Planteo de inconstitucionalidad de los artículos 106 y 107 de la ley 26.727 que dispone la creación del RENATEA en reemplazo del RENATRE
Enviado por Eric • 24 de Enero de 2018 • 26.296 Palabras (106 Páginas) • 370 Visitas
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Continuaremos nuestra investigación caracterizando los entes involucrados en la problemática planteada los cuales son: el Registro Nacional de Empleados Rurales y Empleadores y el nuevo ente Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios.
Por último observaremos la normativa aplicable al caso y su congruencia con la normativa vigente y nuestra Constitución Nacional, teniendo en vista la jerarquía de las normas.
La pretensión del presente trabajo consiste en demostrar que los artículos 106 y 107 de la ley 26.727 que modifican la ley 25.191, agravian al orden Constitucional argentino y en consecuencia debe declararse la inconstitucionalidad de los mismos.
CAPITULO PRIMERO
El trabajo rural en Argentina
SUMARIO: 1.1.Antecedentes históricos del sector agropecuario y el trabajo rural.
- Antecedentes históricos del trabajo rural.
Como antesala del presente trabajo y con el fin de lograr una comprensión integral sobre el tema que nos ocupa, nos resulta de gran importancia desarrollar brevemente la historia del agro argentino. Teniendo en cuenta que el sector, tanto en el pasado como en nuestros días, ocupa un lugar relevante en nuestra economía y en el sentir de nuestra sociedad.
Los habitantes originarios de nuestro país fueron los primeros en trabajar la tierra y cultivar de forma precaria sus alimentos y a pequeña escala. Tanto los cultivos como las formas de llevarlos a cabo, dependían de los recursos naturales con los que contaran en la región de nuestro país donde se asentara cada grupo, como así también su sofisticación; Generalmente, los cultivos se llevaban adelante en comunidad y lo obtenido era consumido dentro del mismo grupo.
Con la llegada al continente de los conquistadores españoles comienza una nueva etapa que generó fuertes cambios en el modo en el que se llevaba adelante el trabajo rural. Tanto es así que los europeos introdujeron al continente e impusieron los cultivos de vid, olivo, trigo y azúcar, entro otros, para satisfacer sus necesidades y costumbres del viejo continente, como el consumo de pan de trigo, vino y aceite. También en esta etapa comenzó la cría de ganado en mayores proporciones. En otro aspecto, no podemos dejar de mencionar el sometimiento brutal que sufrieron los pueblos originarios. En algunos casos exigiéndole a las comunidades el pago de un tributo en especie y en otros directamente utilizando como mano de obra a sus integrantes; Situación que derivo en la explotación de los mismos para los trabajos rurales y agrícolas, dando lugar a un nuevo paradigma hasta el momento no conocido en nuestro continente, “la esclavitud”.
La población autóctona fue decreciendo, y entre las causas que lo provocaron podemos mencionar: las enfermedades, como la viruela, introducida por los españoles en el continente; el traslado compulsivo de comunidades enteras de una región a otra sin tener en cuenta las condiciones de vida; la excesiva explotación personal para todo tipo de labores y el decaimiento moral de estas comunidades. En este contexto podemos afirmar que se produce una fuerte caída demográfica de la población aborigen que llegó hasta casi la extinción. Esta situación pone en peligro la sustentabilidad del sistema colonial pues su base y principal elemento es “el trabajador Aborigen”. Así en los años 1611 y 1612 se dictan las ordenanzas de Alfaro, que pretenden regular las condiciones tendientes a evitar la sobreexplotación de los nativos, en cuanto a la realización de trabajos personales o en la tabulación del pago de los tributos. [3]
A partir de 1596 los europeos deciden ingresar al país de manera forzada a personas provenientes del continente africano como reemplazo de la mano de obra autóctona casi extinta por esos años.[4] Continuando con el paradigma ya impuesto desde la conquista.
De modo que durante la época colonial y hasta su culminación, convivían varias clases de trabajadores rurales. Los esclavos (indígenas autóctonos, africanos), los inmigrantes en su mayoría varones jóvenes que no tenían otra posibilidad que buscar trabajo en las pequeñas y medianas estancias que proliferaban durante ese período y las familias campesinas que trabajaban su propia tierra en pequeñas estancias; estos últimos, en los tiempos denominados “muertos” de sus labores parcelarias también recurrían al trabajo en las estancias para complementar su salario.
Ya entrada la etapa de la revolución de independencia, el trabajo rural se encuentra signado por cambios drásticos.
Por causa de la guerra muchos hombres abandonan sus tareas productivas, para unirse al ejército o escapar de él, lo que significó una merma significativa de trabajadores dentro de los sectores agrícolas y ganaderos de la región. Consecuentemente se produjo un importante retroceso económico para el ex virreinato del Rio de la Plata.
En éste contexto los propietarios de grandes extensiones de territorio ofrecían arrendar su tierra en pequeñas porciones a campesinos trasladando el riesgo productivo a los trabajadores de la tierra.
Por otro lado la Ley de Enfiteusis[5] sancionada el 18 de mayo de 1826, por el primer presidente de las provincias Unidas del Rio de la Plata Bernardino Rivadavia, dicta que todas las tierras comunales pasarán a ser del Estado. Esta normativa implica la entrega de tierras a los particulares en calidad de enfiteutas, quienes para mantener la enfiteusis debían abonar un canon al Estado y al cabo de transcurridos 20 años se convertirían en únicos dueños de la tierra que explotaban. Claro está que los indígenas que se servían de las tierras comunitarias para satisfacer sus necesidades fueron desplazados de los territorios que ocupaban, sumado a ello la situación de la guerra, dieron como resultado la mengua de las poblaciones indígenas, profundizando su desaparición.
Durante los años 1840 y 1850 se produce, con anuencia plena del Estado, una fenomenal expansión de la “gran estancia”. Este nuevo paradigma trae consigo la necesidad de gran cantidad de trabajadores, que por esos tiempos escaseaban a tal punto que ni siquiera las oleadas de inmigrantes alcanzaban a cubrir los puestos necesarios. El Estado, ante esta situación, establece normativas dirigidas a la población más pobre y vulnerable, los campesinos; tendientes a combatir la “vagancia” y a reclutar forzadamente trabajadores que se emplearía en las grandes estancias y soldados que formaría parte de los ejércitos.
El fenómeno de la “gran estancia”[6]
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