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LA EXISTENCIA DE LA SEXUALIDAD INFANTIL, UN HALLAZGO QUE AMPLIÓ LA PERSPECTIVA PARA COMPRENDER EL DESARROLLO

Enviado por   •  27 de Octubre de 2018  •  2.297 Palabras (10 Páginas)  •  379 Visitas

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De esta manera, el chupeteo o el mamar permite observar tres rasgos esenciales de una exteriorización sexual infantil; la primera, que se apuntala en una de las funciones corporales importantes para la vida (el chupeteo del pecho materno como medio de supervivencia); la segunda, que todavía no conoce un objeto sexual, pues es autoerótica (el onanismo del lactante); y la tercera, que su meta sexual se encuentra bajo el imperio de una zona erógena, encontrando su satisfacción en el propio cuerpo (autoerotismo).

Por medio de esta manifestación el niño emprende una búsqueda de placer, tropezando con una de las partes predestinadas (pezón, genitales); no obstante aunque el pene o el clítoris están destinados a adquirir gran importancia en el porvenir sexual, en la infancia su función principal está relacionada con la micción aunque en esta acción misma se halla estímulo a través de las secreciones. (Freud, 1999. p.58).

Estas organizaciones de la vida sexual en las que las zonas genitales no tienen todavia la función reproductora, Freud las denomina Pregenitales (Freud, 2005, p. 180). En efecto son dos tipos de estadios que constituyen la formación sexual pregenital estas son:

Primera: Oral – caníbal. Se presenta en el periodo de lactancia. “La actividad sexual no se ha separado todavía de la nutrición, ni se han diferenciado opuestos dentro de ella” (Freud, 2005, p. 180). La meta sexual de esta primera etapa es “la incorporación del objeto” (Freud, 2005, p. 180). Dado que la añoranza de volver a sentir aquella satisfacción sexual, crea un deseo que nunca podrá ser satisfecho (como la primera vez), esto hace que el niño no se sirva de un objeto ajeno para mamar, sino que prefiera una parte de su cuerpo no solo por la comodidad que genera la independencia del mundo exterior que no controla, sino también que asegura una segunda zona erógena, esa necesidad incesante por repetir aquella satisfacción sexual hace que sea infructuoso evitar la separación con la necesidad de alimentación (Freud, 2005).

Segunda: Sádico – anal. “Aquí ya se ha desplegado la división en opuestos, que atraviesa la vida sexual; empero, no se los puede llamar todavía masculino y femenino, sino que es preciso decir activo y pasivo” (Freud, 2005, p. 180); Freud atribuye a esta zona una gran excitación que obtienen los niños que aún se alimentan de pecho cuando después de contener la materia fecal a la que “consideran como una parte de su cuerpo (un primer regalo) hasta obtener “violentas contracciones musculares” la expulsan “como si fuera un niño concebido por el acto de alimentación y parido por el recto” (Freud, 1999, p. 56.) Es en esta etapa en la que el niño siente que le están prohibiendo sentir su primer placer, al condicionarlo a realizar el acto de la excreción, provocando en él la represión.

Tercera: La de masturbación de la pubertad o segunda fase de la masturbación infantil. En esta etapa la pulsión sexual no ha dejado de presentarse, pero la función reproductora todavía no ha hecho aparición en la vida del niño, motivo por el cual estas fuerzas instintivas sexuales, esta fuerza motivante a la cual Freud llamó libido, es direccionadas hacia otros intereses dándose así el proceso de sublimación, que les permite estar durante esta etapa calmados sexualmente.

Los chicos fantasean con su futuro objeto sexual, al que va dirigida la función de procreación, imaginándolo con características similares a las personas que ellos han amado, aman y quienes han sido acompañantes y buenos guías durante su desarrollo, sus padres; es hacia ellos que han orientado hasta ese momento sus pulsiones sexuales, la hija hacia su padre y el hijo hacia su madre. De esta manera se puede concluir que todo objeto sexual posterior se da como sustituto del objeto sexual infantil.

Etapa genital: En ella afloran los deseos sexuales dándose inicio a la actividad sexual, cuyo objeto será un sujeto del sexo opuesto. En esta etapa se da ya el desarrollo de los genitales internos, la segregación de los fluidos sexuales que producen la erección del pene y la lubricación de la vagina como producto del placer que genera la excitación sexual; a partir de la pubertad, se atraviesan ciertas etapas, en las que tanto la parte física, como la parte anímica van sufriendo cambios, sufren una metamorfosis.

Desde la segunda etapa infantil, es decir alrededor de los ocho años hasta la pubertad, se empiezan a sufrir ciertos cambios principalmente físicos, en los que los genitales van a cambiar de tamaño y de cierto modo van a adquirir una predisposición para ser estimulados produciendo la excitación sexual .Freud nos va a proponer tres caminos que conducirán a que se dé esta excitación: primero, el mundo externo, desde el que se estimulan las zonas erógenas; el interno y último, el anímico que intenta combinar ambos, estos caminos conllevarán a que en el individuo surjan distintos signos que revelen la excitación.

Disposiciones perversas polimorfas

Ante esta latente sexualidad infantil y bajo la influencia de la seducción, el niño puede convertirse en un perverso polimorfo” (Freud, 2005, p. 173), se puede inferir, que por la atención que recibe el niño de un objeto externo (llámese padre, madre, cuidador, etc.), hace erogenizar varias zonas del cuerpo, activando así las pulsiones parciales, las cuales el niño busca satisfacer una a una (polimorfismo) desviándose del fin cultural de la reproducción, ya que solo busca la satisfacción, dicho en otras palabras, la descarga de aquella tensión sexual.

Freud (2005) afirma que el niño posee una disposición para practicar todas las agresiones a la norma y solo regirse por el principio de placer, ya que en este según sea la edad, aún no están establecidos los diques sociales (vergüenza, moral y asco), sea porque estos no existan o estén en formación (p. 173). La ausencia de estos diques hace que el infante dirija sus deseos sexuales hacia cualquier objeto, desorganizadamente y sin represión, por lo tanto lo hace carecer de identidad sexual (género) e identidad personal; al aparecer o constituirse los diques sociales después del polimorfismo, el niño entra en un estado de latencia, donde sus deseos sexuales están aminorados y apagados hasta su exuberante florecimiento en la pubertad, última etapa del desarrollo sexual, en la que los deseos sexuales se dirigen hacia objetivos "normales" según Freud, es decir, se canalizan en encuentros heterosexuales, subordinados a la zona genital y con un fin meramente reproductivo.

CONCLUSIÓN

“Las constituciones sexuales innatas en la diversa

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