PORQUÉ SOÑAMOS? FASES DEL SUEÑO
Enviado por Ledesma • 5 de Marzo de 2018 • 2.875 Palabras (12 Páginas) • 286 Visitas
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El sueño REM serviría para definir nuestra personalidad. Así lo cree uno de los grandes biólogos que han estudiado el sueño, Michel Jouvet, para quien "el sueño paradójico (REM) constituye una especie de patrón de estimulación genotípica que remodela el cerebro durante el sueño. Al soñar, nuestro cerebro se sometería a una codificación, en cuyo transcurso programas arcaicos (o genotipos) básicamente heredados elaborarían un esquema elemental de conexiones que se responsabilizaría del núcleo de la personalidad o carácter".
Si llevamos esta hipótesis al atrevimiento, podríamos decir que se trataría durante el sueño de conectar con los campos morfogenéticos de la personalidad que propugna Rupert Sheldrake. Eso explicaría porqué los fetos y bebés requieren más sueño REM, porqué los ancianos necesitan menos REM y porqué cuando se suprime el sueño REM durante largo tiempo "el carácter se desintegra poco a poco y las formas innatas de conducta se desdibujan o estancan". También explicaría, porqué todos los animales necesitan dormir y porqué los más evolucionados, los mamíferos, tienen sueños REM.
Todo el mundo sueña
Hoy sabemos que todo el mundo sueña, que lo hacemos a lo largo de toda la noche, que sólo recordamos el último sueño antes de despertar y que son de muchos tipos. Durante las fases No REM son cortos y sencillos, mientras que los de las fases REM son largos, hasta 20 minutos, y alambicados: barrocos y fantásticos, aunque mezclados con un gran realismo.
Cuando se suprime el sueño REM no ocurre nada, pero la necesidad de dicho sueño aumenta, es decir a la noche siguiente un noctámbulo necesitará más fases REM. En los estudios de laboratorio, cuando a un durmiente se le despierta cada vez que comienza el sueño REM, se vuelve irritable, cosa que no sucede en la fase No REM.
Si no ha dormido las cuatro o cinco fases REM necesarias esa noche, la siguiente las fases REM serán el doble y así hasta 50 fases REM por noche, lo máximo que ha conseguido un sujeto soportar sin dormir en experimentos. Irremediablemente nuestro organismo nos pedirá una y otra vez que le dejemos entrar en fase REM, es decir que le dejemos soñar.
Una vida con 150.000 sueños
Nada menos que cinco años de nuestra vida transcurren en esta importantísima fase durante la que podemos llegar a tener aproximadamente unos 150.000 sueños, así que alguna importancia tiene que tener para nuestra existencia.
Hasta ahora se ha descubierto que los sueños sirven para el restablecimiento bioquímico, especialmente el sistema catecolaminérgico, que es el que permite que hormonas como la adrenalina y noradrenalina regulen muchas de las regiones cerebrales (Ernest Hartmann). El cerebro se repara durante el sueño REM mediante una síntesis proteínica más elevada, mientras que otros tejidos corporales lo hacen en fases No REM (Ian Oswald).
La función del sueño
Al preguntar ¿por qué dormimos? Podríamos responder ¿por qué despertamos? La respuesta a la segunda pregunta parece evidente, pero quizás todas las afirmaciones que hagamos acerca de la vigilia también sean válidas para el sueño: si no estuviéramos despiertos no podríamos comer, reproducirnos, trabajar, etc. Pero también sino durmiéramos, no podríamos hacer nada de lo que hacemos en la vigilia. Por esta razón, es entendible que tanto el sueño y la vigilia son procesos completamente dependientes y no podemos mantenernos solo en uno.
Así pues sería obvio pensar que si en la vigilia tenemos un alto grado de actividad, desgaste físico y mental, durante el sueño recuperaríamos energía y restableceríamos al sistema para iniciar otro ciclo de actividad. De tal suerte, que se ha sugerido que una de las funciones del sueño es su papel restaurador, ¿pero que hay que restaurar? Las evidencias muestran que el papel restaurador del sueño concierne más al cerebro que al cuerpo. Esto es debido a que lo único que se manifiesta diferente durante el sueño es la actividad eléctrica del cerebro. Por ejemplo, el sueño se distingue de la vigilia quieta por los cambios en la actividad neuronal (registro de electroencefalograma EEG) y la pérdida de sensibilidad conductual.
Una de las evidencias que más apoya la idea del papel restaurador del sueño sobre el cerebro, es que la privación de sueño afecta más a los procesos cognoscitivos como: memoria, aprendizaje, atención, etc., que al funcionamiento del cuerpo. Por ejemplo periodos cortos (3 a 6 horas) o periodos largos (más de 24 horas) de privación de sueño, tiene como consecuencia un aumento en la potencia (amplitud) de las ondas de baja frecuencia (0.25-4.0 Hz), también llamadas ondas lentas del EEG. Adicionalmente, la potencia de las ondas lentas va decayendo conforme se recupera el tiempo de sueño perdido, por lo tanto hay una relación directamente proporcional con el tiempo de vigilia. Es decir, el tiempo de privación de sueño induce una mayor intensidad en la potencia de las ondas lentas y esta intensidad va decayendo conforme se prolonga y recupera el sueño. Esto ha sugerido que la falta de sueño induce cambios sobre las propiedades eléctricas de las neuronas.
Ahora bien si sustituimos la privación de sueño por otras condiciones diferentes como estrés, ejercicio o de ingesta de comida ¿cuál es el resultado? ¿Cuál es el significado funcional de los cambios que se presentan en el patrón de sueño después de cada condición? Las evidencias experimentales muestran que la respuesta del cerebro ante estas manipulaciones es diferente. El estrés induce una mayor cantidad de sueño MOR, el ejercicio prolonga la latencia de aparición al primer periodo de sueño MOR y la comida afecta a ambas fases, sueño lento y sueño MOR. Un aspecto común entre las 3 situaciones es que afectan al sueño MOR, sin embargo no al mismo nivel. El estrés por inmovilización aumenta la frecuencia de esta fase y por el contrario la ingesta de comida afecta su duración.
Hace algunas décadas se propuso que el sueño MOR tenía una función de reprogramación. Se ha sugerido que esta fase es necesaria para el establecimiento de nuevas vías funcionales en organismos lesionados (Jouvet, 1998). En otras palabras sin sueño MOR no hay reprogramación que permita la recuperación funcional después de lesiones del sistema nervioso central, desde el punto de vista clínico se ha observado que los pacientes que exhiben signos de recuperación presentan una mayor cantidad de sueño MOR que aquellos con daño cerebral similar que muestran poca mejoría. De acuerdo con Jouvet (1998) durante el
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