LAS EMPRESAS PEQUEÑAS Y MEDIANAS DEBEN SER SOCIALMENTE RESPONSABLES.
Enviado por Christopher • 2 de Febrero de 2018 • 4.469 Palabras (18 Páginas) • 533 Visitas
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Esto implica que los valores éticos, sociales y medioambientales del propietario-directivo, tanto positivos como negativos, ocupan un lugar importante en la definición de la misión y de la estrategia de las empresas pequeñas y medianas, probablemente más que en las empresas grandes. Esto puede facilitar la introducción de criterios de responsabilidad social.
Lo anterior no significa, por supuesto, que la dimensión financiera resulte irrelevante. A menudo, lo que preocupa en las empresas medianas y pequeñas es, sobre todo, la supervivencia de la organización: poder cumplir sus obligaciones y pagar sus deudas, retener a sus clientes y obtener una remuneración suficiente para continuar en el negocio. Esto puede imponer una presión muy fuerte sobre la gestión diaria, relegando las preocupaciones éticas, sociales y medioambientales a un lugar remoto, especialmente en situaciones de recesión económica o crisis financiera. Quizá por ello, muchas empresas pequeñas y medianas pueden ser muy agresivas y muy poco éticas en sus actuaciones.
A pesar de la escasez de medios (conocimientos, financiación, personas y tiempo), las empresas pequeñas y medianas pueden tener muy buenas posibilidades a la hora de hacer frente a cambios en su entorno o de aprovechar oportunidades que se presentan, porque su estrategia se basa en variables como la calidad y el servicio, más que en los precios bajos; o porque tienen una mayor flexibilidad a la hora de atender las necesidades de sus clientes; o por la mayor implicación de sus empleados en la marcha de la empresa, o por la importancia que pueden conceder a las relaciones personales, tanto dentro como fuera de la organización.
Precisamente porque son pequeñas y no pueden crear estructuras formales desarrolladas, estas empresas se basan en las relaciones personales más que las grandes. Los stakeholders más importantes suelen ser los empleados lo que no quiere decir que siempre estén adecuadamente protegidos, o que no se recurre con demasiada frecuencia a actitudes paternalistas o autoritarias. Es probable, pues, que estas empresas incurran menos en comportamientos burocráticos, aunque las rutinas pueden estar muy arraigadas. El estilo de dirección suele ser informal, intuitivo y personalizado –de ahí la importancia de los valores personales del directivo-propietario. La alta dirección puede implicarse mucho más en las decisiones, imprimiendo una dimensión ética y social más clara, si se lo proponen.
En algunos casos, las empresas pequeñas que actúan dentro de una cadena de suministro específica suelen experimentar presiones definidas, en temas principalmente laborales y medioambientales, como la trazabilidad de sus productos, el respeto a los derechos humanos, el cumplimiento de sus deberes medioambientales, etc., exigidos por las empresas grandes.
En muchos casos, la reputación de la empresa pequeña ante sus clientes adquiere una gran importancia, en función de la naturaleza del mercado, de la historia y arraigo de la organización. Otra dimensión en la que suele ser importante la reputación y el reconocimiento de la empresa es la de la comunidad local, unas veces por la relevancia de las relaciones con los empleados –que son, en definitiva, relaciones con la localidad en que operan-; otras por la historia de la empresa, sobre todo si es familiar; o por la naturaleza de su producto y de su competencia.
Una vez descritos estos puntos, nos damos cuenta de que todos ellos son muy discutibles. Como ya hemos apuntado antes, las empresas pequeñas y medianas son muy distintas entre sí, por su creación y su historia, por su arraigo en la comunidad, por sus objetivos y por sus circunstancias. Lo que concluimos de estos puntos es, que en las pymes no resulta fácil la introducción y desarrollo de una cultura de responsabilidad social, pero tampoco tiene porqué ser más difícil que en las organizaciones de gran tamaño. Tienen sus ventajas y también sus desventajas, de modo que resulta admisible la hipótesis enunciada al principio: las empresas pequeñas y medianas pueden ser socialmente responsables.
OBJECIONES A LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS PYMES
La incursión de las pymes en la responsabilidad social empresarial encuentra muchas objeciones, siendo las más comunes las siguientes:
Yo ya cumplo la ley
La ley es siempre de carácter general, no contempla todos los problemas (y es mejor que no lo haga, si no queremos que invada demasiadas facetas de nuestra vida), y no puede tener en cuenta las circunstancias concretas, como debe hacer un directivo responsable. Además, el legislador suele reaccionar con retraso ante la aparición de nuevos problemas, mientras que una empresa responsable debe adelantarse a ellos.
Para muchas empresas pequeñas, en mercados muy competitivos, con escasez de recursos financieros, humanos y de tiempo, la tarea de cada día es poco más que la de sobrevivir, dentro de la ley, si es posible, y a veces también fuera de ella, a la hora de cumplir las obligaciones laborales, medioambientales y fiscales, y en el pago puntual de sus deudas. En esas condiciones, pedirles que vayan más allá del estricto cumplimiento de la ley parece ser demasiado exigente.
Un conocido principio señala que nadie está obligado a lo imposible. Como ya he dicho antes, la responsabilidad social no puede convertirse en una carga para las empresas. Cada una debe entender qué es lo que puede hacer, y, eso sí, procurar hacerlo. Si una empresa no puede cumplir con sus responsabilidades legales y morales, aunque suene bastante radical, quizá no debe continuar, sobre todo si para hacerlo debe trasladar sus cargas a otros stakeholders que no tienen ninguna culpa: si, por ejemplo, los trabajadores no cobran regularmente sus salarios; o si sus cotizaciones sociales no son ingresadas puntualmente; o si las condiciones de seguridad e higiene en el trabajo están por debajo de los mínimos aceptables; o si los proveedores no ven sus facturas atendidas regularmente; o si el Estado no recibe los impuestos establecidos. Entiéndase bien: no queremos decir que una empresa no pueda pasar una etapa difícil, en que tiene que recurrir a medidas aparentemente poco responsables. Lo que queremos decir es que si una empresa debe moverse siempre al borde de la ley, por la parte de fuera, o si no puede atender a sus responsabilidades sociales de carácter moral, quizá necesita replantear su estrategia, y aun su misma continuidad.
Es demasiado cara
Ya hemos explicado que no tiene porqué serlo. Y si es demasiado cara, a lo mejor la
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