DESDE MI PERSPECTIVA

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de salud, los ingenieros y arquitectos que diseñan las unidades médicas, hasta los administradores del centro de salud u hospital.

Por otro lado, Ana Oyarce y Jaime Ibacache en su tema, “Reflexiones para una política intercultural en salud” durante el primer encuentro nacional de salud y pueblos indígenas, en Chile en el año de 1996, definen a la interculturalidad en salud como: “la capacidad de moverse equilibradamente entre conocimientos, creencias y prácticas culturales diferentes respecto a la salud y la enfermedad, la vida y la muerte, el cuerpo biológico, social y relacional. Percepciones que a veces pueden ser incluso hasta contrapuestas”.

El médico debe respetar las prácticas que forman parte de la cultura de las personas, pero debe señalar cuando éstas prácticas pueden afectar la salud, por lo que debe entablar una relación médico-paciente basada en la confianza y el respeto mutuo. Si conocemos las prácticas culturales de la población en la cual nos desempeñamos profesionalmente, podremos entender de qué forma éstas influyen en su calidad de vida y podemos buscar una forma de intervenir positivamente, tratando de educar en aquellas que sabemos no son correctas y propiciando las que nos dejan algún beneficio.

Pero cambiar los malos hábitos culturales de una sociedad no es solo trabajo del médico, es una responsabilidad común que inicia desde casa, que mejor escuela que la propia familia, y que mejores maestros que nuestros padres. Y aunque a veces, de muchas formas, aprendemos conductas que no son buenas, como el tirar basura, comer alimentos chatarra, o no hacer ejercicio, insisto una vez más en que el cambio comienza por uno mismo. Educando a las masas podemos cambiar nuestra realidad en salud, iniciando nosotros mismos podemos mejorar nuestra calidad de vida individual y colectiva. Y esto incluye también políticas educativas, y de regularización ambiental que inviten a la población a una mayor participación en la mejora de su calidad de vida.

Porque aún hasta el día de hoy nos seguimos preguntando, ¿por qué en ciertos lugares la forma de vivir de las personas es distinta?, ¿por qué su calidad de vida es mejor?, o ¿por qué ellos gozan de mejor salud? Y culpamos al gobierno o a los demás de nuestra mala situación, sin darnos cuenta que muchas veces el problema está en nosotros mismos.

MI COMPROMISO

Lo primero que vino a mi mente al abordar este tema, fueron mis muchos malos hábitos personales que afectan no solo mi salud sino el medio ambiente en que vivo y social, e incluso la salud de los demás; y lo poco o nada que he hecho para contribuir a mejorar las condiciones de salubridad de mi comunidad.

Uno cree que ya con estudiar medicina o ser médico, las cosas van a mejorar, pero no es así, las actitudes que pueden mejorar ésta situación se aprenden y posteriormente se enseñan, por lo que no sólo el médico es docente en las acciones que realicemos para mejorar la salud, si no que todos tenemos en común éste compromiso.

Yo en lo personal, muchas veces me he quejado de lo mal que esta nuestro sistema de salud y un par de veces más he culpado al gobierno, pero hasta ahora entiendo que yo también he contribuido a que las cosas sigan igual.

Al saber esto, ya no puedo quedarme de brazos cruzados esperando que la solución venga de fuera, ahora mi compromiso será mejorar mis actitudes y llevar a cabo acciones que puedan mejorar de igual manera los niveles de salud de los demás, y no solo informar sobre lo que es bueno o malo para nuestra salud, si no ser yo mismo un ejemplo de lo que quiero dar a conocer, y no solo leer para curar las principales enfermedades de nuestra comunidad, si no buscar las causas y la formas de prevención.

Empezaré conmigo mismo, si un médico muchas veces es sinónimo de salud, entonces debo comenzar con mi propia salud.

No puedo decir que ya puedo realizar acciones que puedan cambiar la forma de pensar y de actuar de las personas de mi comunidad, pero si puedo comenzar con los que me rodean, con mi familia, en especial con los más pequeños, pues en ellos ésta el evitar que se repitan los malos patrones de comportamiento.

Comenzar también, cambiando actitudes en cuanto a mi profesión, respetar la vestidura blanca de la medicina y lo que ésta representa, pues debo tomar en cuenta que mucha gente vendrá a mí no solo para que alivie sus dolencias, sino también en busca de un consejo, de un amigo. Un médico es una persona que tiene los ojos de la sociedad puestos en él, y muchas veces la sociedad puede ser cruel, a veces nadie ve tus logros, pero siempre te juzgaran por tus errores.

Nosotros como médicos tenemos las herramientas para mejorar nuestra calidad de vida y los niveles de salud colectiva, debemos apoyarnos de igual forma en la misma sociedad, desde la misma familia o en las escuelas, nosotros podremos exigir muchos cambios, pero si no comenzamos por nosotros mismos, las cosas nunca serán diferentes.