Proyecto salida educativa. bicentenario de la independencia

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Sofía y Lucho camino a la independencia

Una noche de verano, Lucho invitó a Sofía a comer a la pizzería Firenze, y al entrar vio pegado en el vidrio un cartelito de papel: SE NECESITA COCINERO.

Lucho había aprendido a hacer pizzas con su abuelos, que eran italianos. Como era un poco caradura, a pesar de que cocinero, lo que se dice cocinero, no era, se presentó a la mañana siguiente. En vez del currículum que pedía el cartel, Lucho llevó un paquete con una pizza hecha por él mismo. El dueño de la pizzería era serio y casi siempre estaba de mal humor, pero el gesto lo hizo sonreír y además la pizza de Lucho estaba riquísima. Por eso ahí mismo le dio un delantal blanco y le dijo: “Bienvenido a la Firenze”.

A los clientes de la pizzería les encantaban las creaciones de Lucho, que a poco de llegar había propuesto nuevas variedades, originales y ricas. El dueño estaba feliz porque tenía cada vez más clientes, tanto que tuvo que comprar más mesas y sillas, y contratar una nueva mesera.

Sofía sí llevo su currículum, pero el dueño ni lo leyó porque sabía que era la novia de Lucho, que le había dicho que era muy buena y cumplidora. Eso también resultó cierto, y los clientes quedaron tan encantados con esa mesera tan atenta que le dejaban mucha propina. Menos mal, porque los sueldos eran bastante bajos y no habían aumentado, aunque a la pizzería le estuviera yendo mejor (y nadie se animaba a pedir un aumento, porque el mal carácter del dueño no hacía otra cosa que empeorar).

Desde el primer día Lucho y Sofía ahorraron todo lo que pudieron, con la idea de casarse, pero como él estaba estudiando para ser chef y ella para ser contadora, los papás de los dos los convencieron de esperar un poquito. ¿Qué apuro había? Sí eran tan jóvenes…

En cambio el abuelo de Sofía sugirió que podían usar esos ahorros para independizarse. Lucho y Sofía se miraron y luego lo miraron a él: “¿Cómo independizarnos?”, preguntó Sofía.

El abuelo dijo que Lucho era suficientemente buen pizzero para estar al frente de su propia cocina, y que ella se daba maña tan bien con los clientes y los números que no iban a tener problemas para llevar un negocio por su cuenta. En él serían sus propios jefes, y se organizarían a su manera. Las ganancias serían para ellos, y con eso sí al fin podrían casarse.

El abuelo ofreció aportar sus propios ahorros para el alquiler del local, y toda la familia quiso ayudar de algún modo: la mamá de Sofía cosería el dobladillo de los manteles, el papá de Lucho les prestaría la camioneta para hacer compras, el de Sofía los ayudaría con la instalación eléctrica y también a pintar.

Sofía y Lucho estaban fascinados con la idea, pero de pronto ella se puso pálida. “¿Qué te pasa?”, preguntó el abuelo. Lucho en cambio no tuvo que esperar a que ella lo dijera porque justo había pensado en lo mismo: ¿Qué iba a decir el dueño de la Firenze cuando le dijeran que iban a independizarse?

Comenten esta breve historia con los chicos, orientando la conversación con preguntas como:

* ¿Qué quiere decir independizarse en esta historia?

* ¿Qué cosas tienen a favor Lucho y Sofía para independizarse?

* ¿Por qué Lucho y Sofía piensan que el dueño de la Firenze se va a enojar? ¿Y ustedes qué piensan?

* ¿Y qué piensan que van a hacer ellos? ¿Se decidirán a independizarse o postergarán su proyecto para no hacer enojar al dueño?

Escriban colectivamente (entre todos o en grupitos) el final que imaginan para esta historia, el momento en que Sofía y Lucho hablan con el dueño, la forma en que reacciona él, lo que deciden ellos, si abren o no su pizzería, qué nombre le ponen, etc.

Vuelvan con los chicos a la reflexión sobre le tema de la independencia ¿es fácil independizarse? ¿implica dificultades? ¿de qué tipo? ¿todo el mundo apoya o está contento con un proyecto de independencia? ¿qué hace falta para encararlo?