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Revolución de mayo y nuevas ideas pedagógicas

Enviado por   •  5 de Enero de 2019  •  3.268 Palabras (14 Páginas)  •  660 Visitas

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La larga guerra civil argentina que se extendió a lo largo de setenta años (1810-1880), comenzó al día siguiente de la Revolución de Mayo, cuando la burguesía comercial e intermediaria de Buenos Aires entro en escena para sabotear y oponerse al Plan Revolucionario de Operaciones escrito por Mariano Moreno, pero discutido con Manuel Belgrano, ambos jacobinos, progresistas y latinoamericanistas. El partido unitario que alberga en su seno los intereses de los tenderos, rentistas, comerciantes, agiotistas y contrabandistas del puerto, expresaban a estos grupos mercantiles cuyos apellidos de campanillas resonaran incesantemente en nuestra historia política, habíase ganado en la Europa de comienzos de siglo XIX un mote muy significativo: la pandilla del barranco. Un nombre muy certero para la burguesía mercantil de la naciente ciudad-estado.” (Dr. Daniel E. Yépez, 2015, pág. 2).

SURGIMIENTOS DE NUEVAS IDEAS PEDAGOGICAS

Mientras se gestaba la Revolución de Mayo fueron los intelectuales quienes se esforzaron y expusieron distintas concepciones pedagógicas, inspiradas por reformas educativas que se experimentan desde hace tiempo en Europa. Se trataba de formas de educación masivas y de capacitación para el trabajo industrial. Esta implementación sumada a las corrientes pedagógicas de la época dio lugar al nacimiento de un sistema educativo argentino.

Adriana Puiggrós hace una distinción acerca de las concepciones pedagógicas:

“Diferentes elementos se articularon en la concepción pedagógica de los caudillos progresistas y de los caudillos conservadores populares. Los primeros combinaron federalismo, primacía del Estado, religiosidad y participación popular, otorgando poder a las Juntas Protectoras y adoptando métodos modernos, contenidos científicos y cierta dosis de libertad ideológica. Los segundos pretendían quitar al Estado la responsabilidad en el financiamiento, otorgar el papel de policía al gobierno en materia ideológica, restar poder a las Juntas e incluir contenidos conservadores católicos y métodos tradicionales.” (Adriana Puiggrós, 1996, pág. 32)

En la primera mitad del siglo XIX se destacan diversos discursos pedagógicos provenientes de la corriente del pensamiento liberal; La autora anteriormente citada los distingue entre:

“Una pedagogía liberal radicalizada, muy influida por Rousseau y pos los socialistas utópicos. Esa pedagogía era antirracista, democrática en los métodos de enseñanza y disciplina e inclinada hacia el laicismo y el anticlericalismo. Algunos de sus exponentes de alcance latinoamericano fueron el venezolano Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, y en la Argentina Moreno y el presbítero Gorriti Simón Rodríguez sostuvo muchas ideas que siguen siendo importantes (…)

Una educación federalista popular con elementos liberales. Los caudillos Artigas, Bustos, López, Ramírez, los Heredia, Ferré y Molina desarrollaron experiencias semejantes a la reforma educativa que puso en marcha en la misma época el caudillo nacionalista Solano López, el mismo que luego fue derrota en la guerra del Paraguay. Una postura educacional semejante sostuvo el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza. Quisieron desarrollar una educación moderna apoyándose en la participación de la sociedad civil y en la cultura de los pueblos. Imaginaba una pedagogía federalista popular que adoptara el sistema educativo liberal moderno.

La pedagogía de la generación liberal de 1837, y en particular la de Sarmiento que era moderadamente liberal pues partía de la exclusión de los indios y la descalificación de toda expresión cultural popular. Rechazaba la herencia hispánica y propugnaba la europeización de la cultura y la adopción del modelo educativo norteamericano. Al mismo tiempo proponía un sistema de educación público escolarizado que abarcara a toda la población que se fundaba en los criterios pedagógicos más democráticos de la época.

La pedagogía liberal oligárquica. Encabezada por Rivadavia, muchos liberales porteños, que pertenecían a la oligarquía, querían modernizar el sistema, importando la estructura y la ideología más elitista de la experiencia educativa francesa; Bartolomé Mitre continuaría luego esa tendencia.

La pedagogía tradicionalista colonial anti-independentista, dirigida por los sectores pro-Hispánicos de la Iglesia católica. Era el viejo bloque pedagógico, que defendía a la educación colonial-clerical y rechazaba la educación de los indios y los mestizos.

Terminada la guerra de la independencia, esta corriente tuvo su núcleo directivo en Córdoba y luego se extendió por todo el país, convirtiéndose en nacionalismo católico.” (Adriana Puiggrós, 1996, pág. 28; 29)

A partir de las concepciones educativas expuestas anteriormente, se continúa con la descripción y el análisis de las representadas por Manuel Belgrano, Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento.

No todos los criollos se sentían incapaces de ser autónomos ni perdían la esperanza de poder trabajar y dirigir el país de forma independiente. Uno de ellos fue Manuel Belgrano, quien influido por los fisiócratas ingleses, consideraba que la agricultura era la base de la riqueza. Al ser nombrado parte de la Junta se le encomendó la creación de cuatro escuelas durante su campaña militar, donde dicto un Reglamento para las escuelas del Norte. Estas debían ser estatales y administradas por los Ayuntamientos. También se destacaba en el mismo la importancia que la enseñanza nacional debe prevalecer antes que la enseñanza extrajera, consideraba que para una sociedad independiente es necesaria una educación pública. Preveía que los salarios docentes y los aportes para los niños pobres fueran pagados por conducto del Gobernador.

En dicho Reglamento le otorgaba importancia a la religión católica en las escuelas, en el cual establecía los horarios de misa y las oraciones que se debían rezar.

El reglamento de Belgrano se limitaba el autoritarismo pedagógico colonial y se introducía elementos de control de las conductas que un tiempo después fueron utilizadas por las pedagogías positivistas. Se llevaron a cabo cambios en la imposición de penitencias evitando la exposición y vergüenza publica a la que se los sometía a los alumnos.

El siglo XIX se convertía así en una época caracterizada por considerar a la educación como agente fundamental para el cambio social, pero esto no era una idea en común de todos los pensadores de la época. Uno de ellos fue Juan B. Alberdi, quien dudo del valor de la educación como formadora del ciudadano, ya que desde su

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