esta fábrica de trastornos.