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Todos dicen que en la práctica, en la experiencia directa, uno se da cuenta de cómo son las cosas verdaderamente. Escuché muchos discursos de chicas que al chocarse con la realidad de las salas y los niños reales

Enviado por   •  14 de Septiembre de 2018  •  2.280 Palabras (10 Páginas)  •  448 Visitas

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Por otra parte durante esas dos semanas hubo algunas situaciones que me llamaron la atención y se mantuvieron algún tiempo dando vueltas en mi cabeza aún terminada la pasantía. Casos como a los que hice referencia anteriormente, de escasez de recursos, se pusieron en manifiesto por ejemplo en un niño con zapatillas rotas que no le permitían movilizarse para jugar y esto lo mantenía excluido en las clases de educación física o en los momentos de juego libre en el patio. Su discurso “mamá me dijo que tenía que seguir usándolas hasta que algún día consigamos plata para comprar otras” me llenó de angustia. Por otra parte la historia de una niña con violencia familiar, que vivía maltratos por parte del padre hacia ella, su madre y su hermano pequeño. Un padre adicto a la droga, una justicia que lo encarcela y a los días lo libera, amenazas de muerte que continúan, y una madre desamparada que quiso escaparse con los chicos a otra provincia para huir de este horror que le tocó vivir.

Éstas y otras situaciones más me llevaron a cuestionarme a quien habría que recurrir en estos casos, como debería intervenir la institución, ¿cómo hace la maestra para llevar a cabo la enseñanza frente a estas situaciones? Si es adecuado trabajar estos temas en la sala, o eso terminaría hiriendo más a los niños. En definitiva hasta el día de hoy sigo reflexionando sobre que se puede hacer desde nuestros lugares para contener a nuestros alumnos. Supongo que las respuestas irán apareciendo a medida que avance en el camino de mi formación docente, y siga tomando contacto con la realidad en el jardín.

Esto es el comienzo, quedan infinitas cosas por aprender y espero tener muchas más experiencias tan gratificantes como ésta.

- Dos semanas observando a una docente del nivel inicial fueron suficientes para sentir admiración por ella y por sus tareas diarias. Comprendí que ser maestra es mucho más que enseñar, también es aprender. Día a día descubrimos con los niños el mundo que nos rodea, donde quizás hay cosas que a nosotras ya no nos sorprenden o que con la velocidad de la vida pasamos por alto, pero ellos siempre están ahí para hacernos mirar lo conocido con otros ojos, con curiosidad y con ganas de aprender más.

Mucha gente piensa que las maestras de jardín de infantes, enseñan a atar cordones, compartir y guardar los juguetes en su lugar. Pero me gustaría que sepan que es mucho más que eso, la maestra promueve aprendizajes significativos en todas sus acciones. Desde el momento en el que se sienta a compartir una merienda con los chicos oficia como modelo social, y en todas sus propuestas es mediadora entre los niños y la cultura. Las maestras jardineras no transfieren conocimientos, sino que planifican y llevan a cabo actividades que les ofrecen a los chicos la posibilidad de producir sus propios conocimientos y crear una realidad mejor.

En el profesorado aprendí la importancia de ésta profesión y conocí distintas teorías sobre la infancia, el nivel inicial, la enseñanza y los procesos de aprendizaje, los perfiles teóricos de los niños de cada edad, el desarrollo evolutivo, la importancia del juego e infinidad de cosas más. Pero al aplicar la teoría a la realidad, creo que muchas cosas no son como las aprendemos, todos los autores hablan de generalidades y en el jardín nos encontramos con 25 o 30 niños completamente diferentes entre ellos, con distintas dificultades y distintas realidades sociales, económicas y familiares. De todas formas estoy segura de que todos los aprendizajes que realizamos en el profesorado son de gran utilidad, pero me atemoriza no saber responder a tanta diversidad cuando me llegue el momento de estar a cargo de una sala. Supongo que la experiencia me irá generando más seguridad y me dará muchas herramientas para actuar. En mi opinión, y sin desmerecer el camino que estoy transitando, siento que de alguna forma aprendí más en las prácticas que en el tiempo que llevo en el profesorado, porque pude observar niños reales, sus actividades cotidianas, sus motivaciones y preocupaciones y a una docente trabajando, construyendo futuro.

En otro orden de cosas, al estar en un jardín detecté algunas problemáticas que ya mencioné en mi relato. Estas situaciones me inquietaron y cuando tuve la posibilidad de entrevistar a la directora de la institución como se me pedía, le pregunté con intencionalidad sobre los casos de violencia familiar y que podía hacer la escuela desde su lugar. Ella respondió diciendo “Afortunadamente nunca tuvimos ningún caso”, entonces yo dudé de si estaría al tanto o no de situaciones como las de Brisa, y en otro momento lo consulte con la docente de la sala. Ésta me dijo que lamentablemente, ya se había acercado en reiteradas oportunidades al equipo directivo por ésta problemática pero que siempre hacían oídos sordos. Sentí indignación y un sentimiento de compasión por la docente que tiene que enfrentarse a éstas cosas sola, sin que sus superiores la apoyen. Esto le limita las posibilidades de acción ya que la escuela ni siquiera cuenta con un gabinete psicopedagógico al cual recurrir para trabajar en conjunto.

Espero que el día de mañana cuando esté preparada para hacerlo tenga la posibilidad de trabajar en un jardín donde me sienta contenida, protegida y ayudada por mis superiores. Me gustaría que estos tengan un trabajo responsable y comprometido, que escuchen mis inquietudes y me orienten en la búsqueda de soluciones posibles. Que confíen y crean en mis capacidades, y respeten mi autonomía pero sin dejarme sola.

Más allá de las vicisitudes no veo la hora de poder desempeñar mi rol docente y contribuir al desarrollo integral de niños y niñas. Cada día me siento más convencida y orgullosa de la profesión que elegí y creo que tengo muchas cosas para ofrecerles a los niños y a la sociedad. Tengo grandes aspiraciones y sobre todo ganas de ayudar, de generar cambios, de mejorar las cosas, de luchar por lo posible y lo imposible, de superar desafíos, y de educar en valores, derechos y libertad. Tengo ganas de estimular y de dejar lindas huellas. Ganas de ser partícipe de la vida de niños y niñas en una de las etapas más importantes que es la infancia, en la cual se desarrolla la personalidad y se producen los aprendizajes más significativos para la vida.

Deseo cumplir todas mis metas y aportar mi granito de arena para hacer de éste un mundo mejor, apostando a los niños, que son el futuro.

DEVOLUCIÓN DE LA EVALUACIÓN DEL RELATO REFLEXIVO

Criterios de evaluación

Puntaje total

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