Contraste entre las ideas de John Stuart Mill y Lord Devlin

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Aún así, el mayor problema de esta cuestión podría ser la efectividad de la misma, es decir, la aplicación práctica de esta teoría. Algunas personas defienden la idea de coaccionar todos los comportamientos inmorales privados con el fin de poner punto y final al problema. Esto no se puede llevar a cabo, ya que obviamente estaríamos tentando contra los derechos personales y la libertad individual. Es por eso que la idea de Estado como ejecutor de sanciones sobre los comportamientos inmorales es algo injusto. Hay que añadir que el Estado debe actuar así siempre y cuando el acto inmoral no sea muy grave.

El Estado como es el encargado de establecer el orden social, para crear un equilibrio entre los individuos debe, en cierta medida, tolerar dichos actos poco éticos, pero nunca aceptarlos ni promoverlos. Si esto ultimo no ocurre, estas conductas serían aceptadas por la población que arruinaría los principios morales básicos en los cuales se apoya la sociedad. Esto se debe a la transformación de los principios “buenos” en “malos”.

Un ejemplo donde se puede observar un tipo de tolerancia del Estado frente a un acto mal visto por la sociedad podría la contratación de servicios a prostitutas. Este acto está reconocido dentro del ámbito de lo personal. Esto quiere decir que el Derecho no puede intervenir para sancionarlo de ninguna manera, a no ser que el acto se considere ilegal. El Sistema debe de respetar las decisiones tomadas por los ciudadanos pero en ningún momento debe fomentar este acto. El Estado debe de tolerar dicha actuación puesto que no puede incidir en la libertad personal de cada persona, pero tampoco puede incitarle a que lo haga, ya que sería en este momento, donde el Estado estaría atentando contra los principios éticos básicos de los individuos. Esto podría perjudicar al mismo Estado como a los individuos.

Como conclusión a lo dictado anteriormente he de decir que debemos hacer una división entre ética pública y ética individual, aunque estas deben de estar ligadas. Es por eso que el Estado tiene que limitarse a actuar en la ética pública, siempre que lo público se identifique con lo importante éticamente. Esto no significa que el Derecho deba de ser neutral a la hora de juzgar actos éticamente incorrectos por ser producidos desde un nivel personal. Por último resalto que cuando un acto no es grave, el Derecho no debe de sancionar estas conductas, ya que está atentando contra la libertad personal, pero tampoco debe aceptarlas o promulgarlas. El Derecho y el Estado deben evitar esto a toda costa ya que esos comportamientos podrían ser normalizadas lo que supondría un atentado grave que perjudicaría el Estado y sus correspondientes ciudadanos.