La escuela pública moldea “desastrosamente” a los futuros estudiantes universitarios

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La educación debe ser equitativa y llevada a todo aquel que desee progresar en un mundo tan automatizado y adelantado como el que estamos viviendo actualmente, donde cada día la accesibilidad al estudio se hace cada vez menor. ¿A qué me refiero se preguntarán? Durante este año fiscal se han presentado distintas opiniones tanto en el nivel administrativo como en el ejecutivo, para una posible “reorganización” en los planteles escolares. ¿Qué quiere decir esto? En otras palabras, reorganizar es una forma elegante de despedirse de la accesibilidad de estos sectores a los estudiantes, maestros y personal docente. La respuesta del Departamento ante este hecho es que existe una “sobrepoblación” de escuelas en distintos municipios. Sin embargo, ¿es necesario el cierre de cien escuelas en cincuenta y ocho municipios? La contestación pertinente a esta pregunta, la posee el Secretario de Educación expresando lo siguiente: “El gran número de escuelas que tenemos dificulta que podamos hacer inversiones más estratégicas tanto para infraestructura física como para programas académicos” O sea que por falta de dinero es necesario el cierre de escuelas que han estado por más de veinte, treinta o hasta cuarenta años en la vida de la ciudadanía. Es más, peor aún restringir o inclusive delimitar la accesibilidad de la educación al estudiantado obligándolo a asistir a un sector público nuevo afectando no tan solo su rendimiento académico, sino a su vez otorgando un nuevo comienzo en sus vidas al cual ellos no estaban preparados.

En conclusión, el organismo público es capaz de fomentar un estudiantado decente y capaz de completar el nivel universitario sin pormenores, ni agravantes mayores, es decir, que posee el mismo factor de aprendizaje que el sistema privado de enseñanza, evidentemente, con algunos cambios en cuestiones de métodos pedagógicos. Por su parte, el gobierno ha fomentado o estipulado en la prensa local que dicha entidad pública no es competente acusando al alumnado como uno no calificado, es más, plantean que los estudiantes no son aptos ni para la escritura de un ensayo. Es decir, que por ser del recinto público somos considerados unos “retrasados.” Por otro lado, es decepcionante el hecho del cierre de escuelas efectuado en este año, debido a que se acorta la accesibilidad a los distintos medios educativos, lo cual puede traer repercusiones en el desempeño del estudiante. Finalmente, el recinto público de enseñanza no posee culpabilidad alguna de que el estudiantado entrante a la vida universitaria sea “desastroso” debido a que este está debidamente cualificado para afrontar las adversidades presentadas en esa nueva etapa de su vida. Sin embargo, dicha culpa puede recaer en el Departamento de Educación por su falta de estructuración, causante de fallas en el mismo sistema que ellos son llamados a manejar.