EVALUACIÓN DISTANCIA CULTURA TEOLOGICA

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Con respecto a la propuesta que ayude a la responsabilidad colectiva por nuestro futuro común, podría decir que no basta con tan solo buscar un remedio técnico a cada problema ambiental (contaminación, agotamiento de las reservas naturales, calentamiento), sino que la cultura ecológica “debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático”.

Esto se debe a que el desafío ecológico es también social y desafiante a los valores, y la salida requiere un compromiso de responsabilidades que conduzca a un cambio profundo no sólo en nuestra relación con el medio natural, sino también en nuestras relaciones sociales, en nuestra solidaridad hacia los menos favorecidos y, finalmente, en la conciencia del sentido de nuestra vida. Con nuestra libertad podemos limitar la técnica y orientarla hacia otro tipo de progreso más humano, más social, más integral.

En el pasado, nuestra relación con la naturaleza fue solidaria, como si el ser humano y las cosas se tendieran amigablemente la mano; en cambio ahora se enfrentan, en situación de desventaja para la naturaleza: el hombre la mira como algo informe que puede manipular a su antojo; de aquí se pasa a la idea, defendida por economistas y tecnólogos, de un crecimiento ilimitado.

Ya si hablamos con respecto a la visión del Papa que nos afirma que la crisis ecológica está en última instancia ligada a una crisis de valores, un vacío espiritual que impregna la sociedad tecnocrática actual.

En el análisis de los autores, lo que hace a este documento particularmente innovador es el llamamiento del Papa a la acción que, reconociendo la urgencia y la inmensidad del desafío que enfrentamos, vea también su belleza, siendo una ocasión única para que la humanidad muestre lo que es capaz de hacer, y que es capaz de asumir la responsabilidad. Esta narrativa positiva tiene el potencial de movilizar a las personas y los gobiernos hacia una acción conjunta que no puede limitarse a las soluciones tecnológicas, sino que debe ampliarse para considerar nuevos modelos de desarrollo capaces de abordar las raíces profundas de esta crisis.

Este enfoque invierte las narrativas actuales, como la catastrófica de varios movimientos ecologistas, que puede conducir a la rendición, o el miedo de la recesión mundial predicado por los lobbies de combustibles fósiles, o la fe ciega en la tecnología como capaz de resolver todos los problemas. El Papa Francisco reconoce que presenta enormes desafíos económicos y ecológicos, pero considera que es bueno que la humanidad pueda ser desafiada a un nivel tan alto que tenga que mostrar lo mejor. Esta inversión del discurso es capaz de dar entusiasmo y aliento a la gente.

No estamos discutiendo si y hasta qué punto el cambio climático o el agotamiento de los recursos se debe a las actividades humanas. Esto ha sido cuidadosamente evaluado por la ciencia. Tenemos que des carbonizar el planeta y tenemos que hacerlo rápidamente. Tenemos que detener la destrucción del capital natural del planeta. Hagámoslo, dice el Papa Francisco, con la alegría de saber que será un bello esfuerzo colectivo que, más allá de salvar nuestra casa común, nos hará todos mejores seres humanos.