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Influencia Barroca, Valparaiso como ciudad jardín

Enviado por   •  22 de Marzo de 2018  •  2.447 Palabras (10 Páginas)  •  227 Visitas

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Siendo el principal transmisor de los rasgos básicos del estilo Barroco en América, la enseñanza religiosa. Una de las principales características del Barroco americano es la importancia que adquirió la arquitectura con respecto a las otras artes. Esta sobresale de las demás (las incorpora y no elimina) por necesidad de crear iglesias de gran potencia urbana para recibir a las poblaciones recientemente cristianizadas, tanto europeos como indígenas.

Una vez comprendidos los antecedentes que trasladan la cultura Barroca al nuevo mundo, cabe señalar su adaptación como vínculo entre Europa y América, y la trasmutación que sufre para calzar con que es el Valparaíso de hoy en día. En un primer plano partiendo por la connotación de la plaza. Fue a partir del México de Cortés que las nuevas ciudades y sus plazas adquirieron una escala desconocida hasta ese momento. Las plazas de las fundaciones americanas mantenían una escala más próxima a la de las ciudades españolas, donde su extensión y espacio público como definición que se ejercía, perdía la estructuración clásica del cuadrado en un plano; principalmente por los relieves topográficos a los que se enfrentaban. Es aquí donde las preexistencias indígenas cobran mayor fuerza y sentido, ante el viejo debate entre la importancia de las aportaciones europeas frente a los antecedentes autóctonos. Los europeos encontraron, en los asentamientos de las grandes culturas precolombinas, una diferente concepción espacial, que los dejaba desnudos ante la escala de su espacialidad dada por la vasta extensión de América en comparación con el reducido espacio de Europa. Los indígenas tenían un manejo del espacio abierto en dimensión territorial con grandes conjuntos ceremoniales y extensas áreas de plazas rituales que permitían la interacción de sus habitantes y la naturaleza en un vínculo armónico a través de estos espacios de carácter público. Es decir que el manejo de la escala monumental estaba ya presente en el urbanismo precortesiano de una forma desconocida para el hombre europeo acostumbrado a la justeza de la escala.

“En los jardines de los emperadores aztecas, en los que no existen ni las legumbres ni las frutas útiles, hay, sin embargo, muchos miradores… bosquecillos muy amplios, artificios de hojas y de flores; conejeras, viveros, rocas, montículos por los que campan ciervos y cabras; estanques de agua dulce o salada para todas las especies de pájaros palustres o marítimos… En otra parte pueden encontrarse las rapaces… también chacales, serpientes… y para que no falte nada en este museo de historia natural hay, también, casitas en las que viven las familias albinas, enanos, jorobados, tullidos, y toda especie deforme”. Alfonso Reyes, 1942, pp. 63

Esta diferencia de escala toma papel en Valparaíso, donde las plazas pasan a jugar un rol particular dentro de la ciudad. Adquieren el valor monumental heredado del mundo europeo añadiendo además la dimensión de extensión urbana regalada por los pueblos precolombinos, originando estas aberturas de la ciudad que dan lugar a múltiples actividades urbanas como un centro de dispersión, por medio de un laberinto de calles encontradas. La fragmentación, del típico modelo de Palacio Barroco con sus jardines perfectamente decorados y geométricamente proporcionales y bellos; se traduce en las plazas del gran Valparaíso. Lugar público de gran escala que realza la plusvalía de la ciudad y ostenta cierta dimensión de grandeza en ella, espacio público que da lugar al salón. Salón que resplandece lo humano por medio del paseo como interacción de distintos espacios y sus habitantes, nominándose como centro cultural que da origen a la ciudad: sin la plaza no puede haber ciudad.

Siguiendo con esta línea, era función fundamental de la plaza mayor el transformarse en espacio lúdico, el lugar de las fiestas y celebraciones, ya sea de carácter sagrado, profano o netamente recreativo. Había tanto fiestas solemnes como fiestas repentinas al igual como sucede en la mayoría de las ciudades de hoy en día. Las fiestas solemnes, de carácter religioso, eran periódicas y se sucedían año tras año. Las fiestas súbitas y repentinas, estaban sujetas a la intervención directa del soberano, y en América delegadas en sus representantes. Buscando la creación de una realidad alternativa a través de la ficción y la ilusión, logrando su máxima expresión por la fiesta y la celebración lúdica; edificios como iglesias, palacios o parques, o bien un barrio o una ciudad entera, se convertían en teatros de la vida, en escenarios donde se mezclaba la realidad y la ilusión propia del pensamiento que tenía lugar en la plaza.

Dicho esto, parece evidente la relación que comparte con Valparaíso en cuanto a su importancia urbana para sus habitantes. Ya que promueven y determinan el paseo de la ciudad como orden aleatorio de actividades dispuestas en el mismo espacio sin ser de la misma índole, pasan a ser los templos los lugares de ritos y festividades, lugar de encuentro, descanso, un apartado, etc. Todo tipo de relaciones urbanas convergen en lo público y es ahí, donde se llevan a cabo, son los jardines de la ciudad ( si lo vemos como el Palacio mencionado anteriormente) que introducen las bases del arte Barroco en cuanto a su dinamismo: se crea el constante movimiento aleatorio dentro de la ciudad; su teatralidad: conmociona emotivamente al espectador por medio de lo monumental de su escala; decorativismo: composición de sus pequeños detalles y la perfección de su construcción ordenada en lo arabesco del territorio y su contraste: Realza en carácter de la plaza, en contraste con la ciudad como linterna de esta misma al ser un espacio muy abierto.

De la misma forma como el arte Barroco realza lo importante a través de lo luminoso, Valparaíso recrea dicha propiedad de forma que involucra lo urbano, donde la dimensión topografía presente en el territorio construye los “vanos” de la ciudad en forma de plazas. Una completa abertura vertical que distribuye una luz centralizada de la ciudad misma, que logra conformar su propia fachada por medio de lo luminoso.

“El arte de ordenar la naturaleza según principios arquitectónicos”. Tovar Martín, 1989, pp. 62-64

Una vez digerida la importancia de la plaza como consolidación de la ciudad Barroca, cabe señalar el aspecto topográfico con el que se encontraron en América. El continente americano ofreció al español la experiencia de lo infinito: las altas cumbres, los ríos anchísimos, la vastedad de los territorios vacíos. Una naturaleza diferente, fragmentada y única, que impacto fuertemente a los conquistadores y que les permitió conocer un mundo que poseía otra escala.

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