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Control de lectura Encíclica Spe Salvi, de SS el papa, Benedicto XVI

Enviado por   •  2 de Mayo de 2018  •  1.835 Palabras (8 Páginas)  •  295 Visitas

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- Señale algunas dificultades que presenta la representación occidental del juicio final y la superación de dichas dificultades atendiendo a la relación juicio y esperanza.

El juicio de Dios es la respuesta definitiva frente al sufrimiento y el mal del mundo.El mal y la injusticia ha sido el gran argumento del ateísmo para negar la existencia de un Dios bueno y todopoderoso. El Papa reconoce que “ante el sufrimiento de este mundo es comprensible la protesta contra Dios”. No obstante, tampoco el mundo, por sí mismo, tiene una respuesta satisfactoria ante el mal. Como muy bien han sabido expresar los pensadores de la Escuela deFrankfurt, a los que el Papa cita, no puede haber justicia sin resurrecciónde los muertos (nº 42), aunque para estos filósofos la resurrección sea un postulado (lo que tendría que suceder parque hubiera justicia para las víctimas) y no una realidad (pues su filosofía es materialista). Lo que para estos filósofos es un postulado, para la fe cristiana es una certeza en esperanza: “Dios existe y Dios sabe crear lajusticia de un modo que nosotros no somos capaces de concebir y que, sin embargo, podemos intuir en la fe… Por eso la fe en el Juicio final es ante todo y sobre todo esperanza, esa esperanza cuya necesidad se ha hecho evidente precisamente en las convulsiones de los últimos siglos. Esta justicia de Dios, que es pura gracia, no nos exime de nuestra responsabilidad. Ese es otro aspecto del juicio divino. Y en el contexto de la responsabilidad humana hay que situar lo que el Papa dice sobre el infierno y el purgatorio: “la gracia no excluye la justicia. No convierte la injusticia en derecho” (nº 44).La imagen de un banquete, en el que las víctimas se sienten con los verdugos, como si nada hubiera pasado, no se corresponde bien con lo que es la gracia y el amor de Dios.

- Explique por qué la interpretación de los componentes escatológicos, se han visto afectados con el fenómeno de la modernidad.

- En su opinión, qué aportes presenta el documento para interpretación actual de la esperanza cristiana.

En concreto, frente a las dificultades de la vida diaria, el sufrimiento, el dolor frente y las otras que ya he mencionado, la esperanza es algo que nos permite seguir adelante, es algo en que el ser humano puede apoyarse. Lo que más me aporta según mi lectura es a la dimensión comunitaria y misionera de la esperanza, presente a través de toda la encíclica. En general, en nuestra sociedad, en el lenguaje cotidiano, la esperanza, de cierto modo, se ha transformado en algo “privado”, personal. El Santo Padre recuerda que “la esperanza en sentido cristiano es siempre una esperanza para los demás” (n 34). Pero, a la vez, la esperanza que nace en la persona, que la transforma y redime, no puede dejarla indiferente y no le permite guardar la esperanza para sí misma, deseando que ésta llegue a todos (n 3) A lo largo de la historia del cristianismo hemos sido y somos testigos de cómo la esperanza recibida, experimentada, alimentada y vivida por tantos hombres y mujeres, ha podido “contagiar” a los demás. También cómo “de la esperanza de estas personas tocadas por Cristo ha brotado esperanza para otros que vivían en la oscuridad y sin esperanza” (n 8).

Benedicto XVI nos recuerda que la esperanza está estrechamente vinculada con la fe, “hasta el punto de que en muchos pasajes las palabras fe y esperanza parecen intercambiables” (n 2). Tanto en el caso de la fe como también en el caso de la esperanza, cuando ésta nace, debe ser recibida, pero también debe ser alimentada y vivida. Y alimentada con nuestra oración, nuestra vida sacramental, nuestras obras e, incluso, en algunos casos, con nuestros sufrimientos.

Sin embargo, la sociedad en la cual estamos viviendo, a través de los medios de comunicación, no alimenta la esperanza. Al contrario, con las imágenes de violencia, fomenta la tristeza y el pesimismo en las personas.

Como Iglesia, debemos ser portadores de alegría y esperanza, apoyando y ayudando a nuestras familias a transformarse en las pequeñas luces capaces de iluminar a aquellos que, desesperados, caminan en la oscuridad.

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