PEc Desarrollo I.

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Yo: ¡No estás diciendo la frase entera! Tiene que entenderse que diga la frase, ¿no?

Pero debía ser una norma añadida en la que ante la proximidad de perder todos los niños hacían la misma operativa, recitar la frase muy rápidamente para poder darse la vuelta lo antes posible y mi queja no tuvo ningún efecto.

Definitivamente toqué su espalda con lo que había ganado el juego.

Ángel: Jo, has ganado, ahora te toca “quedarte” a ti.

Lógicamente estaba cabreado, había perdido su condición de líder. Me giré hacia el resto y les dije que se pusieran en la posición inicial y sabiendo que antes habían hecho trampas moviéndose antes de tiempo aprovechando que Ángel se dirigía hacia la pared, antes de empezar a recitar la frase me giré de nuevo y pude ver como todos se habían desplazado más allá de la línea de inicio.

Yo: ¡Todos atrás, estáis por delante de la línea de inicio!

De hecho todos hicieron un gesto airado dándose la vuelta y volviendo a la posición de inicio. Ninguno discutió ni siquiera que no había dicho la frase, indudablemente todos eran conscientes de que se estaban saltando una regla del juego y que habían hecho trampas y el hecho de que les hubiera pillado solo implicaba una pequeña ventaja perdida a la hora de acercarse para ganar.

Con todo lo acontecido en el juego me dispuse a hacer una pequeña trampa, dejé que se acercaran bastante y cuando me giré dije que les había pillado a todos moviéndose (lo cual no era cierto, algunos estaban perfectamente quietos), pero como en la anterior situación los que realmente sabían que se habían movido y habían sido pillados no dudaron en ponerse de mi parte indicando que efectivamente les había pillado y como me había imaginado, a pesar de que lo hicieron a regañadientes, todos volvieron a su sitio de partida.

Después de unas cuantas veces jugando, Natalia se quejó por no haber “quedado” nunca, al ser la más pequeña propuse que “quedase” ella una vez, lo cual le puso muy contenta. Pude observar que a pesar de que todos los niños querían ganar al juego los demás no pusieron ningún impedimento a que la más pequeña tuviese su momento y una vez terminó de “quedar” Natalia aproveché para preguntarles.

Yo: ¿Quién os ha enseñado este juego?

Carmen: A mí mi mamá.

Ana: Yo he jugado con otros niños en el parque.

Natalia: Yo he aprendido hoy a jugar a este juego.

Ángel: Yo ya había jugado con mi primo el año pasado.

Otros niños se acercaron al corro que habíamos formado y preguntaron si podían jugar también, momento que aproveché para dejarles jugar ya a ellos solos. Pude comprobar como volvieron a explicar las reglas a los niños que se estaban incorporando al juego exactamente igual que me las habían explicado a mí.

Conclusión:

Como conclusión, se puede observar que los niños siguen jugando a los juegos de siempre, aunque se puede apreciar que la aparición de las nuevas tecnologías ha disminuido la práctica de estos juegos sustituyéndolos por charlas sobre los videojuegos que juegan en las consolas y ordenadores.

A pesar de todo, los juegos de antes siguen estando ahí, pueden haber cambiado de nombre e incluso de reglas, pero la base de dichos juegos no y a veces el cambio de reglas se debe las conveniencias de cada momento (no querer perder suele ser la más habitual de las razones para cambiar alguna regla que beneficie al que precisamente le interesa cambiarla)

Quiero destacar haberme sentido integrado totalmente en el grupo de niños de forma muy rápida y que a pesar de la diferencia de edad existente, ninguno se ha quejado en ningún momento de que al ser yo una persona mayor tenía ventaja sobre ellos, sino todo lo contrario, se mostraron muy contentos de poder enseñarme “su” juego y “sus” reglas.

Cuando por fin nos despedíamos todos ellos se acercaron a preguntarnos cuando volveríamos al parque a jugar, que se lo habían pasado muy bien.