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Historia Social y Política Contemporánea

Enviado por   •  2 de Mayo de 2018  •  2.542 Palabras (11 Páginas)  •  268 Visitas

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Es durante el reinado de Isabel II, refiriéndonos al colonialismo en su significado más concreto, cuando España ocupa las islas que estaban frente al Golfo de Guinea (1843), que desde el siglo anterior estaba bajo nuestra influencia. Más tarde en 1858, se produce la llegada al territorio continental africano (África subsahariana), ocupación que duró diez años.

Retomando las circunstancias políticas que se sufrían en España, se abre un marco de esperanza tras los intentos de democratizar el país con nuevas Constituciones, cuatro durante el reinado de Isabel II, incluyendo también la de la regencia, y otras tres antes de tener lugar el ´´reparto africano´´. Sin embargo, este ánimo de democratizar el país con nuevas propuestas no obtuvo resultado y ahora la corrupción azotaba fuertemente al país

Completamente libres de poder, el papel de esta reina fue desastroso, tocándole vivir una revolución “La Gloriosa”, una primera República, un rey llegado desde Italia, Amadeo I de Saboya[4], que aguanto solo dos años, y nada más y nada menos que seis Gobiernos, hecho con el que quedaba probada la inestabilidad política y el total caos que el país vivía. (1871-1873).

En el año 1885, año clave para entender lo que supuso el colonialismo en África, España ya estaba fuera del círculo internacional, era un país que apenas tenía peso y que logró sostener las Islas Carolinas, gracias al buen hacer diplomático del Rey Alfonso XII, pero a cambio cedió las Marshall. Es al terminar este año, cuando España se queda sin rey oficialmente, hasta 1902, cuando Alfonso XIII cumple la mayoría de edad, concretamente dieciséis concretamente.

Durante la regencia de la madre de Alfonso XIII, María Cristina, y con el objetivo de evitar el caos que supuso años antes, los errores del reinado de Isabel II[5], la reina viuda, se dejó asesorar por dos políticos de tendencias diferenciadas, hablamos de Antonio Cánovas del Castillo, y Práxedes Mateo Sagasta, que mediante los acuerdos o “Pacto de El Parto”, instauraron en el país un sistema de turnismo político que tuvo un carácter pacífico en principio y que trajo consigo estabilidad a su reinado. Se trataba de un reparto de poder, entre conservadores y liberales. Gracias a esto se consiguieron avances significativos en los derechos ciudadanos, algunas leyes como la “Ley de sufragio Universal” son muestra de ello. Esos movimientos políticos afianzaron la restauración borbónica.

Sin embargo, para tristeza de la nación tanto Cánovas del Castillo, como Sagasta, empezaron a desaparecer del escenario político y vuelven a empezar de nuevo los primeros conflictos sociales de relieve en España, agudizados por el empeoramiento de la situación de nuestras tropas en Marruecos, y el inicio del problema del nacionalismo catalán y vasco.

En una España, que se había industrializado a un nivel muy inferior al de los países y potencias europeas, eso sí, reconociendo que en cuanto al desarrollo del ferrocarril fuimos de las potencias punteras, había que sumarle, la pérdida absoluta y definitiva de nuestros restos de aquel “glorioso y magno” Imperio, como fue Puerto Rico, Cuba y Filipinas, en manos de lo que ya señalaba como súper potencia, hablamos de Estados Unidos.

Esta pérdida por supuesto, estuvo muy relacionada, con el ligero desarrollo industrial de la España de aquel entonces, y la superior tecnología militar estadounidense, una superioridad que quedó reflejada en los conflictos que tuvieron, donde la flota americana fue muy superior a la española, con acorazados modernos y novedosos, frente barcos de segunda nacionales. El ataque por tierra de los Estados Unidos en cambio pudo ser repelido por las tropas españolas, pero muy poco se pudo lograr, firmando la rendición final de las tropas en los acuerdos de París.

Lo que quedaba del imperio español, que fueron los pobres “restos de ultramar” (las islas Marianas, las Palaos y las Carolinas) fueron vendidos a Alemania, a cambio de unos 25 millones de marcos, a través del Tratado Hispano-alemán, de febrero de 1899.

El “desastre del 98”, contrariamente a lo que la lógica podría entrañar, significo el inicio de un sentimiento nacional en el país, y de una industrialización, especialmente en el norte del país, fundamentalmente en el País Vasco y Cataluña, debido a sus buenas comunicaciones ferroviales, y a no estar sujetas a latifundios privados.

El siglo XX inicia así con un “desarrollismo”, que a mi parecer llega bastante tarde. Se produjo un avance que se consiguió mediante las innumerables luchas sociales, sobre todo avances en materia de derechos laborales, de comunicación, de sufragio, libertad de presa, en general derechos que garantizarían desde luego una mayor libertad a los ciudadanos de la nación. No fue ni mucho menos un proceso fácil, todo lo contrario, incluso estos avances es muchos de los casos provocaron efectos contrarios por llegar de una forma tan veloz.

Sin la carga económica que significaba el mantenimiento de las colonias de ultramar, España se centra completamente en sus cercanas y “nuevas” colonias, el protectorado de Marruecos que abarcaba desde Ceuta a Melilla y que se trataba de una zona que ya mantenía grandes relaciones, tanto comerciales como culturales desde hacía un siglo.

Pero España, subestimando y dejando a un lado el sentimiento nacionalista de Marruecos, se mete en un nuevo problema militar y a la postre económico, que significo una tumba para miles de soldados Españoles, que dejaron su vida “por su nación, por la patria”, en un terreno bastante inhóspito y en unas condiciones de gran escasez de medios militares, La Guerra del Rif dañaría muchísimo a España y a sus tropas, siendo un conflicto caracterizado por estar en boca de la mayor parte de la población, que pudo enterarse de la muerte de los suyos en batalla debido a la llegada de la prensa escrita.

La lucha por la consolidación y estabilización de las colonias españolas en África, tuvo mucha mayor incidencia en el panorama político nacional, de lo que se cabría esperar. Las intervenciones directas de Alfonso XII en el conflicto, concretamente en la batalla de Annual[6], fue el detonante de lo que significó un auténtico desastre, puesto que más tarde se demostró que estas indicaciones significaron nada más y nada menos que la muerte de once mil combatientes, información que se mantuvo oculta porque podía dañar enormemente a la monarquía, que por aquel entonces estaba en decadencia, y que tras probarse este hecho la prensa publicó. El desastre pudo ser peor de no irrumpir en el panorama política, evitándolo eso sí con un golpe de Estado en 1923,

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