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GENERO, EDUCACION Y MERCADO LABORAL

Enviado por   •  3 de Enero de 2019  •  2.268 Palabras (10 Páginas)  •  281 Visitas

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A la vez, para nuestro entrevistada, las empresas privadas y estatales distan mucho de aquellos países en los que hay una mayor preocupación y consideración hacia la mujer como mama, ya que en nuestro país no hay muchas guarderías, lactarios, horarios flexibles, vacaciones por postparto, un horario de lactancia, permisos para la atención de la salud de los menores, etc, y por necesidad se deben someter a estos tratos. Por lo que el contratar a un hombre es más sencillo, económico y menos complicado.

Así, la entrevistada apoyada por hechos facticos, no deja de lado la diferencia salarial entre sexos, ya que incluso cuando una mujer y un hombre son contratados para desempeñar las mismas funciones, que en muchos casos la primera está mejor capacitada para el cargo que el segundo, tienen sueldos distintos. Por lo que la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral y el Ministerio de Trabajo deben estar alertas tratando de minimizar y erradicar este tipo de acciones bastante discriminatorias.

Toda aquello observado por nuestra entrevistada, se demuestra a través de un estudio por el Programa de las Naciones Unidas por el Desarrollo, que reafirma que la tasa de actividad femenina es 20% menor al de los hombres reconociendo que esta diferencia radica en la distribución del tiempo que hace la persona. En ese sentido, mientras que los hombres en las zonas urbanas dedican 14 horas a la semana a trabajos no remunerados (labores domésticas); las mujeres les dedican 37 horas, según la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo del 2010. Así, esta diferencia de horas y la carga laboral extra que recae sobre las mujeres es una desventaja competitiva para ellas al momento de insertarse al mercado laboral remunerado. La responsabilidad doméstica a su vez origina que las mujeres tiendan a desenvolverse más en trabajos informales, de horario parcial o el autoempleo; y es precisamente estos tipos de trabajo donde la brecha salarial entre hombres y mujeres es mayor.

Según Dianne Elson, el no tener en cuenta el trabajo no remunerado que realizan las mujeres origina que “las nociones convencionales acerca del modo en que funcionan las economías ofrecen directrices limitadas para políticas que promuevan la potenciación de las mujeres y los modos de combinar la justicia de género con la justicia económica”.

Contemplando la economía desde una perspectiva de género se llega a un análisis distinto de la reestructuración económica: “los indicadores económicos convencionales pueden indicar que se está progresando, si más y más mujeres se incorporan al trabajo remunerado, y si las reformas económicas (incluyendo la liberalización y la privatización) producen aumentos en la eficacia económica. Pero pueden oscurecer una transferencia de los costos reales (en el tiempo y en el esfuerzo de las personas) desde el sector público, donde dichos costos se monetizan y aparecen en las cuentas del gobierno, hasta las familias (el “sector doméstico”) donde tales costos no se monetizan y por lo tanto no son visibles. El análisis económico con conciencia de género sugiere la necesidad de una definición más completa de la ‘eficacia’, que dirija la atención más allá de los costos financieros” (Elson, 2000: 8-9).

Lo mencionado por la señora Torres, se da un fenómeno conocido como segregación ocupacional que podría definir la con un comentario de Poggio (2000: 381-382): “estudios sobre la composición por sexo de los mercados de trabajo occidentales han mostrado un crecimiento constante de la participación femenina. Como resultado, algunos sectores –la banca, por ejemplo- en los cuales existía predominancia masculina hace tan sólo unos años se han visto ampliamente ‘feminizados’ (...) Sin embargo, la presencia de las mujeres en otros sectores tradicionalmente masculinos, y especialmente en las posiciones de poder y responsabilidad históricamente asignadas a los hombres, no se ha incrementado al mismo ritmo”.

Es una causa inmediata de discriminación salarial por dos razones. En primer lugar, la segregación reduce el salario de los trabajos típicamente femeninos debido a la multitud de mujeres existentes para ocupar un número reducido de puestos de trabajo. En segundo lugar, los empresarios basan el salario de los empleados en sus trabajos, es decir, los trabajos que son asignados a cada trabajador tienen establecida una escala de salarios.

La diferencia salarial entre hombres y mujeres son un hecho generalizado constatable a lo largo de todo el mundo. “En promedio, la relación entre los ingresos laborales femeninos y masculinos en el mundo viene a ser del 60 al 70 por ciento tomando como periodo de referencia el mes, del 70 al 75 por ciento si se toma el día y la semana, y del 75 al 80 por ciento tomando como base la hora. Los promedios de las naciones industriales agrupadas en la OCDE y de los países en desarrollo son bastante semejantes” (Anker, 1997: 360).

Además, existe una tendencia a devaluar a la mujer y sus actividades. Según Reskin y Padavic, en la sociedad se toma las actividades masculinas como estándar y las actividades femeninas como inferiores. Esta devaluación del trabajo no remunerado que realizan usualmente las mujeres conlleva a la asignación de un estatus de segunda clase a cualquier trabajo realizado por estas.

Las dificultades que encuentran las mujeres para el acceso al mercado laboral y en concreto las barreras que les dificultan la promoción y ascenso a puestos de trabajo de niveles superiores tienen consecuencias importantes. La desigualdad y discriminación en este sentido es injusta y provoca que las mujeres perciban unos salarios inferiores43, además de no permitirles ejercer autoridad en el trabajo, lo cual a menudo conlleva la frustración de las mujeres. Además, la dificultad que encuentran las mujeres para ejercer autoridad también tiene consecuencias importantes: el tener autoridad es imprescindible para realizar el trabajo de forma efectiva y redunda en la satisfacción personal del trabajador. Una posición de autoridad permite a los empleados mostrar su talento de cara a su promoción, del mismo modo que una falta de autoridad de los trabajadores puede hacerles vulnerables al acoso sexual

Otro pilar indispensable del desarrollo de la mujer en el mercado laborales la educación, sobretodo, para la mejora en el acceso de oportunidades, rompe fronteras, y es esencial para reducir el analfabetismo, además de ser el impulso de cada individuo para convertirse en ciudadanos del mundo.

Por ello, parte de la política de Estado no debe ser solo la educación básica regular, sino

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