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Los estresores son los acontecimientos o circunstancias que generan el estrés

Enviado por   •  26 de Junio de 2018  •  5.167 Palabras (21 Páginas)  •  346 Visitas

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Lo contrario de este dilema es el conflicto de evitación/evitación, en el cual la persona se enfrenta con dos posibilidades indeseables o amenazantes, ninguna de las cuales tiene rasgos positivos. La forma popular de expresar este dilema es estar “entre la espada y la pared”. Cuando se enfrenta a un conflicto de evitación/evitación la gente trata de escapar de la situación completa. Si el escape es imposible, trata de seleccionar la opción menos amenazante o “el menor de dos males”. Más a menudo la gente vacila entre elegir una amenaza o la otra, como el beisbolista que queda atrapado entre la primera y la segunda base. Empieza a correr hacia la segunda, se da cuenta de que lo pondrán fuera y voltea a la primera, sólo para percatarse de que lo atraparán ahí si trata de regresar. En las situaciones sin salida como ésta, la gente simplemente puede esperar acontecimientos que resuelvan el conflicto por sí mismos.

En el conflicto de aproximación/evitación, una persona es atraída y repelida por la misma meta. Ésta es la forma más común de conflicto y la más difícil de resolver. De acuerdo con Lewin, cuanto más nos acerquemos a una meta con características buenas y malas, más se intensificarán los deseos de acercarse y alejarse, pero la tendencia a la evitación se incrementa con mayor rapidez que la tendencia a aproximarse. Por eso, en un conflicto de aproximación/evitación nos acercamos a la meta hasta que alcanzamos el punto en que la tendencia a aproximarse sea igual a la de evitar la meta. Temerosos de seguir acercándonos, nos detenemos y vacilamos, sin decidir nada, hasta que la situación cambia. Un ejemplo familiar es una pareja cuya única pelea es que uno quiere casarse, pero el otro está inseguro. La segunda persona quiere continuar la relación (aproximación), pero se resiste a hacer un compromiso permanente (evitación). En la vida real, a menudo enfrentamos al mismo tiempo dos o más metas, cada una de las cuales es menos que ideal pero también tiene suficientes rasgos positivos que nos atraen.

Fortaleza y resiliencia: Suzanne Kobasa (1979) identificó un rasgo al que llamó fortaleza en personas que toleran el estrés excepcionalmente bien o que parecen prosperar con él. Las personas fuertes ante el estrés están abiertas al cambio. En lugar de ver la pérdida del empleo como una catástrofe, definen la situación como una oportunidad para empezar una nueva carrera. Su motivación es interna más que extrínseca, están fuertemente comprometidos con su trabajo y se comprometen en actividades significativas. Por último, la gente fuerte ante el estrés experimenta las demandas difíciles del ambiente como desafiantes más que como intimidantes.

Estrés autoimpuesto: En el extremo opuesto de la gente fuerte y resiliente se encuentran los que se crean problemas adicionales a los eventos estresantes de su ambiente. Como resultado, con frecuencia experimentan ansiedad u otros síntomas de estrés en ausencia de estresores externos. Albert Ellis señalaba que dichas personas por lo regular tienen creencias irracionales y derrotistas que aumentan innecesariamente las tensiones normales de la vida. Un ejemplo es la creencia de que “Es esencial que todos me amen o aprueben todo lo que hago”. Para la gente que tiene esta creencia, cualquier señal de desaprobación será una fuente de considerable estrés. Otra creencia imposible es: “Debo ser competente, adecuado y exitoso en todo lo que hago”. Esas personas toman la menor señal de fracaso o inadecuación como evidencia de que son seres humanos sin valor.

Afrontamiento del estrés: Cualquiera que sea su fuente, el estrés requiere que lo afrontemos, es decir, que hagamos esfuerzos cognoscitivos y conductuales para manejar el estrés psicológico (Lazarus, 1993). Los psicólogos distinguen entre dos tipos generales de afrontamiento: el afrontamiento directo y el afrontamiento defensivo. El afrontamiento directo se refiere a esfuerzos intencionales por cambiar una situación incómoda, tiende a estar orientado al problema y a concentrarse en el problema inmediato. Por ejemplo, cuando nuestras necesidades o deseos se ven frustrados, podemos tratar de eliminar los obstáculos entre nosotros y nuestras metas, o bien, podemos retirarnos. De manera similar, cuando somos amenazados, podemos tratar de eliminar la fuente de la amenaza, ya sea atacándola o escapando de ella. En contraste, el afrontamiento defensivo se refiere a diversas formas de autoengaño que proporcionan un medio de proteger nuestra autoestima y reducir el estrés (Cramer, 2000). Por ejemplo, la persona se convence de que en realidad no es amenazada o de que en verdad no desea lo que no puede obtener. El afrontamiento defensivo tiende a orientarse hacia la emoción y a concentrarse en nuestro estado mental.

Afrontamiento directo: Cuando estamos amenazados, frustrados o en conflicto, tenemos tres opciones básicas de afrontamiento directo: confrontación, negociación o retirada. Podemos encarar de manera directa una situación e intensificar nuestros esfuerzos para recibir lo que deseamos (confrontación). Podemos renunciar a una parte de lo que queremos y persuadir a otros de que renuncien a parte de lo que desean (negociación). O podemos admitir la derrota y dejar de luchar (retirada). Considere el caso de una mujer que ha trabajado duro durante años y que no ha recibido ningún ascenso. Se entera de que la razón es que ha manifestado su renuencia a trasladarse temporalmente de la sede de la compañía a una sucursal situada en otra parte del país para adquirir más experiencia. Su negativa a trasladarse se interpone entre ella y su meta de progresar en su carrera. Esta mujer dispone de varias opciones.

Confrontación: Se llama confrontación al hecho de reconocer que existe un problema que requiere solución, y hay que encararlo y avanzar con decisión hacia la meta. El sello distintivo del “estilo de confrontación” consiste en hacer intensos esfuerzos por afrontar el estrés y lograr los propósitos (Morris, 1990). Esto puede implicar el aprendizaje de habilidades, obtener ayuda de otros o esforzarse más. O tal vez requiera que se den pasos para cambiar uno mismo o la situación. La mujer que hemos descrito antes puede decidir que si en verdad quiere progresar en la compañía tiene que aceptar la reubicación. O podría tratar de cambiar la situación de diversas maneras. Podría cuestionar la suposición de que trabajar en la sucursal le daría el tipo de experiencia que su supervisor piensa que necesita. También podría tratar de convencer a su jefe de que está lista para ocupar un mejor puesto en la oficina central. La confrontación también incluye expresiones de enojo.

Negociación: Una de las formas más comunes y efectivas de afrontar directamente

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