LA EXISTENCIA DE LA SEXUALIDAD INFANTIL, UN HALLAZGO QUE AMPLIÓ LA PERSPECTIVA PARA COMPRENDER EL DESARROLLO
Enviado por Antonio • 9 de Agosto de 2018 • 3.326 Palabras (14 Páginas) • 392 Visitas
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Es asombroso pensar como Freud se atrevió a investigar y escribir sobre este tema tabú en aquella época, afirmando que “un estudio a fondo de las manifestaciones sexuales de la infancia nos revelaría probablemente los rasgos esenciales de la pulsión sexual, dejaría traslucir su desarrollo y mostraría que está compuesta por diversas fuentes” (Freud, 2005, p. 157). La unión de fenómenos que gracias a la indagación psicoanalítica se han podido entender, al considerar al chupeteo como una exteriorización sexual, cree conveniente estudiar justamente en él los rasgos esenciales de la práctica sexual infantil (Freud, 2005, p. 164). Estos rasgos esenciales se observan según Freud en:
Su primera actividad, la más importante para su vida, el mamar del pecho materno (o de sus subrogados), no pudo menos que familiarizarlo con ese placer. Diríamos que los labios del niño se comportaron como una zona erógena y la estimulación por el cálido aflujo de leche fue la causa de la sensación placentera. Al comienzo, claro está, la satisfacción de la zona erógena se asoció con la satisfacción de la necesidad de alimentarse. El quehacer sexual se apuntala [anlehnen] primero en una de las funciones que sirven a la conservación de la vida, y sólo más tarde se independiza de ella.
En conclusión, en el chupeteo o el mamar con fruición hemos observado los tres rasgos esenciales de una exteriorización sexual infantil; 1. Esta nace apuntalándose en una de las funciones corporales importantes para la vida (ejemplo, el chupeteo del pecho materno); 2. Todavía no conoce un objeto sexual, pues es autoerótica (ejemplo, el onanismo del lactante); 3. Su meta sexual se encuentra bajo el imperio de una zona erógena (ejemplo, genitales), una peculiaridad de estas zonas en la etapa pregenital, es que funcionan con independencia de las pulsiones parciales. El rasgo más característico de la sexualidad infantil es el hecho de que la meta de la pulsión no está dirigida a otra persona, sino que se satisface en el cuerpo propio, es decir, es autoerótica.
Etapas pregenitales. Las zonas gonadales aún no han alcanzado un estadio de desarrollo que las posicione en su papel hegemónico (reproductivo) en la organización de la vida sexual, “hasta aquí hemos tomado conocimiento de dos de ellas, que hacen la impresión de unas recaídas en estadios anteriores de la evolución zoológica” (Freud, 2005, p. 180). En efecto son dos tipos de estadios que constituyen la formación sexual pregenital, los cuales son:
Primera: Oral – caníbal. Se presenta en el periodo de lactancia. “La actividad sexual no se ha separado todavía de la nutrición, ni se han diferenciado opuestos dentro de ella” (Freud, 2005, p. 180). Ya que el niño en esta etapa busca satisfacer la necesidad vital de alimentación, la cual “se obtiene mamando rítmicamente un sector de la piel o de mucosa” (Freud, 2005, p. 164). La meta sexual de esta primera etapa es “la incorporación del objeto” (Freud, 2005, p. 180). Dado que la añoranza de volver a sentir aquella satisfacción sexual, crea un deseo que nunca podrá ser satisfecho (como la primera vez), esto hace que el niño no se sirva de un objeto ajeno para mamar, sino que prefiera una parte de su cuerpo no solo por la comodidad que genera la independencia del mundo exterior el cual no controla, sino también porque se asegura una segunda zona erógena, esa necesidad incesante por repetir aquella satisfacción sexual hace que sea infructuoso evitar la separación con la necesidad de alimentación (Freud, 2005).
Segunda: Sádico – anal. En esta fase la actividad anal adquiere connotaciones libidinales, ya que el ano se constituye como una zona erógena por excelencia, gracias a que “aquí ya se ha desplegado la división en opuestos, que atraviesa la vida sexual;” (Freud, 2005, p. 180). Sin embargo, con este despliegue aún no se ha establecido una identidad sexual (masculino y femenino), pero, si la aparición de la polaridad activo – pasivo; ligada a la posibilidad que tiene el niño tanto de retener como de expulsar los excrementos.
Estos sectores predestinados (oral, anal, genitales) de piel o de mucosa en los que estimulaciones de cierta clase provocan sensaciones placenteras de cualidad sexual, pueden dar origen a una pulsión parcial en cada sector o zona erógena (oral: pulsión oral; anal: pulsión anal; lo mismo ocurre con la pulsión sádica, apoderamiento, escópica y las de autoconservación). En la etapa pregenital “aparecen con cierta independencia respecto de las zonas erógenas, y sólo más tarde entran en estrechas relaciones con la vida genital” (Freud, 2005, p. 174).
Las exteriorizaciones sexuales masturbatorias.
Activación de la zona anal. La sensibilidad va dirigida a la mucosa anal y al acto de la defecación, sin olvidar el placer bucal. En esta mucosa anal “debe admitirse que el valor erógeno de este sector del cuerpo es originariamente grande” (Freud, 2005, p. 168).Esta zona produce sensaciones muy placenteras, las cuales se refuerzan por el aprendizaje en el control de esfínteres. Este aprendizaje vendrá con la aparición de las primeras prohibiciones, y también de los primeros 'regalos' (las heces). En paralelo con el placer que el niño obtiene a través de la defecación está la realidad de la limpieza, y el control a que esta es sometida por parte del entorno. El niño aprende que produce algo valioso y que su control le permite, en cierta medida, manejar a su madre, también se establece, una nueva forma de relación que puede ser vivida como algo beneficioso (la limpieza) y satisfactorio (la felicidad de su madre) o bien como una imposición difícil de aceptar. Se podrán observar también juegos con las propias heces o con sustitutos (tierra, lodo, eses de otros niños, entre otros). Es una etapa en la que se inicia un cierto proceso de autonomía y de autoafirmación. En esta etapa va a empezar a manifestarse también, con intensidad, la necesidad de explorar el cuerpo, lo cual le hace contactar con sus órganos genitales que manipulará para obtener placer. (Freud, 2005).
Segunda fase de la masturbación infantil. En esta etapa la pulsión sexual no ha dejado de presentarse, pero la función reproductora todavía no ha hecho aparición en la vida del niño, motivo por el cual estas fuerzas instintivas sexuales, esta fuerza motivante a la cual Freud llamó libido, es direccionadas hacia otros intereses dándose así el proceso de sublimación, que les permite estar durante esta etapa calmados sexualmente.
Los chicos fantasean con su futuro objeto sexual, al que va dirigida la función de procreación, imaginándolo con características similares a las personas
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