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En este caso, las señales no verbales son de gran ayuda, porque por ejemplo, al sentirnos tristes lo manifestamos corporalmente bajando los hombros y la mirada, sabiendo esto podremos anticiparnos y ofrecerle apoyo a alguien que se nos acerque manifestan

Enviado por   •  26 de Enero de 2018  •  3.254 Palabras (14 Páginas)  •  484 Visitas

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Si es que seguimos estos consejos, lo más probable es que logremos avanzar hacia una escucha activa, la que nos permitirá tener mejores relaciones interpersonales, desenvolvernos mejor en nuestro ambiente profesional y otorgarnos al menos, cuatro beneficios sociales.

- Las personas sienten la confianza para ser sinceros con quien los escucha.

- Las personas se sienten valoradas y es una de las formas más baratas de motivación, ya que se transforma en un refuerzo muy potente. Muchos de nosotros al contar un problema que nos aqueja, nos damos por pagados con el simple hecho de que nos escuchen activamente, sin juzgarnos y sin contra argumentarnos.

- Presenta un efecto tranquilizante, ya que facilita que se eliminen las tensiones.

- Permite generar soluciones verdaderas a los problemas.

Si existe escucha activa dentro de un grupo de trabajo, no hay temor por parte de los individuos para exponer sus ideas u opiniones al resto de los integrantes del grupo. Con ello, se contribuye a la innovación y creación en el área de trabajo.

La Empatía y su efecto multiplicador en la escucha activa

La escucha activa también está relacionada con la empatía, es decir, por cuanto más empáticos seamos, más hábiles seremos para poner en práctica la escucha activa. Pero ¿a qué nos referimos concretamente cuando hablamos de empatía?

La empatía no es otra cosa que la habilidad para estar conscientes de reconocer, comprender y apreciar los sentimientos de los demás, en pocas palabras es “tratar de ponerse en los zapatos del otro”. Esto finalmente es un tema de actitud, puesto que, primero debe existir la intención de querer escuchar a los otros, lo que de por sí es una tarea difícil.

En este sentido, un individuo empático puede ser descrito como una persona hábil para leer situaciones y ajustarse a cada una de ellas. Además, tiene claro que una situación no es estática y por tanto puede sacar provecho de la retroalimentación, logrando percibir las emociones que se involucran en el mensaje.

Cabe destacar también, que la empatía nos libra de etiquetar a una persona como correcta o incorrecta, lo que nos permite estar en desacuerdo con alguien, sin mostrar desagrado o expresar calificativos. Al sentir las emociones de los otros, comprendemos sus experiencias y logramos ver el mundo del modo que el otro lo ve. No obstante, si no se tiene una Inteligencia Emocional desarrollada, es posible correr el riesgo de involucrarse en los sentimientos del otro, comprometiendo parte de nosotros.

A continuación te presentamos algunas señales que nos permiten darnos cuenta cuándo nuestras emociones están interfiriendo:

[pic 7]Existe peligro cuando se pone demasiado énfasis en un punto, al tratar de convencer a una persona. Hay que tener mucha atención en esto, ya que a veces este indicador puede tener relación con el nivel de autoestima de cada persona.

[pic 8]La escucha activa puede verse afectada, cuando uno de los participantes cierra el flujo de comunicación al encontrarse con interlocutores que critican sus argumentos, produciéndose una negación que estanca el intercambio.

[pic 9]Se produce cuando hay una relación antagónica entre dos personas y se genera en la diferencia de atributos, preferencias, intereses, etc., dificultando la comunicación.

[pic 10]Cuando una de las partes intenta imponer su dirección en la conversación, rechazando o negando los argumentos del otro, está actuando con un autoritarismo que dificulta la comunicación.

De todos modos, la empatía puede aprenderse y para ello, se requiere de práctica y conocimiento de nosotros mismos para lograrlo.

En los entornos de trabajo las emociones también son relevantes, pues nos ayudan a detectar cuando las cosas no van como lo habíamos pensado y así poder tomar las medidas necesarias para encausarlas de la manera esperada.

Un estudio de la Universidad de Michigan en 1960, realizado en la empresa Prudential Life Insurance Company, concluyó que la empatía promueve la productividad, ya que los grupos que enfrentaron menos supervisión, fueron más proclives a participar en la toma de decisiones, tuvieron más confianza en sus supervisores y se sintieron reconocidos por la empresa.

La creatividad y la empatía

Una de las principales ventajas que se desprende de la empatía, en el contexto de los equipos de trabajo, es la ‘creatividad’, pues los individuos al sentirse más confiados y con mayor libertad, se mantienen motivados en sus puestos de trabajo.

A menudo se piensa que la creatividad es una cualidad inmersa en lo más hondo del individuo, que es una respuesta a la necesidad personal que tiene todo ser humano de desafiar las convicciones, de traspasar límites y de explorar más allá de las fronteras establecidas.

Sin embargo, un estudio de los investigadores estadounidenses Adam Grant, de la Escuela Wharton de la Universidad de Pennsylvania, y James Berry, de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, concluye que para prender la mecha de la creatividad se necesitan varias manos, al menos en el mundo empresarial.

Estos autores afirman que “los niveles de creatividad aumentan cuando los empleados están predispuestos a tomar en consideración las perspectivas de otras personas”. Es decir, que la predisposición a ver las cosas desde el punto de vista de otras personas es un catalizador de la creatividad.

En este sentido, para que la creatividad “brote” en el lugar de trabajo, hay que “brindar a los empleados la posibilidad de reunirse y de interactuar con las personas, para que sientan que se benefician de sus trabajos, de los clientes y de otros trabajadores”, señalan Grant y Berry. De esta manera, el empleado se comunica y toma contacto real con las personas que dan sentido a su trabajo y le es más fácil encontrar soluciones creativas a los desafíos que se le plantean a diario, en su entorno laboral.

Según Daniel Goleman, autor del libro “Inteligencia Emocional” (1995), el proceso creativo es el siguiente:

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Dentro de la organización, los encargados de estimular la creatividad de los empleados son los líderes, ellos son quienes deben crear un clima donde los empleados tengan la oportunidad de aprender cosas nuevas, desarrollarse personalmente,

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