Capítulo 5 Algunas teorías éticas tradicionales
Enviado por John0099 • 9 de Diciembre de 2017 • 3.930 Palabras (16 Páginas) • 445 Visitas
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Esto parece una cuestión empírica. De hecho, quizá podamos resolverla. Los beneficios del suicidio asistido se ven muy concretos: el alivio al sufrimiento, específicamente a las personas muertas, quienes están con grandes dolores físicos y algunas veces, dolores emocionales también e incapaces de liberarse del sufrimiento por sí mismos. El alivio sería también para sus familias quienes también sufren, emocional y financieramente cuando la muerte se prolonga por mucho tiempo. Por el contrario, los costos son mucho más indefinidos y no necesariamente tienen efecto sobre la felicidad. Algunas personas pueden sentirse presionadas al seleccionar el suicidio asistido y de alguna manera pudieran llegar a “devaluar la vida”. Sin embargo, al poner los beneficios claros en la balanza, muchos utilitaristas tenderán a pensar que esos costos, tal como lo son, serán superados.
Igualmente, los utilitaristas que se oponen al suicidio asistido argumentan sobre los probables costos sociales: que pudiera convertirse en una “bola de nieve” sobre otras clases menos voluntarias de “asistencia”; que la muerte se vería como menos mala y así sucesivamente.
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LAS TEORÍAS DE LA ACCIÓN CORRECTA
Nuestra segunda familia de valores son los derechos, y no solamente nos referimos al “derecho a la libertad de expresión”, sino también a la justicia, la imparcialidad y así sucesivamente. Es decir, nos referimos a todos los derechos que respetan la dignidad y la igualdad de valor de cada persona.
Podemos estar de acuerdo en que en la práctica ciertas cosas son “derechos”. Pero si nos vamos más profundo, podemos cuestionar ¿qué es lo que hace que los actos sean correctos (o equivocados)? ¿Por qué ser honestos? ¿Por qué tratar a otros con justicia?
Algunas veces es difícil encontrar las palabras para responder. Algunas veces nos quedamos mudos al tener que explicar nuestro sentido sobre lo que es correcto. De hecho, por esa razón nos vemos tentados a regresar al utilitarismo y solamente decir que es un acto es correcto si maximiza la felicidad. Sin embargo, las teorías tradicionales (no utilitaristas) de la acción correcta entienden lo que es correcto independientemente de la utilidad social. De acuerdo a estas teorías, la ética comienza en un lugar muy diferente.
Fines y medios
Cuando hablamos de la dignidad humana, la idea es que hay algo sobre nosotros que se supone obliga al respeto y algo que todos tenemos por igual, entonces esos procedimientos y oportunidades justos y equitativos son la respuesta natural y necesaria. Sin embargo, tenemos otra pregunta: ¿qué es eso sobre nosotros que obliga a esta clase de respeto?
Consideremos la afirmación de que las personas no sólo son “medios” sino “fines en ellos mismos”.
Un “medio” es una forma de obtener algo. Un automóvil es un medio para moverse. El dinero es un medio para comprar lo que queremos o necesitamos para vivir. La afirmación es entonces que las personas no son medios en este sentido.
Por supuesto, en algún grado inevitablemente somos “medios” para otros. Un mesero es parcialmente nuestro medio para obtener comida en un restaurante; un padre es parcialmente un medio de soporte. Pero la cuestión es que nosotros tergiversamos la realidad si tomamos a la gente (o a nosotros mismos) justamente como medios en este sentido.
Una persona no es una cosa y no debe ser tratada como tal. Esta afirmación suena (y lo es) abstracta, pero corresponde a una experiencia real, también. Un vendedor te saluda amablemente por teléfono pero te cuelga a mitad de oración cuando descubre que no podrá concretar la venta, ¿cómo te hace sentir esto? Como una cosa, pensamos: un simple medio para el beneficio de alguien, eliminados instantáneamente si no compramos algo. O bien, nos quedamos “fríos” cuando cierto tipo de pornografía reduce a una mujer a su cuerpo o a ciertas partes del cuerpo como si eso fuera todo lo que ella es. A esto se le ha llamado “objetificación” sexual: literalmente, hacer o ver a una persona como un objeto o una cosa.
[p. 90]
Existen casos más extremos. Los campos de concentración nazis fueron diseñados para convertir a las personas en objetos, el primer paso para la masacre masiva. La esclavitud significó tratar a seres humanos solamente como una propiedad y parcialmente fue racionalizado por la afirmación de que los esclavos no sienten dolor u opresión en la manera en que sus amos lo sentirían, como si los esclavos realmente fueran como máquinas o animales en lugar de seres humanos. Entonces, lo correcto es tratar siempre a las personas –al menos en parte- como fines en sí mismos y no como meras cosas.
La teoría de la acción correcta de Kant
Un filósofo en particular propuso una teoría de la acción correcta en este sentido: el pensador alemán Immanuel Kant (1724-1804).
Kant estaba preocupado por el principio básico de la acción moral a la que llamó el “Imperativo categórico”. Una forma de este imperativo categórico es:
“Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio”
Otra forma del imperativo categórico es la siguiente:
Actúa solamente de acuerdo a esa máxima, por lo cual al mismo tiempo, puedes convertirla en una ley universal.
Esta forma de imperativo necesita algo de explicación, sin embargo Kant sostenía que esta es la más básica de todas –la última fuente, de hecho, de la dignidad humana.
[p. 91]
El imperativo categórico puede verse como una prueba para ver si las reglas que tenemos en nuestra mente pueden ser morales y si es posible que todos la siguieran.
¿Por qué debería importarnos esto? De acuerdo a Kant, decidir moralmente significa decidir como una mente racional entre otras, como si se estableciera una regla o ley para todos para que cualquier otra persona en la misma situación hiciera la misma cosa. Solamente siguiendo una regla universal en este sentido (o “ley” en términos de Kant), expresamos nuestro entendimiento respecto a otros como “medios en sí mismos”, tal como lo somos. Solamente de esta forma evitamos tratar a otros como solamente medios para nuestros fines.
Por ejemplo, ¿debería
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