Orientación Vocacional en la Infancia
Enviado por John0099 • 15 de Enero de 2019 • 2.512 Palabras (11 Páginas) • 410 Visitas
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El Cuidador Temporal cumple un rol de soporte de las ansiedades tempranas y primitivas del menor. Es a la vez, un observador de la interacción de esta díada. Es decir, observa el desarrollo del menor y se observa a si-mismo, en su rol de cuidador y en las reacciones y ansiedades que se despiertan en él en relación al menor. Con posterioridad a su experiencia diaria, redacta los hechos que acaecieron en su interacción con el bebé, poniendo énfasis en sus fantasías y elementos propios de su contra-transferencia. El Cuidador Temporal trae este material y lo comenta semana a semana en su grupo de trabajo, donde es sostenido y apoyado. Hemos visto que este grupo de contención emocional y de reflexión es de gran importancia, pues ayuda al cuidador temporal a compartir las intensas emociones a las que se ve expuesto en esta tarea. El grupo acompaña, sostiene e incentiva la elaboración de la experiencia del cuidador Temporal durante todo el tiempo en que ejerce este cuidado con el menor a su cargo. Se establece así una cadena de apoyos.
El cuidado de un bebé que ha sido vulnerado en sus derechos más elementales y que reacciona muy rápidamente a su condición de aislamiento afectivo es un tema complejo, delicado, con serias implicancias éticas y precisa a nuestro entender de la participación de especialistas. Por ello, la labor de Cuidador Temporal solo ha sido desempeñada por psicólogos clínicos seleccionados y preparados para esta función.
El aislamiento emocional de un Recién Nacido en condición de abandono constituye para nuestro equipo una emergencia. Por ello, nos hemos preocupado de lograr una detección temprana de esta situación y de instalar un Cuidador Temporal a su lado dentro de las primeras 24 hrs en que se confirma su condición de abandono.
El Cuidador Temporal tiene la difícil tarea de construir junto al menor una relación afectiva mutuamente significativa al mismo tiempo que se prepara para el cierre de esta experiencia y la entrega del menor a su familia definitiva. Debe ser capaz de cumplir un rol parental substitutivo, pero que es ejercido desde el lugar del Cuidador Profesional, lo que implica una posición y una actitud que lo diferencia de la postura materna. Se espera que entre en un estado de preocupación maternal primaria, y que preserve su sensibilidad y receptividad exaltada hacia el menor a pesar de permanecer solo 1-2 hrs del día junto a él. Debe cuidar a un bebé cuyas manifestaciones secundarias a su aislamiento afectivo son el ensimismamiento y la evitación del contacto afectivo, quedando privado de los estímulos que lo reasegura y lo satisface en su relación con el menor. Debe sumergirse en las circunstancias particulares de vida del pequeño, y asumir las angustias de muerte, las ansiedades primitivas de desintegración, la incertidumbre sobre su destino, el dolor y la pena por su aislamiento y condición de desamparo.
En el cierre de esta intervención, es el Cuidador Temporal que introduce a la familia definitiva y permite al niño familiarizarse gradualmente con sus nuevas figuras parentales. La masiva investidura afectiva de la familia adoptiva con el niño y su introducción a una vida hogareña van a favorecer la elaboración de esta pérdida para el menor. En un escenario ideal, la familia adoptiva puede preservar y favorecer la continuidad de la relación del profesional que ejerció el rol de Cuidador Temporal con el pequeño.
Viñeta clínica
Inicio mi rol de Cuidador Temporal a los 15 días de vida de Javiera. Es una niña hermosa, de finas facciones, pelo negro, piel mate con 2,1 kgrs de peso. Su madre de 21 años tiene un hijo anterior entregado en adopción. Es adicta a drogas y alcohol, vive en condiciones de gran precariedad, ejerce la prostitución. La madre la visitó en un par de oportunidades y luego de su alta no ha vuelto al hospital a reclamarla ni tampoco se ha presentado para brindarle asistencia. La familia extendida está informada del nacimiento de la niña pero tampoco se ha manifestado y la menor ha quedado en un estado de aislamiento emocional dentro del Servicio.
21 días de vida, 7º día de cuidado y acompañamiento:
Cuando llego al mediodía, Javiera duerme. “Es una niña muy tranquila” dicen todos los miembros del equipo médico, “no reclama para nada”.
En el transcurso de la hora, Javiera se despereza y se incorpora de a poco. La saludo, le hablo con entusiasmo, anticipo con las palabras cada comportamiento con ella. Javiera no fija la mirada, no reacciona a mi presencia, es especialmente pasiva y poco demandante. No reclama cuando le retiro la ropa y queda desnuda en su cuna. Dentro de su bañera, no se queja pero tampoco da señales de placer, de excitación o de alegría. Mantiene una mirada perdida, tranquila. No mueve sus brazos y piernas. No expresa una reacción emocional cuando la retiro de su bañera. En todo momento, la percibo lejana, ensimismada, retraída en sus vivencias corporales. Me genera un intenso dolor, y quedo todo el día afligido y preocupado por ella.
Javiera evoluciona con un franco retraso en fijar la mirada, es una niña dormilona y que permanece somnolienta durante su período de alerta tranquila. Es pasiva, con un llanto débil y tardío. Su postura corporal es de hipotonía, con pocos desplazamientos de sus extremidades superiores e inferiores. Se alimenta bien, pero tolera sin quejas el atraso de su leche, no muestra mayor avidez, no reacciona contrariada a la interrupción de su suministro de leche. No detiene su mirada en mi rostro, tampoco lo hace con algún objeto inanimado de la sala, no da señales de que me reconoce. Sí llora, se calma rápidamente cuando la tomo en brazos. Se amolda a mi cuerpo pero no percibo señales sobre sus preferencias posturales. La encuentro, día tras día, ensimismada y conectada con sus vivencias corporales. Por mi lado, la tengo presente todo el día, me he vuelto monotemático, solo hablo de mi experiencia con ella. Me alegra ir a verla, me complace en particular el momento del baño y su masaje corporal, me es difícil retirarme y separarme de ella. Junto a ello, su situación de vida, desamparo y aislamiento afectivo dentro del servicio me generan dolor y pena. La marcada incertidumbre sobre su destino resulta difícil de tolerar y me preocupa su evolución con defensas autistas.
Cumplido el mes de acompañamiento y cuidado, agregué a su rutina diaria una sesión de masaje corporal, a continuación de su cambio de pañal, buscando facilitar nuestro contacto interpersonal.
Su estadía en el hospital se prolonga solo por su condición de caso social, sigo acompañándola de lunes a domingo por
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