Los aspectos positivos y negativos del matrimonio
Enviado por Rimma • 1 de Noviembre de 2018 • 1.950 Palabras (8 Páginas) • 472 Visitas
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También hay que descartar que los jóvenes también nombren el apoyo, respeto y la tolerancia dentro algunos factores que influyen en el éxito del matrimonio. En cuanto al compartir ideologías políticas o religiosas van toando en papel menos importante, y eso también hace al respeto y tolerancia a diferencia de la antigüedad, que el solo hecho de pensarlo se volvía un acto subversivo.
El hecho es que en estos tiempos se enfatiza más en lo que es el bienestar afectivo sexual de la pareja y la dimensión reproductora pasa a un segundo plano, no poniendo en el centro de la felicidad la procreación, sino que el éxito del matrimonio o de la convivencia, dependiendo el caso, se basa en realizaciones personales o de pareja, y muchas oportunidades es totalmente real y respetable el hecho de que una mujer no quiera ser madre, un varón un padre o la pareja sea cual fuera su orientación no quiera, ni deseen tener hijos/as.
Y para concluir, en cuanto al matrimonio y la cultura creo que es necesario desmitificar el amor romántico y dilucidar los mitos y creencia que hay en torno al matrimonio y la convivencia.
Citando a (Ulrick y Elisabeth Beck, 2001) Mito del matrimonio o convivencia: creencia de que el amor romántico-pasional debe conducir a la unión estable de la pareja, y constituirse en la (única) base del matrimonio (o de la convivencia en pareja). Esto nos crea problemas porque vimos que la institucionalización de la pasión, y el paso del tiempo, acaban con ella. Por eso nos divorciamos y buscamos nuevas pasiones que nos hagan sentir vivos, pero en seguida la gente vuelve a casarse, cometiendo el mismo error que la primera vez. El matrimonio en la Era de la soledad ha visto, así, aumentada su dimensión mitológica e idealizada: “La idolatría del matrimonio es la contrapartida de las pérdidas que produce la modernidad. Si no hay Dios, ni cura, ni clase, ni vecino, entonces queda por lo menos el Tú. Y la magnitud del tú es el vacío invertido que reina en todo lo demás. Eso significa también que lo que mantiene unido al matrimonio y a la familia no es tanto el fundamento económico y el amor, sino el miedo a la soledad”
• Mito del libre albedrío: creencia que supone que nuestros sentimientos amorosos son absolutamente íntimos y no están influidos de forma decisiva por factores socio-biológicos-culturales ajenos a nuestra voluntad.
• El mito del emparejamiento: creencia en que la pareja es algo natural y universal. La convivencia de dos en dos ha sido, así, ratificada en el imaginario colectivo, e institucionalizada en la sociedad.
Gracias a nuestra actividad racional, la Humanidad puede no solo construir mitos, sino también deconstruirlos, porque en ellos están insertos los miedos, las motivaciones, el sistema de creencias, los valores, la ética, los modelos a seguir y los deseos de los miembros de esa cultura. En el caso del romanticismo patriarcal, creo que es fundamental exponer las entrañas de sus mitos para poder acabar con la desigualdad y con el patriarcado a nivel narrativo, emocional e ideológico. Es importante mostrar la falsedad de esas idealizaciones que nos encajonan en unas máscaras sociales, que empobrecen nuestras relaciones y nos hacen sufrir porque chocan con la Realidad, generalmente menos bella y maravillosa que la fantasía amorosa.
La simplicidad de los estereotipos de género invisibiliza la amplia gama de modos de ser, de estar y de relacionarse que existen para hombres, mujeres y gente transgénero. Nos encierra en unos supuestos sobre lo que deberíamos ser, cómo deberíamos estar y sentir. De igual modo, los mitos amorosos crean unas expectativas desmesuradas que luego causan una intensa decepción, más hoy en día que no tenemos tolerancia al no; nos frustra todo enormemente porque nos ilusionamos con las promesas que nos venden en los relatos de la sociedad globalizada. El modelo de amor idealizado y cargado de estereotipos aprisiona a la gente en divisiones y clasificaciones perpetuando así el sistema jerárquico, desigual y basado en la dependencia de sus miembros en el que vivimos.
Además, provocan dolor en la gente porque el amor no es eterno, ni perfecto, ni maravilloso, ni nos viene a salvar de nada. La utopía del amor romántico, con sus idealizaciones, es la nueva religión colectiva que nos envuelve en falsas promesas de autorrealización, plenitud, y felicidad perpetua. De ahí la insatisfacción permanente y la tensión continua entre el deseo y la Realidad que sufrimos los habitantes de la posmodernidad.
Y es que nos pasamos la vida sufriendo decepciones precisamente por estas “ilusiones” que nos invaden en forma de espejismo. Es cierto que nos ayudan a evadirnos, pero quizás estamos en un momento en el que deberíamos dejar de entretenernos y de escaparnos tanto de la Realidad que no nos gusta. Y mientras, las mujeres siguen esperando a su príncipe azul y los hombres a sus princesas virginales en un círculo vicioso que no se completa jamás, porque no existen y porque las personas somos infinitamente más complejas y contradictorias que los personajes planos de los cuentos patriarcales.
Lo lógico debería ser poder transformar los relatos, contar nuevas historias, cambiar los modelos idealizados que han quedado obsoletos, construir héroes y heroínas de carne y hueso, crear nuevos mitos que nos ayuden a construir unas sociedades más justas, igualitarias, ecologistas, cultas y pacíficas. Encaminar nuestros esfuerzos al bien común, trabajar para proponer otras realidades, luchar por construir otras nuevas en lugar de huir de lo que hay mediante paraísos emocionales y promesas de salvación individuales. (Coral Herrera Gómez).
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