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John Searle y la Inteligencia Artificial

Enviado por   •  7 de Octubre de 2018  •  Ensayos  •  3.978 Palabras (16 Páginas)  •  380 Visitas

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Contenido

INTRODUCCIÓN        2

DESARROLLO        2

INTELIGENCIA ARTIFICIAL        3

PROBLEMÁTICA. ¿Puede una máquina poseer procesos mentales y cognitivos similares a los de los seres humanos normales?        5

LA HABITACIÓN CHINA        8

CONCLUSIÓN        11

REFERENCIAS        13

INTRODUCCIÓN

El propósito del presente trabajo es mostrar cuáles son los errores en los que caen los defensores de la teoría computacional de la mente, sobre todo en la inteligencia artificial.

John Searle y su enfoque neurobiológico de la conciencia me ayudará a explicar por qué una máquina jamás podrá razonar como lo hace el cerebro humano.

Comenzando por Descartes y su dualismo mente-cuerpo, pasando por Alan Turing y el concepto de “programa almacenado”, el concepto de Inteligencia Artificial, el cuarto chino de Searle y su significado de conciencia.

 DESARROLLO

René Descartes, Francia (1596-1650), propuso una explicación del sistema nervioso que rompía con las concepciones anteriores. Utilizó la teoría sobre el movimiento de los fluidos hidráulicos para explicar la función del cerebro y el comportamiento de los animales. Sin embargo, él consideraba que los mecanismos cerebrales controlaban el comportamiento humano. Las capacidades exclusivas del hombre residían fuera del cerebro, en la “mente”. Descartes era un dualista que creía que la mente y el cuerpo eran entidades separadas. La importancia de Descartes en nuestro conocimiento del cerebro es en primer lugar su argumento de que, entre el hombre y los animales, la diferencia está en la posesión de un alma, una entidad a la que liga no solo la inteligencia sino también las emociones y la memoria. En segundo lugar, como poseedores de mente, los humanos son los únicos seres que pueden pensar, que tienen un lenguaje y los únicos que saben que existen.

En la frase quizá más famosa y conocida de la Filosofía occidental, Descartes lo expresa como “Cogito, ergo sum”, “Pienso, luego existo”. Los animales al contrario que nosotros no tienen pensamiento abstracto no experimentan estados emocionales reales como amor o remordimiento y son incapaces de pensar o responder voluntariamente.

En 1649 publica “Les Passions de l’Ame” (Las pasiones del alma), donde clasifica la vida emocional en seis estados básicos: admiración, amor, odio, deseo, alegría y tristeza. Todas las demás son variantes de estas seis emociones básicas que se explicaban por los movimientos de los espíritus en el cerebro, la sangre y los órganos vitales. Él pensaba que el alma debía tener un centro de control en el cerebro, uno que controlara los movimientos de “los espíritus animales” a través del sistema nervioso y para ello propone que mente y cuerpo se comunican en un punto, la glándula pineal. Actualmente sabemos que la pineal está inervada por el sistema nervioso simpático y que puede funcionar como fotorreceptor en los animales con reproducción estacional como anfibios, reptiles y aves. Con poca luz, en los meses de invierno, produce más melatonina, lo que inhibe la reproducción.

Es así como logran interactuar, según Descartes, la mente y el cuerpo y esta postura dualista, es la que más adelante nos lleva a lo que llamamos ahora, Inteligencia Artificial.

INTELIGENCIA ARTIFICIAL

De acuerdo con el enfoque de la Inteligencia Artificial, la mente humana se puede concebir como un sistema de procesamiento de la información que opera o funciona de manera muy similar a una computadora.

En 1948, en el simposio de Hixon, por vez primera un grupo de expertos en diferentes disciplinas (físicos, matemáticos, psicólogos, lingüistas, neuropsicólogos, antropólogos, sociólogos) expresan sus ideas en contra del conductismo y surge la analogía entre el cerebro humano y la computadora.

Alan Turing (1912-1954), quien, en 1936, publica una tesis doctoral donde esboza la analogía entre datos e instrucciones, fundamento del concepto de “programa almacenado”, base de las computadoras modernas.

“En 1950, Alan M. Turing, uno de los pioneros de la computación, se preguntó si algún día las máquinas podrían pensar. Pero por ser tan difícil de definir la actividad de pensar, Turing se propuso comenzar con una simple computadora digital. Cuando se le preguntó si al incrementar su memoria y velocidad, y proveyéndola de un programa adecuado podría llegar a pensar como un ser humano, él contestó: “Considero la pregunta, ¿pueden pensar las máquinas?, demasiado provista de sentido como para merecer una respuesta. Sin embargo, estimo que a fines del siglo el uso de palabras y en general la opinión culta habrán cambiado tanto que se podrá hablar de máquinas pensantes sin esperar ser contradicho”. (H. Harrison y M. Minsky. 1993)

Alan Turing en 1950 sugirió que, si una máquina se programara de tal forma que, su interlocutor no pudiera diferenciar sus respuestas a las de un humano, nadie podría refutar la teoría de que las máquinas pueden pensar y esta idea dio origen a “La prueba de Turing”.

La prueba de Turing consiste en que la computadora y algún voluntario humano se ocultan de la vista de un interrogador o examinador. Mediante el simple procedimiento de plantear preguntas de prueba a cada uno de ellos debe poder distinguir entre la computadora y el ser humano. Tanto preguntas como respuestas se trasmiten de modo impersonal. Por ejemplo, pulsadas en un teclado o mostradas en una pantalla. Al interrogador no se le da más información que la que obtiene de esa secuencia de preguntas y respuesta. El ser humano responde a las preguntas sinceramente y trata de persuadir al interrogador de que él es realmente el ser humano. Por otro lado, la computadora está programada para mentir y tratar de convencer al interrogador de que ella es el humano. Esta idea, se puede ver claramente en Ex Machina, película de ciencia ficción británica de 2015.

Por otro lado, en el libro “La nueva ciencia de la mente” de Howard Gardner, hace el análisis de los avances que ha tenido la inteligencia artificial a partir del verano de 1956 en Dartmouth y hasta nuestros días. Ahí se reúne un grupo de diez jóvenes especialistas en Matemáticas que se propusieron debatir la posibilidad de producir programas de computadora capaces de “comprender” o de “pensar”. Cuatro destacaron en el campo de la Inteligencia Artificial (IA). Sobre todo, John McCarthy, quien llegó a ser fundador y director de los laboratorios de IA en el Instituto Tecnológico de Massachussetts (ITM). Él fue el principal organizador y acuñador del término inteligencia artificial, sus tres compañeros eran: Marvin Minsky, Herbert Simon y Allen Newell, todos ellos convencidos de que las computadoras podrían llevar a cabo procesos semejantes al pensamiento humano. Los trabajos presentados iban enfocados a este fin.

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