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Resumen Libro Me lo Conto el Mar

Enviado por   •  28 de Agosto de 2018  •  Resúmenes  •  4.526 Palabras (19 Páginas)  •  450 Visitas

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ME LO CONTO EL MAR

Me lo contó el Mar es un libro escrito por el Dr. en Psicología Claudio García Pintos (Olivos, Argentina 9/08/1958) trata sobre reflexiones del diario vivir tomando de escenario el Mar de Plata, quien es un interlocutor  y consejero con el autor, toca los siguientes temas:

La indiferencia, se ve ejemplificada en las basura que alguien arroja al mar y otras personas que no se interesan en ponerlas en su lugar, también la sufre un anciano que quiere predicar a los bañistas de la playa, lo que no lleva a preguntar ¿por qué esa indiferencia? La respuesta que se encuentra es por la soberbia.

El ser humano intenta  ser una  mejor versión  de sí mismo, esto nos lleva al logro de la MISMIDAD que contiene tres etapas: 1) definición de la IDENTIDAD (somos ser a partir del otro). 2)  logro de la NOSTRIDAD (involucrarnos en  un esencial nosotros) y 3) logro de la ALTERIDAD (vivir la vida en función del tú).

Por otro lado está la propuesta de  la MASIVIDAD, renunciar a la propia identidad construyendo una solitaria multitud de anónimos que buscan: la no pertenencia, no participación, no valores, no ver al otro.  

Para superar esta indiferencia es necesaria la educación para el bien común,  que es una tarea conjunta de la familia-escuela-medios, puede presentarse un cambio cultural que promueva el bien común basada en los siguientes criterios: educar en valores,  responsabilidad,   espíritu crítico,  amor,  participación, comunicación no violenta,   esperanza. La respuesta a la indiferencia es asumirnos como comunitarios.

La verdad, lo auténtico y lo espontaneo: la verdad en la actualidad es el resultado  de la opinión de muchos ya no parece ser la relación a la adecuada ordenación de elementos  a la relación entre lo que es y lo que entendemos que es, ahora tenemos una verdad consensuada. 

De igual modo surge la espontaneidad, que está asociada con hacer lo que tenga ganas, somos sus esclavos. Mi necesidad profunda de crecimiento  personal, madurez y proyección quedará postergada para una mejor ocasión porque ahora es tiempo de satisfacer las necesidades inmediatas y superfluas.

Para entender mejor la triada la verdad es expresión de valores, son aquello que le dan sentido tanto en la realidad en su conjunto como a lo que cada uno de nosotros vive cotidianamente, puede cambiar sus formas pero no lo esencial, nunca lo que es verdad.

La espontaneidad debe ser manifestación de una libertad responsable. Una de las diferencias sustantivas entre un autómata y un autónomo  es sin lugar a dudas la libertad. Lo auténtico surge de una consecuencia que me permite descubrir  esos valores y realizarlos libre y responsablemente.

Una vela en el mar: las velas pueden ser de diferentes formas colores o aromas pero lo que parece ser que les da la identidad  es el pabilo que nunca falta en ninguna de ellas aunque se encuentre escondido. En una ocasión unas velas fueron  encendidas con dificultad para alumbrar una improvisada reunión en la playa. Una de ellas cayo y se torció y a así siguió alumbrando hasta consumirse,  aun cuando los que la habían encendido ya no estaban cuando se consumió.

Con esta pequeña historia se saca una analogía entre la vela y la persona, primero que es lo que da identidad a la persona, sin duda es el espíritu, su capacidad de percibir valores, elegir  libremente entre ellos. Al igual que la vela, el camino inicia con alguien que nos da la chispa de la vida, como lo son los padres, los maestros, Dios, etc.

La persona al igual que la vela para poder cumplir su misión como persona, debe sonsumir su sustancia. Madurar como persona también significa  envejecer.  Tal vez la vela puede enseñarnos  a hacer de otro modo, como una entrega, como una oportunidad para realizar nuestra esencia sin dolor.

Como la vela la persona quebrada sigue siendo persona, no pierde su condición. Quebrada pero completa. Su humanidad sigue intacta a pesar de los problemas. Y cuando llega el momento final ambas vela y persona hacen un chisporroteo dan señales que anuncian la oscuridad, para luego apagarse. La vela no puede elegir  en consumirse o no. La persona puede optar por solo consumirse o intentar consumarse y en ello está la diferencia.

El perdón: la palabra perdón se deriva de “per” y “donar” (dar, regalar) de tal modo  perdón significa algo que es dad, algo que es regalado.  En ocasiones el perdón es solicitado y en otras ocasiones  se da espontáneamente, incluso se puede perdonar sin estar en presencia del ofensor (por ejemplo puede estar fallecido).  Hay perdón sin reconciliación, circunstancia que solo alcanza para desanudar, pero no para restablecer vínculo.

En alguna medida, perdonar no es un acto tan desinteresado, porque dejar salir la hostilidad, el odio y el rencor que se contiene en el  interior, también  nos libera. Al perdonar al ofensor el ofendido se libera, se libera de aquello que pueda desfigurarlo.

Ahora analicemos la reconciliación que es restituir la relación  o vinculo al estatus anterior a la ofensa, esta circunstancia a veces no es posible aún perdonando, esto ocurre en caso de las infidelidades conyugales.

Muchas veces no podemos elegir las circunstancias que nos rodean pero siempre podemos elegir nuestro comportamiento ante ellas, por ello ante la ofensa siempre podemos elegir vengarnos o perdonar es lo mismo que decir. “liberarnos o no”.

La tristeza: para el ser humano, el poseer es tan importante como el ser, por lo tanto es muy doloroso perder algo,  se debe madurar para poder ser y tener en equilibrio, siendo y teniendo en armonía.

La tristeza es el modo más humano de vivir la experiencia de la pérdida, Experimentamos duelos(perdidas) de distintos calibres sea la pérdida de un lapicero, un trabajo o un ser querido, al perder algo en realidad perdemos dos cosas, por un lado el bien  en sí y por el otro lo que significaba para mí lo pedido.

Cuando perdemos algo muy probablemente nos surjan las preguntas   ¿por qué? ,  ¿Por qué a mí?, ¿Por qué a mí ahora? Cuando no nos queda más remedio que aceptar que efectivamente esto está sucediendo ahora, aparece una cuarta pregunta  ¿cómo volver al estado anterior a la perdida? ¿Quién reparará  todo esto? Muchas veces en este punto nos resignamos bajo la conciencia de que Dios así lo quiso.

Para poder vivir la pérdida y superarla podríamos hacernos tres preguntas: ¿qué paso? ¿qué me paso? y ¿qué hago? Ahora bien en ese hacer se debe distinguir dos niveles uno hace referencia al acto mismo reparador y el otro con la actitud con la cual la asumiremos en este sentido hay tres actitudes posibles: enfrentar, afrontar y confrontar, las perdidas deben afrontarse, nunca enfrentarse porque la vida no es enemiga, pero para hacerlo debemos dejarnos confrontar por lo sucedido.

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