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La perspectiva individualista-materialista en una ética de los fines

Enviado por   •  1 de Abril de 2018  •  5.577 Palabras (23 Páginas)  •  287 Visitas

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Esta razón técnica productiva se manifiesta de dos formas: como racionalidad estratégica y como racionalidad instrumental. Este modelo que se corresponde con nuestra capacidad de construir, de fabricar, de producir, propio del saber científico técnico, creador de planificación y aparatos técnicos útiles para el desarrollo de la civilización, este saber hacer es puesto, por Maquiavelo, como el único desempeño debido en la acción humana.

Dicho de otra forma, la razón práctica queda desplazada o subsumida. Subsumida bajo el valor de la actividad racional respecto a fines relativos a la necesidad de conservar la vida, que es el poder que tenemos los seres vivos. Queda desplazada como producto heredado de un discurso filosófico que no es histórico, que es esencialista y por lo tanto no es realista.

Es importante destacar, entonces, finalmente que el realismo de la propuesta ética del modelo de acción maquiavélico, está depositado en el valor del cuerpo que es la vida, y que otra consecuencia importante que se deriva de esta concepción, y que a continuación vamos a desarrollar, es que su utilidad no es propicia para una sociedad democrática.

6. La relación entre la ética del poder y la democracia[pic 7]

En estas cuestiones éticas con frecuencia se comete el error de considerar que el tema central de la ética es la valoración. Sí, pero ¿qué valoramos? El objeto de valoración son las acciones o praxis, es decir, toda nuestra actividad que inmediata o mediatamente posee un efecto sobre la vida de los demás seres con lo cuales compartimos nuestra existencia. El error de la falta de ampliación de la perspectiva valorativa de los actos conduce a constituir una forma de ser ético o moral limitada, escasa o doble moral, en la confusión que tenemos respecto de la forma en que nos experimentamos como seres humanos, sociales. Nos referimos a la importancia que tiene la influencia del contexto histórico político-social de Maquiavelo, en este caso, y que no puede dejar de ser tomada en cuenta como parte de la motivación del pensador ya que está operando, positiva o negativamente, en su propuesta de modelo de acción humana implícita –y no tanto– mediante los consejos políticos dados al Príncipe.

Al presentar los Contenidos de este módulo en el programa, mencionamos la relación que se establece entre esta posición ética y la monarquía como organización política que ejerce el poder absoluto, y que en nuestra época tomó la forma de los totalitarismos o las dictaduras. Es evidente que el modelo propuesto por Maquiavelo al príncipe no podía ser otro que el expuesto en su obra a partir de la influencia sobre este pensador del feudo o principado, como forma política generalizada en su momento histórico. Otro dato histórico importante que influye en este pensador y en su propuesta es que estos principados estaban en constante riesgo a causa del peligro del poder imperial de las nacientes naciones, del poder papal de la Iglesia, que también amenazaba como hegemónico, y los enfrentamientos, dentro de la misma Italia, entre los principados. Es de este modo que nosotros sostenemos que este pensador político surge como un reflejo del momento histórico-político social, reflejo que por lo mismo no es contestatario de lo instituido sino una réplica reproductora de lo experimentado y conocido por Maquiavelo. Ante las continuas revueltas civiles y las batallas entre los pequeños reinados y feudos, ante la amenaza del ejército de los nacientes Estados ya configurados por alianzas, y la amenaza histórica del poder papal, Maquiavelo piensa en una autonomía y soberanía del principado de Florencia frente al peligro del enemigo externo, y considera que solamente puede darse a partir de fortalecer el temor y la obediencia hacia adentro del reino.

Es el temor, de este modo, considerado como una emoción elemental que lleva a los hombres a obedecer un poder superior; y dentro de este contexto del poder soberano de un monarca o príncipe, este temor se expresa por la obediencia debida a este monarca, que es el que crea la ley y la hace cumplir. En esta situación de subordinación al poder del soberano, los individuos en la sociedad son súbditos, ya que tienen toda la voluntad puesta en esta obediencia y no tienen para sí, en cuanto ser social y político, una razón poderosa que pueda competir con la del príncipe.

La obediencia que genera la sujeción al estado de súbdito es la contrapartida de una ética del poder, donde las normas poseen el valor moral en tanto son el resultado de la racionalidad estratégica del soberano y no representan la voluntad popular o común de los ciudadanos.

Finalmente, destacamos que cuando el poder se convierte en el bien absoluto en tanto es o representa la conservación de la vida, no puede hablarse propiamente de autonomía o libertad por parte de los que constituyen el pueblo, la sociedad. Solamente el que tiene poder material puede defender su derecho o libertad. Por esta misma razón la propuesta de un modelo de acción estratégica técnica dentro de un orden socio-político democrático, solamente pude encubrir el estado de falta de libertad y de autonomía en aquellos que no son los poderosos dentro de este ordenamiento.

En esas circunstancias, tal como se da actualmente en las democracias que no son efectivas o verdaderas, surge la desigualdad en la falta de igualdad de oportunidades y la subordinación como falta de autonomía y de verdadera libertad, en la medida en que los individuos no son dueños de su voluntad de acción, ya que están subordinados a un poder amenazante y viven en el temor de perder o no poder conservar lo que tienen.

En estas democracias no efectivas, como la mayoría de las actuales, el poder económico se ha autonomizado del ordenamiento político.

Como lo señalan distintos autores contemporáneos críticos del neoliberalismo económico actual, el avance de la racionalidad técnica sobre las normas sociales y políticas ha llevado a las democracias a convertirse en sistemas funcionales donde todas las partes están subordinadas al dominio de un poder amenazante que es el poder económico.

Este poder económico autonomizado de los valores éticos y políticos propios de un desarrollo de la razón práctica que atiende al bien común, a los valores humanos, se instituye como un poder soberano sobre nuestras vidas, quitándoles el sentido que puede ser encontrado solamente cuando aprendemos a vivir sin temor: la libertad. Por este motivo, algunos pensadores contemporáneos sostienen que no nacemos ni humanos ni libres, sino que tenemos que hacernos humanos y libres mediante la búsqueda de este fin, que no está en la misma vida del cuerpo, sino que pertenece

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