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FORMACIÓN CÍVICA Y ÉTICA. LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

Enviado por   •  13 de Septiembre de 2018  •  1.778 Palabras (8 Páginas)  •  283 Visitas

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Considero que, sabiendo lo anterior acerca del desarrollo de la empatía en el individuo, será necesario enfatizar las primeras etapas de vida para educar bajo principios de altruismo y empatía para un desarrollo moral eficiente, por lo que resulta imprescindible la práctica o vivencia de experiencias de amabilidad y consideración, para conseguir que los niños por voluntad propia lleven a cabo actos de bondad y altruismo, y no sólo por imposición o mandato haciéndoles sentir obligados a ayudar. Será preciso hacer reflexionar al niño más que pretender que memorice. Para lograrlo, dando sólo algunos ejemplos, hay que mantener altas expectativas del pequeño, enseñarle a practicar actos de bondad y amabilidad siendo un modelo y logrando que los adquieran como hábito, comprometerlos a ser serviciales, etc.

Otras emociones morales que requieren perfeccionarse para incrementar el desarrollo de la IE son las que surgen por valores como la honestidad y sinceridad. Desde pequeños, los niños comienzan a mentir por naturaleza, porque no le dan importancia a las palabras, sino a los actos, así que mienten o no dicen la verdad por temor a las consecuencias de sus actos sin darse cuenta que sus palabras también es algo malo. No es sino a los cuatro años de edad aproximadamente, cuando los niños comienzan a comprender que tener la intención de mentir o engañar es malo y se vuelven apasionados de la verdad ya que reaccionan indignados cuando, por ejemplo, se dice o se promete una cosa, y no se cumple.

Por lo general, las emociones morales mejoran conforme el individuo crece. Pero respecto a la veracidad no ocurre lo mismo. Cuando los niños crecen, de cierta manera pierden ese interés por decir o buscar la verdad de las cosas y, en cambio diferencian y clasifican las mentiras como buenas o “piadosas” y malas o peores que otras. Por ejemplo, es una mentira del peor tipo cuando se quiere evitar ser regañados o castigados, ya que ello implica además no ser responsable de sus actos. También existen las mentiras no tan malas para quedar bien con una persona o no herir sus emociones. Incluso, existen mentiras honorables que pueden hablar bien de una persona, como las que son necesarias para ayudar a otro.

Al respecto es de suma importancia que, en primera instancia, se mantenga en los niños esa pasión por preferir la verdad que la mentira para evitar que ésta se convierta en un hábito. Además se debe reconocer que, por lo explicado anteriormente, es casi imposible evitar que los niños mientan. Se requiere encaminarlos a que hagan conciencia de no necesariamente decirlo todo, mientras no se inventen cosas. Además, para ello es imprescindible tener altas expectativas de ellos y mostrarles confianza para que no sientan la necesidad de mentir, siempre y cuando a la vez se respete su intimidad.

Para lograr elevar la IE de los niños, considerando desarrollar la empatía y la honestidad entre otras emociones y valores, son necesarias diversas estrategias como algunas antes mencionadas, así como aprovechar lo bueno de hacer sentir emociones negativas como la vergüenza y la culpa. Con esas emociones de escarmiento sobre conductas antisociales, a los niños les queda un aprendizaje más significativo a que si se les sobreprotege cuidando su autoestima y evitando que reflexionen sus actos ni que distingan entre lo que está bien o está mal. Mientras se busque cumplir un objetivo educativo, como el de reflexionar sus conductas o que aprendan una lección, hacer sentir esas emociones negativas impactará de manera positiva y constructiva en el desarrollo moral de las personas. Pues podría decirse que es más significativa una experiencia negativa de la que se aprendió la lección que una placentera que no haga reflexionar.

Por ejemplo, si un niño le falta al respeto a una persona y le hacemos ver su error haciendo que pida disculpas, él se sentirá avergonzado y culpable, lo que le llevará a que, por más que se le imponga que pida perdón aunque no sea por voluntad, en el momento de hacerlo a la vez se producirá en él la empatía y comprenderá que debe modificar su comportamiento para no hacer sentir mal ni a los demás ni a sí mismo.

A manera de conclusión, puedo decir que desarrollar la inteligencia emocional es un aspecto de suma importancia para la práctica educativa así como lo es elevar el cociente intelectual de los niños. Por ello, la clave de lograr un desarrollo moral en los niños que impacte en su inteligencia moral, considero que está en la calidad de las relaciones interpersonales que entablemos con los alumnos, pues ese vínculo emocional es lo que puede lograr hacerlos progresar. Es necesario hablar y practicar los valores si se pretende que una persona sea emocionalmente capaz de reconocer y entender sus emociones (para una conciencia emocional), gestionarlas sin estallar o bloquearse (para auto-regularse), confiar en sus capacidades, marcarse objetivos, tomar decisiones responsables y auto-motivarse (para una autonomía emocional), entender las emociones de los demás, "conectar" y mantener relaciones positivas (para adquirir habilidades empáticas y sociales). Todo ello requiere no sólo del ejemplo, si no de hacer que el individuo construya su propia IE en base a sus experiencias, orientándole por el buen camino.

Bibliografía

Shapiro, Lawrence E. (1997). “La inteligencia emocional de los niños”. Vergara Editor, S.A.: México, D. F.

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