Unidad I. Mente y cerebro: ¿unidad o dualidad?
Enviado por Albert • 19 de Diciembre de 2018 • 2.408 Palabras (10 Páginas) • 417 Visitas
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El hombre, en cambio, por el hecho de que su ser no se encuentra completamente sumido en la corporalidad, está capacitado para trascender los estímulos y tendencias que le vienen impuestos por su ser biológico y físico. El hombre no está determinado por estos estímulos y tendencias, ya que, si bien posee necesidades materiales que lo empujan a desear ciertas cosas, puede reprimirlas en función de otros fines de orden “inmaterial”, tales como la virtud, la cultura, el amor, etc. De ahí que el hombre pueda ordenar su vida a fines que trascienden por completo las necesidades materiales. Eso explica también que el comportamiento de cada ser humano sea tan diferente.
Esto último, por cierto, no solamente puede dar lugar a cosas buenas; también puede ser ocasión para cosas malas. Por ejemplo, por simple entretención, hay hombres capaces de matar y de hacer cosas terribles a los demás. La capacidad de hacer el mal por el mal es una desviación de la cual solo es capaz un ser que puede superar el ámbito de sus necesidades biológicas. Otro ejemplo típico es el orgullo, por el cual un hombre puede sentirse impulsado a matar a otro o a dar su vida a causa de una simple ofensa. Claramente, el orgullo no es un mal suscitado por un deseo desmedido de satisfacer necesidades materiales – como podría serlo el deseo sexual desmedido –, sino que es un mal de naturaleza “espiritual” por excelencia.
En definitiva, el hombre puede elegir entre distintos tipos de comportamiento y entre distintos tipos de vida. Los animales, en cambio, no pueden hacerlo, ya que se encuentran totalmente determinados por su ambiente.
Ahora bien, es necesario explicar con mayor exactitud el por qué de la libertad humana. Como se ha dicho antes, la razón es que el ser del hombre “trasciende lo corpóreo”. Pero, en concreto, ¿en qué nivel encontramos esta trascendencia?: en la inteligencia (o razón, intelecto, etc.). A esto podemos agregar la voluntad, que parece depender de la primera. La naturaleza inmaterial de estas dos facultades permite al hombre actuar de manera independiente a lo que es determinado por el aspecto biológico de su ser. De este modo, frente a todos los procesos biológicos que se encuentran implicados en la vida humana y en el ejercicio de sus funciones, el hombre puede realizar actos que no dependen de esos procesos gracias a esas dos facultades. Profundicemos un poco esta idea.
- Inteligencia y libertad
Ya hemos hablado bastante de la inteligencia, pero conviene recordar algunos puntos importantes. La inteligencia es, en su sentido más profundo, la capacidad de conocer lo que las cosas son por medio de la formación de conceptos y teorías universales. Es gracias a la inteligencia que el hombre puede ir más allá de lo concreto que manifiestan los sentidos y obtener un conocimiento más profundo. Conociendo lo que las cosas son, el hombre es capaz de ir más allá de los impulsos instintivos que lo empujan a satisfacer necesidades materiales, puesto que es capaz de “darse fines de orden inmaterial concebidos por la inteligencia”, tales como la virtud, la justicia, la ciencia, etc. Incluso, frente a esos fines que conoce por medio de la inteligencia, es capaz de reprimir los impulsos sensibles. Por ejemplo: si nuestro instinto nos empuja a protegernos y huir cuando vemos que un asesino va a matar a alguien, nuestra consciencia sobre el valor de la vida humana y acerca del deber de la justicia nos puede empujar a arriesgar nuestra vida para salvar a esa persona.
Asimismo, el intelecto permite al hombre reflexionar sobre los fines que le convienen y deliberar sobre los medios apropiados para alcanzar esos fines. Un animal recibe un estímulo y, de acuerdo a un impulso definido por su instinto, reacciona de una manera determinada. El hombre, en cambio, frente a una situación análoga, reflexiona sobre lo que le conviene y delibera sobre cómo conseguirlo, actos que, por ser ejercidos por una facultad inmaterial, son independientes de la causalidad biológica. Asimismo, la reflexión y la deliberación permiten al hombre actuar siguiendo los criterios que él mismo forma y no siguiendo únicamente los impulsos de su ser biológico. Por ello, se puede decir que el hombre actúa guiado por razones y no necesariamente por instintos o impulsos biológicos impuestos genéticamente por su naturaleza o especie.
Por último, manteniéndonos aún en el plano de la inteligencia humana, se debe decir que el auto-conocimiento del hombre permite que este pueda “auto-determinarse” hacia un fin. Es decir, la posesión de una intimidad, de un mundo interior enfocado en su ser propio, permite que el hombre pueda darse fines y actuar en conformidad con estos. En otras palabras, dado que el hombre se auto-conoce, puede ponerse a sí mismo como objeto de proyectos y decisiones. En cierto modo, cuando decimos “yo haré esto” estamos también diciendo “yo haré que yo mismo haga esto”. Este último punto es extremadamente importante, por lo que tendremos que retomarlo en el ítem siguiente sobre la libertad interior.
- Libertad vs espontaneidad
En conclusión, la libertad humana es el resultado del trabajo conjunto de lo que tradicionalmente se denomina “facultades superiores del hombre”: la inteligencia y la voluntad. De este modo, la libertad es una capacidad humana cuyo ser depende de estas últimas. Se es libre porque se posee “inteligencia” para descubrir lo que nos conviene – aun cuando se pueda equivocar en esta búsqueda – y porque tenemos “voluntad” que permite “querer” o “amar” esos fines descubiertos por la inteligencia. En otras palabras: el ejercicio de la libertad depende de la inteligencia y de la voluntad, sin las cuales no existiría.
Algunos creen que ser “libre” significa únicamente que podamos hacer lo que se nos dé la gana sin que nadie nos moleste ni nos diga nada. Por eso, creen que, en el fondo, el hombre regido por normas sociales o por criterios morales no es realmente libre, ya que no se le permite hacer lo que desea. Aunque sea cierto que el término “libertad”, gracias a su significado básico (“no sujeto a”), puede prestarse legítimamente para esta clase de utilización, es necesario aclarar que no es esta utilización del término la que da cuenta de lo que entendemos cuando afirmamos que el hombre es “constitutivamente” o “por esencia” libre. La libertad en este último sentido se apoya en la posesión de la inteligencia y de la voluntad, por lo que un hombre que puede ejercerlas correctamente nunca deja de ser libre, incluso si está en la cárcel o en una situación análoga. El hombre siempre tiene, al menos, la posibilidad de querer
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