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Filosofia MAESTRÍA EN GESTIÓN EDUCATIVA

Enviado por   •  25 de Diciembre de 2018  •  1.792 Palabras (8 Páginas)  •  261 Visitas

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El resultado de la clasificación de explicaciones de Wright, converge en que hay dos tipos fundamentales de explicación: las causales y las teleológicas.

Von Wright considera que una explicación teleológica explica la ocurrencia de una acción en términos de los objetivos y creencias del agente. Con los anteriores proponentes del argumento de la conexión lógica, apela al principio humano de que los términos de una relación causal, antecedente y consecuente, tienen que ser lógicamente independientes.

Davidson, propuso disolver el problema con la conexión lógica. En efecto, nos dice, las relaciones causales se dan entre acontecimientos, no entre descripciones de acontecimientos. Lo que quería decir es que causa y efecto deben poseer existencias distintas.

Von Wright, sin embargo, toma otro camino; sitúa el problema en el plano epistemológico. No pueden darse relaciones causales a no ser que los sucesos relacionados sean conceptualmente (lógicamente) independientes. Para demostrar esta afirmación, nos propone la prueba de la verificación:

La verificación de la conclusión de una argumentación práctica presupone la capacidad por nuestra parte de verificar el conjunto correspondiente de premisas que implican lógicamente que la conducta, observada, es intencional a tenor de la descripción dada de ella en la conclusión.

Para verificar las premisas, necesitamos una descripción de la conclusión, la acción realizada, tal que ésta quede justificada racionalmente por las premisas, las “razones” atribuidas al agente. Y viceversa, para verificar la conclusión necesitamos hallar una descripción de las premisas, las “razones”, tal que éstas muestren que la acción realizada fue la adecuada dadas las premisas.

Wright parte de la base de que el dominio de las “razones” es diferente al dominio de las causas. Este es un caso en el que resulta posible que, contando con las premisas de que el agente se propone hacer algo y considera que hacer alguna otra cosa es necesario para conseguir su objetivo, sin embargo, cuando llega la hora de actuar, no lo hace. Von Wright cree que es una posibilidad real, no descartable, que dicho agente no haya cambiado sus actitudes, se lo haya pensado mejor, algo le ha impedido actuar, etc., y, no obstante, no ejecute su acción.

Ahora bien, según el procedimiento de verificación que nos propone, resulta que la conclusión de la inferencia práctica presupone premisas, pero estas no implican la conclusión. Por ello, la relación entre premisas y conclusión no puede ser lógica en el sentido indicado.

Su nuevo punto de vista consiste en que la relación entre premisas y conclusión en el silogismo práctico no es lógica, ni tampoco, por supuesto, causal, se trataría más bien, de una relación conceptual.

Von Wright admite que una explicación inductivo-estadística podría tener un uso no problemático conceptualmente, en cuanto aplicado a asuntos relacionados con la acción humana cuando, por ejemplo, hablamos de rasgos temperamentales de una persona. En estos casos, nos dice, tenemos los antecedentes básicos para una “explicación disposicional” de algunas de sus acciones, aunque, personalmente, Von Wright preferiría hablar de “reacciones”. Sin embargo, la explicación intencional no puede ser disposicional. Es más, la excluye. La acción intencional es significativa.

En definitiva, las “razones” no pueden ser consideradas como disposiciones, ya que ello supone admitir la existencia de una base física (cerebral), algún tipo de estructura o bien suceso interno, que pueda fundamentar la disposición en cuestión.

Los filósofos neowittgensteinianos se inclinan por pensar que existe una clara línea divisoria entre el orden natural y el orden social. Esta línea que separa ambos mundos reside en el supuesto de que, al contrario de lo que sucede con el natural, el orden social ha sido construido por los humanos. Debido a ello, la explicación de la acción humana debe situarse en contexto de los significados, intenciones, valores, propósitos, etc. que constituyen el orden social.

Ahora bien, sin una base categorial que fundamente el papel de las razones, la metodología de la comprensión, además de los señalados, tiene un gran problema: nos deba una explicación acerca de por qué los movimientos corporales en qué consisten las acciones son congruentes con las razones que atribuimos a los agentes.

Tomada en su sentido fuerte, la afirmación de que la comprensión y sus conceptos asociados no pertenecen al orden natural supone un realismo acerca de los significados, de modo que se requiere una ciencia especial para tratar con ellos.

Nuestra capacidad para explicar (y predecir) las acciones de los demás es sorprendentemente eficaz. Pero, ¿cómo podemos saber si nos equivocamos? Nuevamente, parece que tenemos que recurrir a alguna instancia objetiva, nuestras “formas de vida”, para poder decidir cuál, entre varias explicaciones de acción, es la correcta.

Von Wright en su argumentación, un tanto oscura, viene a decir que la explicación de una acción no resulta verdadera o falsa con respecto a una realidad independiente. Por “realidad independiente” entiende precisamente los vínculos entre la acción concreta y las “razones” efectivas. En realidad, estos vínculos no existen fuera de los actos de comprensión, o mejor, son los actos de comprensión lo que crean tales vínculos.

Por consiguiente, desde esta perspectiva no tiene sentido la pregunta acerca de la verdad o la falsedad de una explicación de acción. Estamos en el dominio de la comprensión, no en el de la explicación.

Uno de los grandes problemas de la teoría de la acción de Von Wright es el problema de la congruencia, es decir, el problema de dar cuenta del hecho de que las acciones se realizan mediante movimientos corporales. Esta laguna resulta tanto más sorprendente si se tiene en cuenta que el propio Von Wright da por sentada la capacidad de atribuir intenciones a los agentes a partir de la observación de sus movimientos corporales, como ya hemos visto.

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