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Tesis sociología feminicidios

Enviado por   •  7 de Febrero de 2018  •  5.973 Palabras (24 Páginas)  •  393 Visitas

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Se extiende la violencia extrema contra las mujeres

Según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Historia (INEGI), entre los años 2000 y 2009 fueron asesinadas 12.636 mujeres.1 La organización de la sociedad civil Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), que ha documentado estos asesinatos en 17 de las 32 entidades federativas, señala también la alarmante tendencia a la alza de este delito. Así, según datos de la organización, entre enero de 2007 y diciembre de 2008 fueron asesinadas violentamente 1.221 mujeres; en el período comparativo más breve de enero de 2009 a junio de 2010 eran ya 1.728. En Ciudad Juárez, al norte del país, ya en 1993 una mujer era asesinada cada 12 días.2 En la actualidad, en ese lugar se asesina a una mujer cada 20 horas.

Además, nuevos sondeos del Congreso y de organizaciones de la sociedad civil muestran que, a diferencia de lo que se supone con frecuencia, estos crímenes no se limitan a la región norte del país, bastión del crimen organizado. El reporte actual del OCNF, basado en datos de 17 estados, constata que 51% de los asesinatos se llevan a cabo en el norte, 44% en el centro y 5% en el sur de la República. El récord más negativo lo ostenta el Estado de México, vecino de la capital mexicana. Según datos del INEGI, entre 2000 y 2009 se registraron en la entidad 2.881 asesinatos de mujeres, que supera por mucho el número de 384 asesinatos registrados en Chihuahua durante el mismo período.

Asesinatos violentos de mujeres por estado, según datos del OCNF*

* De los 32 estados, 17 le proporcionaron información al OCNF, aunque con frecuencia únicamente se tomó en cuenta un solo período.

** Actualmente sólo se cuenta con datos hasta 2010.

Las mujeres asesinadas son predominantemente jóvenes de entre 20 y 40 años, que en su mayoría realizan trabajos con salarios bajos en empresas maquiladoras, como en Ciudad Juárez, trabajan en la economía informal, como en el Estado de México, o son amas de casa. Los pocos casos esclarecidos muestran que los asesinos tienen un lugar de residencia y un perfil socioeconómico similares al de sus víctimas. Por añadidura, los espacios geográficos en los que se concentran los feminicidios presentan también un alto grado de inseguridad y de operaciones del crimen organizado, aunque no se ha aclarado la relación con este último factor. La activista Marisela Ortiz aduce que en varios casos –por ejemplo, el asesinato de Sagrario González, cometido en 1998 en Ciudad Juárez y conocido a nivel nacional– existen indicios de que los narcotraficantes encargan los secuestros de las mujeres. No obstante, los datos insuficientes y las escasas informaciones proporcionadas por las autoridades estatales no permiten sacar conclusiones inequívocas sobre el papel desempeñado por los cárteles. En cualquier caso resulta simplista reducir la compleja interacción de numerosos factores que desembocan en la violencia contra mujeres a la respuesta estándar del “crimen organizado”.

Los feminicidios son un fenómeno social y político

La fronteriza Ciudad Juárez, Chihuahua, es la capital simbólica de los asesinatos de mujeres. Desde 1993 activistas y organizaciones de la sociedad civil empezaron a reaccionar frente a las desapariciones masivas así como frente a los brutales asesinatos de mujeres, casi siempre jóvenes, pertenecientes a la clase trabajadora e inmigradas a la ciudad. La documentación sistemática de los casos arrojó un resultado espeluznante: según datos de la organización no gubernamental “Nuestras hijas de regreso a casa”, en esa metrópolis, capital de la industria maquiladora y punto de atracción para migrantes, desde 1993 han sido víctimas de la violencia mortal 884 mujeres adolescentes y adultas. Los cuerpos de las víctimas, que con frecuencia son “tirados” como “basura” a la orilla de las calles o en lugares alejados, presentan aquí, como también en los otros estados de la República, formas particularmente extremas del uso de la violencia.

Para resaltar el carácter específico de estos crueles crímenes, las y los activistas introdujeron el término “feminicidio”, procedente de la teoría feminista. El feminicidio designa los asesinatos de mujeres cometidos por hombres y únicamente por razón de su sexo, es decir, el motivo se debe encontrar en el menosprecio u odio extremo hacia las mujeres. El tratar al cuerpo femenino como un objeto utilitario que puede ser abusado sexualmente, torturado, destruido y tirado a la basura a discreción, es una manifestación de esta postura y, probablemente, la forma más brutal de demostración del poder masculino. El concepto del feminicidio se relaciona sobre todo con el objetivo de exigir una comprensión política de la violencia contra las mujeres, y de hacer visible la dimensión pública de un crimen que con frecuencia queda proscrito al espacio privado o que es mantenido en el silencio más absoluto. La clasificación de estos crímenes como feminicidios remite al hecho de que estos asesinatos no representan hechos aislados, sino que deben entenderse más bien como una expresión de las estructuras sociales y políticas en las que están inscritos. Pues a pesar de que estos crímenes lastiman los derechos de individuos, también representan una forma de violencia estructural. Las y los activistas y las organizaciones no gubernamentales que abogan por que se adopte esta perspectiva enfatizan el papel de la sociedad en su totalidad, así como la responsabilidad del Estado en relación con la violencia específica de género.

¿Los feminicidios como reacción de un “machismo ofendido?”

En relación con las estructuras sociales, las estructuras machistas son consideradas como la base de la violencia específica de género. El hecho de que no se trata sólo de lugares comunes y de prejuicios lo documentan los resultados de los estudios realizados en 2005 y 2010 por el Consejo Nacional para la Prevención de la Discriminación (CONAPRED). El menosprecio y la discriminación contra las mujeres están tan arraigados en la sociedad que el 15% de los hombres encuestados consideran que es legítimo invertir menos en la educación de las hijas. El 22% les concedió a las mujeres capacidades menores en el ejercicio de puestos de alta responsabilidad, y 40% estuvieron de acuerdo con la afirmación de que las mujeres deberían realizar un trabajo apto para su sexo.3

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