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CRISIS DE PÁNICO LA PEOR PESADILLA HECHA REALIDAD

Enviado por   •  13 de Febrero de 2018  •  1.866 Palabras (8 Páginas)  •  310 Visitas

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Salí rápidamente del supermercado, puse en su silla a Martín, me abroché el cinturón, puse la radio para distraerme. Mi hijo preguntaba qué pasaba, por qué estaba tan apurada, yo sin saber qué contestar atinaba a pedirle que se callara. Al poco avanzar veo en el camino un atasco, los autos no avanzaban y yo ahí, sin saber dónde arrancar. Lo peor de todo era no sólo mi inseguridad, sino que la de mi hijo. No podía dejar de preguntarme; ¿qué pasará con Martín?, ¿quién lo cuidará?, ¿se quedará solo en el auto viendo a su madre morir? Las palpitaciones aumentaron, me ahogaba y sudaba al mismo tiempo.

Comenzaron a avanzar los autos, ya quedaba menos para llegar a casa, pero mi mente y físico me decían que parara, que algo malo iba a ocurrir. Decidí llamar a mi marido al trabajo, le dije que estaba mal, que de verdad pensaba que algo me pasaba. Que estaba asustada y que iba con Martín en el auto. Me dijo que me estacionara y me tranquilizara. Lo segundo no pude hacerlo, pero sí subí el auto a una vereda y detuve el motor en pleno centro de Viña. Recuerdo una tienda de tatuajes en la esquina y un hombre que me miraba; pensé que ese sería mi salvador. Le grité y toqué la bocina como una loca desesperada, Martín gritaba qué pasaba, yo le decía que nada, que se quedara tranquilito. “Mi salvador” acudió inmediatamente en mi ayuda, me trajo un vaso de agua y me recostó en el asiento. Le dije que me iba a morir, que llamara a una ambulancia. Marqué el teléfono de mi marido y se lo pasé mientras sentía que iba a perder la conciencia. Se me habían dormido las manos y los pies, había dejado de sentir la piel.

Mi marido llegó antes que la ambulancia, me agarró, me dejó en el asiento del copiloto y partió al Hospital más cercano. Como recuerdos entrecortados de esa experiencia puedo mencionar a carabineros escoltando el auto, y a mi hijo gritando “rápido, rápido, esto es una emergencia”. Incluso viéndolo en retrospectiva es algo que me causa terror, y de verdad no se lo doy a nadie.

En el “Hospital”, como buen centro asistencial público de nuestro país, me atendieron como reina. Luego de verificar que no era nada grave y ponerme un tranquilizante a la vena, me dejaron en una camilla en el pasillo junto a más de 20 personas. Ahí estuve tratando de controlar mi angustia y frustración, aún no quería creer que era una nueva Crisis de Pánico, ya que jamás me había sentido tan mal, al punto de llegar a un hospital pensando que me iba a morir.

Estuve pésimo todo el fin de semana, me temblaban las manos y no encontraba ánimo para levantarme. El domingo por fin me vestí y salimos a pasear con los niños por la playa. Llamé a mi siquiatra de miles de años y le conté lo que me pasaba. Él me señaló que estaba frente a una “Gran Crisis de Pánico”, por lo que tuve que volver a terapia y a tomar pastillas.

Sentí mucha rabia y luego me resigné. Me dije a mi misma que estaba enferma y que mi deber era tratarme en vez de negarlo. Así lo hice. Pensé que debería tomar pastillas para siempre, pero con el tiempo descubrí que no funciona exactamente así.

Las crisis de pánico son reacciones del cuerpo a ciertas emociones. Es verdad que existen antecedentes genéticos y que muchos siquiatras te dicen que hay una sustancia (serotonina) que te falta para activar la cadena neuronal, en fin. Muchas teorías, sin embargo, a ciencia cierta, ninguna 100% demostrable.

Yo me quedo con la explicación de mi último siquiatra, que me ha servido y que he comprobado con la realidad. Mi cuerpo ya está acostumbrado a reaccionar de una forma ante una amenaza. Está acostumbrado a responder con taquicardias, sudoración y distorsión de la realidad, sin importarle que la amenaza que ha tomado como estímulo no sea tal. Me explico. Si subo rápidamente una escalera, mi corazón se acelera. Como se acelera, mi cuerpo piensa que existe una amenaza y por tal comienza con la reacción en cadena. Ergo, se desata una nueva “crisis de pánico”.

¿Cómo me las arreglo para vivir con eso? Básicamente, pienso diariamente que las crisis pasan y rápido, que debo respirar profundamente y no hiperventilarme. Pienso en que nada me va a pasar y trato de distraerme para no seguir elucubrando qué voy a hacer si me viene una fuerte. Y así pasa.

Aunque sigo tomando antidepresivos, ya dejé los tranquilizantes y cuando me viene una crisis ni siquiera me tomo la “pastilla SOS”, pues logro controlar la crisis por mí misma. No sólo respirando profundo y convenciéndome de que nada va a pasar, sino recurriendo por ejemplo al desahogo de escribirlo y contárselo al mundo, en parte como catarsis y en parte para que otras personas no pierdan la esperanza de que sí se puede salir, que sí te puedes mejorar y que tu mente es suficientemente poderosa como para aprender a vivir con ello.

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