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CONSTRUIR UNA IDENTIDAD

Enviado por   •  27 de Diciembre de 2018  •  1.581 Palabras (7 Páginas)  •  279 Visitas

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El tema de la maduración aparece vinculado con la responsabilidad como un crecimiento. Este crecimiento retoma demandas y discursos externos y se convierte en una forma de pensar y asumir convicciones de manera personal. La maduración se expresa por medio de un discurso moral en el que los estudiantes afirman su autonomía y una capacidad de dirigir su desarrollo académico y personal. La formación de la identidad en los estudiantes es un proceso que articula los significados de la vida juvenil y del estudio.

Este proceso se realiza en un contexto institucional que resitúa y modifica estas actividades, dotándolas de rasgos propios y facilita su uso como recursos simbólicos que son apropiados por los estudiantes. La descripción analítica me permitió destacar la multiplicidad de actividades juveniles y los diversos grupos que conviven en este contexto. Esta convivencia se realiza de manera amistosa y tolerante; la diversidad juvenil propiciada por la institución educativa se constituye en una fuente de identificaciones entre los estudiantes.

La expresión de los afectos y el conocimiento entre los géneros en un contexto “seguro” es una actividad juvenil importante, dedican un tiempo significativo a conocer e interpretar el comportamiento del otro género aunque esté dirigido al ligue y búsqueda de una relación afectiva, es parte del proceso de formación de la identidad. La capacidad de expresar nuestros sentimientos y emociones, sentir placer con el cuerpo, establecer relaciones de confianza y compartir afinidades con el otro es una manera de proyectar la identidad. La capacidad narrativa está referida a las conversaciones íntimas, lo que somos y lo que deseamos ser y el sentir que se comparten sentimientos y proyectos.

Las actividades de estudio presentan cierta facilidad en los primeros semestres, pero demandan esfuerzo y constancia posteriores. Estas dos características aparecen como algo obligatorio, demandas de la institución escolar, pero después son apropiadas por los estudiantes como un discurso moral sobre la libertad con responsabilidad y la madurez, concebida ésta como un crecimiento moral y desarrollo de un proyecto personal. Existe una tensión entre lo agradable de la vida juvenil con el trabajo que demanda el estudio; ellos aprenden a “controlar” su participación en las actividades juveniles, a pesar de lo placentero y tratan de hacerlas compatibles con el estudio.

El discurso moral sobre la libertad y la responsabilidad indica que esta tensión se resuelve, la mayoría de las veces, a favor del estudio y de un compromiso con su formación. La identidad como estudiantes aparece, entonces, como una capacidad reflexiva sobre sus experiencias y la articulación de un discurso moral.

Muestran, asimismo, una serie de capacidades reflexivas, expresivas y narrativas que indican una ampliación de su forma de pensar. El sí mismo que se expresa en la identidad parece contar con recursos adicionales para hacerse de una voz propia.

La formación de la identidad es un trabajo continuo y abierto a los cambios en la vida social. Continúo en el sentido de que demanda ocuparse de múltiples actividades y tratar de conjuntarlas con una manera propia. Abierto en cuanto a que las condiciones cambiantes del mundo requieren una reflexividad sobre la identidad y los ajuste necesarios para continuar o modificar un proyecto de vida. Precisamente, la narrativa es la forma como la identidad se expresa para dar cuenta de las situaciones enfrentadas y el sentido que le dieron a una existencia. Los estudiantes cuentan con una libertad para decidir sobre sus actividades, sean de tipo juvenil o de estudio, pero también aprenden a ser responsables de lo que hacen y poco a poco a tomar riesgos. La reflexividad sobre sus pensamientos y sentimientos les permite valorar distintas experiencias juveniles y acomodarlas a su identidad estudiantil.

El contexto juvenil posibilita experimentar algunos riesgos, como reprobar o emborracharse, asumiendo que se cuenta con el cuidado de los amigos. La reflexividad de los estudiantes se amplía por medio de las discusiones entre ellos sobre situaciones “peligrosas”, aunque no se llegan a constituir como experiencias para asumir un riesgo calculado. El disponer de un contexto con una diversidad juvenil constituye una fuente de recursos simbólicos para la formación de la identidad de los estudiantes. La manera en que ellos se lo apropien y le den un sentido es una responsabilidad compartida entre los jóvenes y la comunidad escolar.

Las tensiones entre la vida juvenil y el estudio son resueltas en un discurso moral, que articula valores y posiciona al estudiante en uno u otro marco moral; ellos utilizan distintos marcos morales en su vida cotidiana. Su formación educativa en el bachillerato puede beneficiarse con la formulación explícita de este marco morales y los bienes que destacan, de tal manera que sean apoyados en la toma de una posición razonada frente a la pluralidad moral de la sociedad.

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