ENSAYO ACERCA DE LA VOCACIÓN

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Aparte de nuestros gustos, intereses, habilidades y personalidad; están en juego nuestros sentimientos que son los que hacen que nos sintamos llamados a hallar ese verdadero valor de tendencia a realizar concretamente lo que se haya decidido hacer como factor primordial, fundamental y lo más importante tener voluntad y determinar nuestra vocación, a través de un ideal sucesivo y continuo, el cual toma inicialmente un valor personal seguido de un componente social importante ya que al no estar solos en el mundo, nuestras decisiones van a afectar de manera positiva o negativa a otras personas.

La vocación no corresponde elegir lo que se observe como una simple tendencia o aptitud a realizar sobre una acción determinada como gusto o preferencia, por el contrario, la vocación es un llamado importante y valioso, es elegir y tomar un auténtico rumbo hacia el ideal propuesto y que tendrá sentido a establecer una verdadera dirección a ideas planeadas y a decisiones ya planteadas, con el fin de mejorar, progresar y perfeccionarse logrando una vida digna y reflexionando sobre lo valioso que es hacia nuestros logros personales.

Con relación a la vocación profesional, consideramos que esta tiene sus inicios desde la infancia. La mayoría de padres de familia, se establecen como meta convertir a su hijo en el mejor niño del jardín, que sea el mejor en la escuela y el número uno en la secundaria; todo apuntando para que pueda acceder a la universidad, realizar una carrera profesional y como se dice coloquialmente “se pueda defender en la vida”.

Todo eso podríamos decir que está bien, y mejor aún, si el niño, el adolescente y el joven demuestran éxito en su desempeño académico. Pero ¿hasta qué punto ese afán y preocupación de los padres por que su hijo sea bueno en su vida de colegio, lo está encaminando a ser un adulto feliz?

Para nadie es un secreto ver como en muchas familias no se está de acuerdo con la carrera profesional que elige estudiar el hijo. Y todo porque se tiene la creencia de que determinadas carreras no van a permitirles ubicarse laboralmente o no dan dinero. En esos momentos es cuando el joven escoge una carrera universitaria basado sólo en los gustos de la familia y no en el deseo personal, por supuesto el resultado de una mala elección es: o un profesional frustrado, un universitario que desiste a unos cuantos semestres de habar empezado y lo peor de todo un ser humano infeliz, insatisfecho y desadaptado con su entorno.

La vocación profesional son esas actividades que hacemos “con alma, corazón y vida”. Son las cosas que hacemos con tal agrado y convicción, que nos llevan al éxtasis personal, a la satisfacción del deber cumplido, donde dejamos impreso siempre el sello personal, dejamos el valor agregado a todo lo que hacemos, nos sentimos realizados y le encontramos sentido a nuestra existencia.

Se debe tener muy en cuenta cual es la verdadera vocación y de acuerdo a ella establecer nuestra ruta por la vida. Porque a veces tenemos un supuesto proyecto de vida, enfocado más que todo en la consecución de cosas materiales: inmuebles, vehículos, inversiones y dejamos de lado algo tan importante como lo es la felicidad personal y esta va directamente ligada con la realización de una verdadera vocación; la materialización de los sueños, el aprovechamiento de las oportunidades que tenemos mientras estemos vivos, lo cual lleva inmerso la ayuda al prójimo y a la comunidad; situación que no siempre se presenta cuando desarrollamos una carrera profesional que no nos apasiona.

También hay que reconocer que en algunos casos, quienes se desarrollan profesionalmente en áreas que no les agrada, obtienen buenos resultados económicos, pero no alcanzan la felicidad personal porque como se mencionó anteriormente, ésta va ligada a la realización de la vocación.

Por lo expuesto, es de gran importancia antes de tomar una decisión tan trascendental en la vida como escoger una profesión -que no es otra cosa que el eje rector del proyecto personal de vida-, que se evalúen aspectos que a simple vista no son relevantes pero que de ser tenidos en cuenta pueden permitir que se elija de manera correcta, y así se evite perder tiempo, recursos y sobretodo generar desilusiones sobre el ejercicio de la vida profesional.

Otro aspecto a tener en cuenta, es que la vocación si bien apunta hacia el cumplimiento de los sueños, estos no pueden ser irreales, pues contar con la disposición para llevar a cabo determinada actividad no necesariamente significa que se tenga la habilidad que es la que permite desarrollar el talento y ejercer una profesión de manera exitosa.

Es distinto que por vocación entendida esta como la expresión de los deseos se afronten retos y se dé lo mejor de sí para lograr un fin, (esto es lo que representa el compromiso), a que se tenga la capacidad de manera innata de llevar a cabo una cosa y que es lo que se denomina talento, el talento lleva implícito el potencial de una persona para desarrollar tareas. El talento que no es otra cosa que la habilidad y la competencia que puede desarrollarse a través del tiempo.

Distinguir entre una y otra requiere hacer una exhaustiva evaluación personal, es decir empezar por autocriticarse, pero esta autocrítica no debe ser en función de perder la esperanza de poder un día desarrollar algo que se quiere, sino debe tener un sentido positivo, responsable de saber aceptar a qué es posible enfrentarse, cuales aspectos requieren de mayor compromiso para mejorar o en determinado caso identificar los ámbitos laborales en los que definitivamente no se quiere estar.

Se debe entonces analizar cuáles características del actuar en una profesión u oficio son: habilidades, hacen parte de lo que se es como persona, no generan mayor esfuerzo, se disfruta al realizarlo y a la vez se perfeccionan por el sólo interés de hacerlo. Distinto entonces a las que se desarrollan por necesidad de responder a una exigencia dentro de la realización de una labor y que se vuelve una actividad mecánica, se puede aprender por rutina y ni siquiera se da una escala valorativa para saber si se perfecciona o no, esto es la competencia, que según el concepto aceptado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), es la ‘‘…capacidad efectiva para llevar a cabo exitosamente una actividad laboral plenamente identificada”. Por su parte, La competencia laboral no es una probabilidad de éxito en la ejecución de un trabajo, es una capacidad real y demostrada’’ (Vargas, 2004).

Para concluir, queremos invitarlos a reflexionar acerca de las razones para escoger una segunda profesión, ¿es por el hecho de contar con la competencia práctica, las experiencias