Informe Rorschach adulto

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Hay en él una atención excesiva hacia el control lógico. Busca la postergación de cualquier impulso a través de la supresión de la expresión personal. Parece ser que hay una creencia a la base de que los impulsos internos pueden desintegrar al yo, que el exponer sus verdaderos deseos y creencias conlleva una angustia avasalladora frente a la cual cree no poseer las herramientas necesarias para enfrentarla.

El control yoico de los impulsos se hace a través de defensas inmaduras. Cualquier frustración genera rabia y postergación de los impulsos, justamente por la fuerza en que ellos son experimentados, invalidan los intentos control y la frustración no conduce a una cohesión adaptativa de la identidad porque tiende a escapar en la fantasía.

Este control rígido lleva también a la incorporación de un esquema corporal rígido. Tiende a representaciones defectuosas en lo físico y no aceptación del esquema corporal, ya sea por juicios sociales o culturales. Esta inseguridad es parte influyente en su forma de interactuar con el mundo y toma un rol importante en la valoración de sí mismo.

Parece poco abierto al contacto e intercambio social, lo que lo llevaría a una inhibición de su individualidad, y a un empobrecimiento de la experiencia afectiva necesaria para incorporar relaciones satisfactorias.

La falta de contacto social real obedece a una internalización ambivalente de los objetos primarios y a temores fóbicos frente al contacto humano. Su propia inseguridad lo lleva a buscar una satisfacción en la fantasía y a separar lo bueno y lo malo de cada objeto, sin poder unificarlos.

Hay una inmadurez y desmotivación general que marcan la forma en que ve el futuro. Su tendencia a evitar y ocultar lo que considera malo, erróneo o carencial, hace que mantenga la creencia irracional que cambiar un aspecto de su vida no depende de él sino de otros. Este infantilismo y pensamiento superficial puede traspasar distintas áreas de su vida, como lo afectivo, las relaciones interpersonales, su trabajo académico, etc.

Una consideración final importante de destacar es que uno de los indicadores más frecuentes en la aplicación del test eran los que aludían a su tendencia al ocultamiento y encubrimiento. El no querer mostrarse produce una falta de contacto afectivo, lo que produce a su vez una falta de empatía. A este pensamiento poco empático, se suma la falta de reconocimiento de lo positivo y negativo del mundo, lo que le puede impedir mantener relaciones satisfactorias, por lo que hay una cierta apatía y desesperanza aprendida. Como su énfasis está en evaluar los aspectos carenciales del mundo, se refuerza su tendencia a no querer mostrarse al mundo y a refugiarse en la fantasía.