Metodología Jurídica La reforma energética.

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A quien pertenece el petróleo

La reforma aprobada confirma al Estado como propietario de los recursos del subsuelo y como rector de la política energética en el país, también le dota de nuevos órganos e instrumentos para ejercer con mayor eficacia estos atributos.

En materia de hidrocarburos, la nueva legislación busca crear condiciones para que se maximice la llamada renta petrolera, es decir, la ganancia que se obtiene por la venta de petróleo y gas natural una vez descontados todos los costos. Se trata de montos muy considerables, puesto que ambos energéticos son recursos escasos que, por ser las principales fuentes de energía primaria, son esenciales para el funcionamiento de la economía mundial. Desde luego, la renta económica será mayor en la medida en que la explotación de los recursos del subsuelo se realice con las técnicas más eficientes y de menor costo posible; esto es algo que busca alentar la reforma.

En casos del gas y del petróleo, para lograr este propósito, la reforma tendría que promover que haya un aumento en los recursos aprovechables es decir, que crezcan las reservas explotables de hidrocarburos, para lo cual sería necesario, a su vez, que haya nuevos descubrimientos de depósitos de hidrocarburos y/o mejores técnicas que hagan factible la explotación de yacimientos que, aunque conocidos, no pueden ser explotados rentablemente con las técnicas en uso.

En otras palabras la reforma tendría que alentar tanto una mayor actividad de exploración y búsqueda de nuevos recursos, como un aumento en la inversión en investigación y desarrollo de nuevas técnicas, más eficientes, para extraer y aprovechar depósitos hasta hoy económicamente inaccesibles.

Reservas de hidrocarburos

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Fuente: Pemex

Para ampliar la base de recursos aprovechables, cuya caída de varios años –ilustrada en la gráfica No. 1- está, al parecer, en vías de revertirse por el esfuerzo explorador de Pemex en años recientes, el cambio constitucional pretende impulsar la explotación de yacimientos de hidrocarburos en aguas profundas y de petróleo, así como de gas mediante técnicas no convencionales en formaciones geológicas de lutitas. Tanto la perforación como la extracción de hidrocarburos a gran profundidad requieren de cuantiosas inversiones y de conocimiento especializado no fácilmente accesible; por su parte, el aprovechamiento de petróleo y gas de lutitas requiere de técnicas de perforación de las que, por el momento no se dispone en México, además de ser una operación de éxito incierto y de potencial afectación al medio ambiente.

En parte por eso, las grandes empresas petroleras mundiales se han mantenido al margen de la explotación de este tipo de yacimientos, por considerarlas muy riesgosas y poco rentables; han sido más bien empresas medianas, financiadas frecuentemente por fondos de capital de riesgo, las que han impulsado esta actividad.

En Europa se ha prohibido la perforación de esta clase de depósitos, por temor a un indefinido impacto ambiental, que las autoridades de esta región han preferido evitar antes de tratar de moderarlo. Se trata de un negocio que, a juzgar por el gran número de empresas que participan en él, muchos consideran prometedor, pero que hasta hoy, ha reportado ganancias modestas, cuando no perdidas. Esto por cierto, es un punto a tomar en cuenta en el debate sobre la apertura del sector energético a la participación privada: ¿tendrá sentido destinar recursos públicos escasos a una actividad comercial, que requiere fuertes inversiones, cuyo éxito es incierto y que, aun cuando se logren extraer los recursos deseados del subsuelo, se pierde dinero en un buen número de casos?

De cualquier manera, el auge explorador y de perforación de depósitos de lutitas en los Estados Unidos ha tenido como efecto un aumento muy considerable en la oferta de gas natural en América del Norte, con la consiguiente reducción de precios.

El nuevo marco constitucional permitirá a Pemex contratar los servicios de terceros o asociarse con ellos de distintas maneras para todas sus actividades, así como otorgar licencias a particulares, nacionales y extranjeros en tareas de exploración extracción.

De este modo se abre la puerta para que otras empresas compitan con Pemex desde la etapa de exploración hasta la comercialización de productos refinados para su uso final. No obstante la nueva legislación reserva para Pemex un trato de privilegio respecto de sus eventuales competidores, al otorgarle una opción preferente para la exploración y extracción en zonas en las que existen depósitos potenciales de hidrocarburos y al permitirle conservar la asignación de yacimientos en cuya exploración ya hubiere realizado inversiones, o que se encuentren en proceso de desarrollo.