Reflexión Conceptual sobre la Observación Participante realizada en el CAJ del Ipem Nº 320
Enviado por Ninoka • 5 de Septiembre de 2018 • 6.747 Palabras (27 Páginas) • 360 Visitas
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Además en la docencia hay influencias informales dentro de la socialización profesional, que es la se da entre los docentes en sus lugares de trabajo; que han sido más decisivas que las influencias formales. “Los docentes actúan de acuerdo a sus creencias y mecanismos adquiridos culturalmente por la vía de la socialización” (Gimeneo Sacristán, 1997).
Los modelos construidos a lo largo de todas las etapas escolares no acceden directamente a la conciencia, pero forman parte del “habitus” profesional, acumulado durante el trayecto escolar y se hacen presente en la tarea del docente. “La mayoría de las propuestas de formación docente que se desarrollan en nuestro país, ignoran la existencia de la biografía escolar de los futuros maestros”. (Alliaud, 2004).
Al decir de Alliaud en “El maestro que aprende”: El maestro aprende a enseñar enseñando, pero también aprende y aprendió a enseñar, aprendiendo cuestiones ligadas a ese oficio durante su trayectoria escolar previa, como alumno del profesorado y en su rol de maestro de escuela.
3. La Identidad de la actividad docente
La docencia es un trabajo, caracterizado por un conjunto de saberes que tiene lugar en instituciones especializadas, cuya función se enfrenta a diferentes concepciones; se ve al docente como animador, facilitador, formador, enseñante, asistente educacional y aún social.(Diker y Terigi, 2003).
Entre las características de la actividad docente podemos mencionar las siguientes: La multiplicidad de tareas que supone el rol docente; la variedad de contextos en que estas tareas pueden desempeñarse; la complejidad del acto pedagógico; su inmediatez; la indeterminación de las situaciones que se suscitan en el curso del proceso de trabajo docente y la implicación personal y el posicionamiento ético que supone la tarea docente.
3.1. Modelos de Docencia, Modelos de Formación
Es útil pensar los modelos de docencia como tradiciones, “como configuraciones de pensamiento y de acción que, construidas históricamente, se mantienen a lo largo del tiempo, en cuanto están institucionalizadas, incorporadas a las prácticas y la conciencia de los sujetos” (Davini, 1995)
Estas tradiciones son las siguientes:
- Enfoque práctico-artesanal o concepción tradicional-oficio: Concibe la enseñanza como una actividad artesanal.
- Tradición normalizadora-disciplinadora: Reviste la labor docente de prestigio simbólico y valor social.
- Tradición academicista: Lo esencial en la formación docente es que conozcan sólidamente la asignatura que enseñan.
- Enfoque técnico-academicista, o concepción tecnológica, o tradición eficientista: Establece una clara distinción entre el conocimiento teórico y el práctico y entiende el conocimiento práctico como una aplicación de la teoría.
- Concepción personalista o humanista: Pone el acento en la formación del docente en la afectividad, las actitudes, el cambio personal.
- Enfoque hermenéutico-reflexivo: Su premisa, según Pérez Gómez, (1993), es que la docencia es una actividad compleja que se desarrolla en escenarios singulares, determinados por el contexto, con resultados imprevisibles y con conflictos de valor que requieren opciones éticas y políticas. (Diker y Terigi,(1996).
4. La tensión entre Profesionalidad y Vocación
Desde 1850, que es cuando se sientan las bases del sistema educativo nacional, se discute cuáles debían ser las características del maestro ideal. Unos pensaban que para ser un buen maestro era muy importante tener Vocación, mientras que otros destacaban la Profesionalidad del trabajo docente.
Desde el punto de vista de la Vocación, se ha considerado a esta como una cualidad innata. La docencia es una especie de “don” y se la asocia más con un “deber” que con un trabajo en sentido estricto. Se dice que “maestro se nace”
Desde el punto de vista de los Profesionalistas, no le restan importancia a la vocación, y sostienen que para ser un buen maestro había que aprender y usar conocimientos científicos que sólo las instituciones especializadas podían garantizar.
Todavía hoy, existe una tensión entre ellos. La actividad vocacional es presentada como desinteresada y es más valorada socialmente cuando no se exigen recompensas materiales. Se “es” maestro y no se “ejerce un rol”. En el trabajo profesional, este es siempre parcial y quien lo ejerce lo hace en circunstancias especiales y temporalmente bien determinadas, no se “es” ingeniero todo el tiempo.
Gran mayoría de docentes considera a su actividad como vocacional y profesional al mismo tiempo. En los momentos en que los docentes demandan mejoras en sus condiciones de trabajo y en su salario, en el campo político y periodístico, se tiende a desautorizar estas demandas, poniendo de relevancia lo vocacional de la práctica docente; pero a la vez se le exige al docente que sea profesional en su tarea. (Tenti Fanfani, 2005).
5. El sentido político de la tarea docente
“No es un secreto para nadie que nuestra escuela para ricos y pobres, está subrepticiamente animada del sentimiento de clases. Especialmente las mujeres se pagan mucho del rango social que ocupan las familias de sus alumnos. Conozco más de una directora de la capital, que le llama tener “buen elemento” a tener hijos de gentes acomodadas. De acuerdo con ese inicuo prejuicio, he aquí la consigna dada a las maestras que hacen en el comienzo del curso, la inscripción de alumnos: no olviden que hay que seleccionar elementos. Los niños de las escuelas “modelos” que reciben de reflejo esa sugestión de sus maestras, están generalmente impregnadas de ese sentimiento burgués que se traduce en persecución y desprecio a los niños pobres. El delantal blanco, impuesto a todos los escolares, para evitar los contrastes que ofrece el lujo de los niños ricos con la astrosa miseria de los niños pobres, no alcanza a corregir el mal. Las maestras distinguen ostensiblemente con sus mimos y preferencias a los hijos de fulano y perengano” (Barcos, 1928).
La tarea del educador se funda en el “amor político” que es el amor a la humanidad del otro, que incluye amor a la dignidad del sujeto y al valor del mundo. Quien elige enseñar sólo puede sostener su tarea, si tiene abierta la convicción de que vale la pena conocer el mundo y que cada niño es merecedor de ese legado,
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