Lealtad Rorty
Enviado por Ninoka • 20 de Diciembre de 2017 • 2.573 Palabras (11 Páginas) • 391 Visitas
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Este es el escenario que nos propone Richard Rorty en varios de sus textos, sin embargo, tal como muestra la filósofa Mónica Gómez, lo que cobra mayor valor en las tesis rortyanas son los discursos persuasivos. Lo que no implica que a través de la persuasión se evite el sometimiento violento de aquellos a los que no se ha logrado convencer.[7] Tomando en cuenta dicha consideración de la autora mexicana, en el siguiente apartado reflexionaremos acerca de “la comunidad inclusivista”, defendida por Rorty, como una comunidad específica, la liberal democrática, la cual parte de ciertos principios que pueden ser utilizados para la exclusión de grupos que no comparten la misma apreciación de sus valores tanto políticos como económicos.
- LA LEALTAD AMPLIADA Y LOS PRINCIPIOS LIBERALES AL SERVICIO DE LA DOMINACIÓN
Las tesis de Rorty acerca del poder de la lealtad como elemento cohesivo de las comunidades, lo conducen a la pretensión de ampliar dicho sentimiento que experimenta hacia su grupo y a la promoción de los principios de la sociedad occidental liberal al mayor número de personas posibles. La tarea que encomienda a las personas partidarias de la política liberal es que se valgan de la persuasión “para ampliar las dimensiones de la audiencia que se tiene por competente y, de esta manera, incrementar las dimensiones de la comunidad relevante de justificación.”[8] Mientras que solicita a las sociedades no occidentales el reconocmiento de que los valores liberales en los que coinciden los miembros de la comunidad democrática, y sobre los cuales no se han podido formular objeciones suficientemente fuertes, acreditan: su relevancia práctica en la política contemporánea y la capacidad de sus miembros para incluir a personas ajenas a este grupo. [9]
Sin embargo, desde la propia postura pragmatista en la que no se reconocen los principios liberales como las posibilidades de libertades, la seguridad material y la propiedad privada, que son algunos de los principios exaltados por la democracia liberal, como valores inherentes a la naturaleza humana sino como convenciones sociales por una comunidad específica, resulta por ello paradógico aceptar que puedan ser éstos los que nos conducirán al bienestar común y a una mejor calidad de vida, en términos rortyanos, que nos hagan más felices y eviten nuestro sufrimiento.
Por otra parte, desde la formulación de las distintas declaraciones sobre derechos humanos que tienen origen en la comunidad liberal, cuando se habla de la igualdad de los seres humanos a partir del momento de su nacimiento, en términos prácticos, esto ha implicado una identidad entre el nacimiento y la ciudadanía. De este modo, la dignidad humana (o la lealtad a otros miembros de la especie humana, tal como lo entiende Rorty), se ha basado en el hecho del nacimiento, que puede remitirnos, desde una perspectiva biológica a la sangre y, desde una perspectiva geográfica, a la tierra donde se nace. Con base en estos dos principios, se han exaltado otros valores como: la fraternidad. El cual tiene su fundamento en un acontecimiento biológico, que puede encerrar un racismo de los Estados nacionales modernos, donde los derechos del ser humano se restringen únicamente a los que nacen en determinado territorio.[10] Como argumenta Manuel Reyes Mate, en su reflexión sobre la biopolítica moderna, la idea de habernos liberado de los dioses o haber dominado nuestra naturaleza, no es más que una ilusión, pues seguimos reduciéndonos, a la supervivencia, en el momento en el que cada uno recurre a sus propios intereses (sean éstos individuales o colectivos).[11] Por ello, hay que estar alertas con respecto a los principios liberales descritos por Rorty como los mejores que existen en nuestro presente, pues ha sido, en su misma aplicación, que los Estados nación han convertido a los nacidos (en su territorio) en sujetos de derecho, excluyendo a los inmigrantes en sus países o a los miembros de sociedades no occidentales que se resisten a la asimilación y a la valoración de sus principios.
Por otra parte, también sucede que los Estados liberales limitan nuestro ejercicio de la libertad en pos de otro principio que es la seguridad. Razón por la cual, permiten las libertades en el plano económico, pero limitan a los individuos a través de las instituciones que vigilan nuestra conducta. En otras palabras, el precio de la libertad política es muy alto, tanto que a veces nos ha costado regímenes fascistas.
Por lo tanto, me parece que los principios liberales no sólo no pueden ser ampliados de manera pacífica -tal como sostiene Rorty- a través de la persuasión y la lealtad ampliada basada en la empatía. Ya que en la defensa de lealtad a la identidad de un grupo, se pueden producir conflictos que posiblemente sean irresolubles de manera pacífica, dada la diferencia de creencias religiosas o por la defensa de particularidades étnicas, por mencionar algunos ejemplos.
De tal manera, en la época contemporánea, presenciamos cómo ciertas colectividades intentan cerrarse en sí mismas, reivindicando sus características étnicas y retomando discursos nacionalistas o prácticas del tribalismo que son excluyentes con las comunidades externas.[12] Tal como sostiene Hans Enzensberger: “Las confrontaciones no sólo se producen frente a la mayoría, sino también entre las diversas minorías. Los afroamericanos se enfrentan a los judíos, los hispanos a los coreanos, los haitianos a los negros, etcétera. Se está procediendo a nacionalizar los conflictos sociales.”[13] Para poner un ejemplo más cercano, en el caso de México, no sólo hay discriminación por parte de la población hegemónica hacia los grupos etiquetados como “indígenas” o hacia personas extranjeras, pues, dentro de la misma heterogeneidad de grupos se da la discriminación, tal es el caso de los zapotecos quienes desprecian a los mixes por considerarlos personas inferiores. Por lo tanto, la exaltación de lealtad sin más a la propia comunidad y a los símbolos fundacionales pueden también guiarnos a actos de exclusión.
Por otra parte, las políticas de justificación para emprender una guerra o someter a otros grupos, continúan basándose en la idea de “amigo-enemigo”[14] en términos de la defensa de la soberanía nacional frente a otros Estados-nación. Lo paradójico del asunto es que las libertades políticas son cada vez más limitadas, mientras las libertades económicas se van ampliando. De tal manera, los intereses de los dueños de empresas trasnacionales y las políticas neoliberales de privatización de recursos y de servicios, también influyen en las relaciones conflictivas humanas, puesto que la apertura de fronteras comerciales ha ido arrasando con territorios,
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